Volver al Evangelio y creer en Jesucristo
Volver al Evangelio es creer en Jesús, que nos invita a cultivar intensamente un tipo de relaciones y encuentros, que nos vinculan como creyentes con la persona de Jesús, su vida y su testimonio.
Se cree en una persona y luego en su mensaje, es lo que expresa el discípulo que aprende del Maestro las actitudes, valores y comportamientos, que configuran su vida. Podemos afirmar que ser cristianos es seguir a Jesús con la totalidad de la persona, en sus ideas (cabeza), sus sentimientos (corazón) y operación (manos y pies). El creyente se nutre de Jesús en la formación y en el estudio. Se alimenta en la oración y las celebraciones. Se cultiva, sobre todo en las obras evangélicas, viviendo las bienaventuranzas. Quien cree y experimenta a Jesús lo comunica porque vive un encuentro con el Maestro interior que se convierte en norma de vida, y la mantiene unido como el sarmiento a la vid (Jn 15,1-6).
Creer en Jesús es creer en ALGUIEN
Dios nos llama a vivir la plenitud de la vida desde Jesús, una vez que recibimos la propuesta y aceptamos la llamada de Dios en nuestra vida. La fe no consiste en creer en algo, sino en creer en alguien y ese Alguien es Jesucristo. Toda la persona se siente comprometida con él de modo que la fe es algo unitario, sólido, de una sola pieza. Por eso no hay zonas ni tiempos religiosos, sino que todas las zonas y tiempos humanos tienen dimensión religiosa.
Es con toda la persona con la que creemos en Jesús y nos compromete con Dios. Es mi cabeza con el conocimiento; mi corazón con la confianza y el amor; mi voluntad con mis decisiones, mi entrega a Dios y a los hermanos. Creo en Alguien al que le doy mi mente, mi corazón y mi voluntad.
Nosotros creemos en Jesucristo
Los primeros discípulos empezaron a tener fe con y en la resurrección, cuando lo descubrieron como Mesías de Dios. La fe nace propiamente con la Pascua. Nosotros tendríamos que decir, con verdad, que creemos en Jesucristo como resucitado y revestido de gloria. Queremos volver al Evangelio en su historia humana porque nos es más cercana, porque no queremos separarnos de la tierra y sus problemas y porque solo desde esta historia terrena tan intensa, como fue su vida, podemos descubrir toda la riqueza humana, social y transformadora de un Dios que se ha humanado totalmente en Jesucristo.
El cristiano es el que sigue el camino abierto por Jesús, se pone en movimiento y tiende, lucha, empuja y camina con todo su ser hacia la causa de Jesús, la causa de los pobres, el Reino de Dios: reino de verdad y de vida, de amor, de justicia y de paz.
Caminar hacia Dios mismo con todo «el mundo a cuestas», como lo hizo Jesús, para que se manifieste la gloria de Dios, que quiere que el hombre viva. Él va con nosotros delante, abriéndonos camino y encabezando esta peregrinación hacia la que vamos orientados: el cielo nuevo y la tierra nueva de la que hemos disfrutado en esta Pascua, como anticipación de lo nuevo en hombre Nuevo: Jesucristo.
Volver a Jesús, desde el Evangelio
Todo el Evangelio es una invitación a ser adultos, con la fe de la cabeza, el corazón y las obras, con la fe eclesial, con el centramiento en Jesús y su seguimiento; con el amor a Dios y al prójimo; con la opción preferencial por los pobres; afrontando la realidad como Jesús. Conviene releer algunos textos bíblicos que fortalecen nuestra fe. La casa construida sobre la roca (Mt 7,21-27). La roca es Cristo. Esa fe genera obras de salvación: la confesión pública de la fe (Mt 10,26-39); ser libre frente a la familia, los parientes, los amigos (Mc 3,20-21.31-35); vive alerta, siempre despiertos (Mc 13,32); comprende que un ciego no puede guiar a otro ciego (Lc 6,39); no temas a los que pueden matar el cuerpo pero no el alma (Lc 12,4-7); no abandones a Jesús en tiempos de crisis (Jn 6,60-69); no abandones la comunidad en tiempos de crisis y cree sin milagros (Jn 20,24-29); vive la libertad cristiana y el Espíritu, del amor y el servicio, no de la ley (Gal 5,13-26); mantente firme en tiempos de incertidumbre (2 Tim 4,1-8); sé adulto como el Bautista (Mt 11,7-12); no seas niño que te dejas llevar por cualquier viento (Ef 4,13-15); vive como resucitado (Lc 24,5-6).
Los evangelios nos invitan a entrar en un proceso de cambio, de seguimiento de Jesús y de identificación con su proyecto. Son relatos de conversión, y en esa misma actitud han de ser leídos, predicados, meditados y guardados en el corazón de cada creyente y en el seno de la comunidad cristiana. Ese contacto vivo con el relato de Jesús, hace que los creyentes lo recibamos como luz que ilumina, fuerza que reproduce hoy su estilo de vida en sus seguidores y que abre nuevos caminos al proyecto del Reino de Dios. El camino abierto por Jesús nos invita a centrarnos en el seguimiento a su persona, viviendo como adultos la mejor noticia que no es otra que Jesús resucitado que alegra nuestra vida para vivir y ser en verdad hijos de Dios en el Hijo.
Volver a Jesús es hacer nuestra la Palabra de Dios hecha carne; es descubrir que Jesús es el enviado del Padre; es ver el gran regalo que nos hace el Padre por el Amor que le desborda; es ver el rostro humanado de Dios, lleno de gracia y de verdad; es estar atentos a los signos del Maestro y a sus Palabras hechas servicio, verdad, libertad y esperanza.
Ser adultos poniendo los signos del resucitado
La vocación de evangelizadores creyentes en el evangelio no es otra cosa que liberar, no condenar; despertar a la esperanza y no juzgar; encender la fe, que está queriendo brotar, y no apagar el fuego que se extingue, porque hemos sido iluminados por el Cirio Pascual que ilumina, como dice Francisco de Asís, «las tinieblas del corazón», para ser mensajeros de fraternidad. Cuántos gestos de fraternidad puedes ofrecer: da un abrazo; acaricia con ternura; acompaña en silencio; enjuga una lágrima; brinda tu compañía; tiende una mano; ayuda a asumir un fracaso; escucha pacientemente; presta imaginación a la misericordia; consuela, anima, acompaña, levanta, aúpa… Ofrece Buenas Noticias que iluminen tus quehaceres.
Te invito a que propongas a otros la fe sin imponer, despiertes las conciencias sin buscar dominarlas, anuncies a Jesucristo en medio de múltiples mensajes: «Si tú quieres»… te invito a que inicies el CAMINO ABIERTO POR JESÚS EN LA PASCUA.
Gracias a todos los que hacéis la propuesta del Evangelio desde la escucha, el diálogo que invita a Volver a Jesús y a su Evangelio.
¡Feliz Pascua de resurrección! ¡Paz y Bien!
Severino Calderón Martínez, ofm
Grupo de San Francisco
Granada, 9 de abril de 2017
