Semana de Pentecostés: Los dones del Espíritu Santo: Fortaleza, por Ángel Moreno de Buenafuente
Semana del cenáculo. Cuarto día: Don de Fortaleza
Don de fortaleza
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién he de temeré?
El Señor es el refugio de mi vida,
¿quién me hará temblar?
Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no tiembla;
aunque estalle una guerra contra mí,
estoy seguro en ella.
Espera en el Señor, ten valor y firme corazón,
espera en el Señor.
Oración
“La reina Ester se refugió en el Señor, presa de mortal angustia. y suplicó al Señor, Dios de Israel, diciendo: «Mi Señor y Dios nuestro, tú eres único. Ven en mi socorro, que estoy sola y no tengo socorro sino en ti, y mi vida está en peligro. (Est 4, )
Espíritu Santo, don de Jesucristo a los discípulos, que los convirtió en testigos recios y valientes, y no se arredraron ante la dificultad ni ante la persecución, míranos en este momento en el que no es fácil dar razón de la fe, úngenos con tu generosa fortaleza. Espíritu Santo, ven, haznos recios y humildes; resistentes y pacíficos en medio de toda adversidad.
Espíritu Santo, Tú descendiste sobre los apóstoles y los transformaste de miedosos en aguerridos anunciadores de la verdad, sin echarse atrás ante las adversidades. ¡Ven, Espíritu Santo, Tú eres capaz de hacernos fieles anunciadores del Evangelio!
Espíritu Santo, que conoces nuestra debilidad, ven en nuestra ayuda, socórrenos en nuestros temores, y que nunca nos dejemos confundir con los halagos del malo, ni confundirnos ante el ofrecimiento sagaz del tentador. Y deposita en nosotros la gracia de volver siempre a ti.

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