El día 18 de octubre es la festividad litúrgica del evangelista San Lucas, el autor del tercer Evangelio y del libro de los Hechos de los Apóstoles. Considerado tradicionalmente como discípulo del apóstol San Pablo, Lucas nace probablemente en la gentilidad, recibe una esmerada formación helenística y se convierte al cristianismo.
Su vida discurre en la segunda mitad del siglo I y su Evangelio se data entre los años 80 y 90. Tanto en el Evangelio como en el libro de los Hechos de los Apóstoles, San Lucas se dirige a la ya segunda generación cristiana, presente y esparcida en el Imperio Romano e imbuida por la cultura grecorromana. Escribe en griego culto y la entera humanidad, todos los confines del orbe, son los destinatarios de sus escritos.
Lucas pretende revigorizar la fe de las comunidades cristianas, superando rutinas incipientes y actitudes acomodaticias.
De ahí que uno de los ejes de su Evangelio sea la llamada a la conversión. Una conversión que despierta la conciencia y el reconocimiento del propio pecado y se abre al seguimiento de Jesucristo desde la renuncia de los bienes materiales. Por ello, para Lucas es de capital importancia explicar y verificar la verdadera peripecia histórica de Jesucristo y la autenticidad de su persona y mensaje. Él es el verdadero y único Salvador. Jesús es el Mesías, el Señor, el Profeta, el Hijo de Dios, el Salvador. Y la historia de la humanidad, historia de salvación, encuentra en Él su centro y su sentido.
La salvación está en Cristo, no en los poderosos
La salvación, cuyo alcance es universal, está en Jesús. No está en Roma ni en el Imperio. Atención, amigos, porque esta idea lucana de hace dos mil años sigue siendo plenamente actual: no nos salvan las ideologías, los líderes políticos, culturales y sociales. No nos salvan ningún Imperio ni ninguna soflama mundanas. Sólo nos salva Jesucristo. Y la salvación que Jesús nos trae se manifiesta en gestos sencillos y concretos de amor y de predilección hacia los pobres y los necesitados. De este modo, Lucas, llamado el secretario de la Virgen y el catequeta, se convierte en el evangelista de la misericordia, en el evangelista de los pobres, en el evangelista de las parábolas.
La centralidad del mensaje de salvación de Jesucristo se halla, pues, en el amor, en el amor del que Él es icono perfecto, avalado y convalido con su entrega pascual. El mensaje de salvación de Jesucristo nos muestra cual el rostro y la esencia de Dios: un Padre misericordioso, siempre dispuesto a la acogida, al perdón y al amor, como refleja magistralmente en la parábola del hijo pródigo.
Y desde la conversión y el seguimiento a Jesucristo, Lucas plantea el modo de vida de los cristianos, cómo debe ser la vida de los discípulos: cargando con la cruz, practicando la misericordia y comprometidos con la misión del anuncio evangelizador de la salvación. Que no pase el día de San Lucas sin releernos algún fragmento de su Evangelio. Se alegrará nuestro corazón y nos visitará la gracia del Dios de la misericordia.
Jesús de las Heras Muela

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