Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela, presidió el miércoles 18 de septiembre el funeral por las tres mujeres asesinadas en Valga, Elena, Alba y Sandra. «Nos hemos sentido profundamente estremecidos por las muertes trágicas de nuestras hermanas cuya sangre grita a Dios desde el suelo», expresó el arzobispo.
En su homilía, monseñor Barrio lamentó profundamente esa «muerte, la de nuestras hermanas, causada por una violencia, siempre injusta e irracional, perversa y nunca justificable y por una decadencia moral que lleva a justificar las malas acciones y los errores». En ese acompañamiento del arzobispo con su presencia y con su palabra a la familia de las tres mujeres asesinadas, señaló: «¡Cómo estamos necesitando educar en los valores que dan sentido a la vida. La persona no es algo de usar y tirar. Querido abuelo y demás familia, sé que vais a educar a Fernando y a Hugo en la memoria agradecida, en el amor y no en el odio».
Monseñor Barrio recordó que al tener noticia del asesinato de la madre de los pequeños, de su hermana y de su madre, «recé por ellas pero he rezado también por vosotros de manera especial, queridos familiares, porque nosotros no estamos preparados para afrontar la muerte de las personas a las que queremos. Con esta tragedia hemos perdido a unas personas que formaban parte de nuestra convivencia, de nuestra cercanía, de nuestro afecto. En oración reanudamos con ellos un diálogo interrumpido bruscamente por la muerte y consolidamos los vínculos de una comunión que la muerte no ha podido romper».
El arzobispo compostelano agradeció a los asistentes al funeral su «presencia, oración y solidaridad cristiana. Dejemos el destino de nuestras hermanas en sus divinas manos con dolor pero con paz, con lágrimas pero con esperanza. Hoy sentimos la necesidad de corazón de ofrecerles a ellas la ayuda afectuosa de nuestra oración pidiendo que participen de la felicidad eterna con Dios Padre».