Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, durante su intervención en el Congreso sobre “Tecnología y final de la vida: la primacía del acompañamiento”, subrayó la necesidad del diálogo entre médicos y pacientes para establecer una alianza terapéutica en el pleno respeto de la persona.
Durante el Congreso, Paglia ha afirmado que «en las fases terminales de la vida, hay que dar primacía al acompañamiento del enfermo, al cuidado. Y hay formas de hacerlo, muy diferentes a las prácticas de eutanasia, que uno quisiera implementar por “practicidad”, y ciertamente no por humanidad».
«El Magisterio de la Iglesia excluye claramente la legitimidad de las opciones que suprimen la vida (eutanasia y asistencia al suicidio), pero asume con igual claridad la diferencia entre matar y dejar morir. Mientras que la primera, en las diversas formas que puede adoptar, se considera siempre ilícita, la segunda se considera lícita cuando estamos en presencia de un trato desproporcionado».
«El “no” a la eutanasia es claro e inapelable»
Para Paglia, hay dos instrumentos que pueden ayudar a los pacientes, a las familias y al personal sanitario. Las disposiciones anticipadas de tratamiento son «un instrumento válido para respetar la voluntad del paciente en la valoración de la proporcionalidad, que es el criterio fundamental que legitima el uso de los medios terapéuticos en medicina. Encuentran la forma más concretamente válida de aplicación en la planificación compartida del tratamiento, prevista en el artículo 5 de la misma Ley 217/2019, también para el magisterio de la Iglesia».
Los cuidados paliativos
«Valorar la fase terminal, como en la instancia original de los Cuidados Paliativos, significa introducir el tiempo de la muerte en el campo de las relaciones, para ayudar a vivirlo en el sentido que la persona pretende dar a la finalización de su vida. La experiencia clínica y docente demuestra que pocos estudiantes, tanto de medicina como de enfermería, parecen dispuestos a dedicarse al cuidado de personas cercanas a la muerte, y especialmente de ancianos, considerando este campo profesional como escasamente gratificante en comparación con otras especialidades más demandadas».
