Valencia: el mexicano Luis Eduardo López Padilla no tiene autorización para hablar en ningún centro religioso
Por Antonio DIAZ TORTAJADA, sacerdote-periodista
El Vicario General de la diócesis de Valencia ha firmado un comunicado que ha sido enviado a todas las parroquias y centros religiosos de la diócesis informando que el señor Luis Eduardo López Padilla no tiene autorización para hablar en ninguna parroquia y centro religioso de la diócesis, por lo que queda desautorizada su presencia en la diócesis.
Se recomienda no asistir a los eventos en los que el citado señor participe y quien asista esta en desobediencia al Papa y los obispos.
Este señor es promotor de las reiterado apariciones y mensajes de la Virgen del Pozo.
Recuerdan nuestros obispos que la disolución de la “Asociación de la Virgen del Rosario del Pozo”, está en plena vigencia, no importa los distintos nombres o incorporaciones con que de hecho se le está dando continuidad. El grupo o conjunto de personas que se hallan envueltas bajo las diversas denominaciones de la Virgen del Pozo, no deben esperar ninguna aprobación eclesial bajo los objetivos, contenidos doctrinales y medios con que está funcionando y presentándose actualmente.
La así llamada misión y su contenido doctrinal, particularmente en su referencia a la “nueva redención del mundo por medio de María”, no corresponde a los parámetros del Evangelio y carece de fuerza y signo eclesial.
Tanto los miembros de esta Asociación como el señor Luis Eduardo López Padilla, afirman que ya han sido aprobadas por la Iglesia las mencionadas apariciones y su Asociación, lo cual da la impresión que se trata de una Iglesia paralela que no toma en cuenta las sabias orientaciones de la Jerarquía Católica,
El “milenarismo” que difunde el señor López Padilla pone en peligro la fe católica, por lo que es necesario afianzar los criterios del Evangelio para afrontar todas estas corrientes de mensajes fatalistas y destructores, que quieren mover a la conversión a través del temor y del miedo, en lugar de promover el amor que Cristo inculcó a sus discípulos.

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