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Ricardo Blázquez: “Aquí, en Santiago, emergen nuestras raíces”

El presidente de la CEE, Ricardo Blázquez, se desplazó a Santiago esta tarde para participar en la Asamblea Plenaria de presidentes de Conferencias Episcopales Europeas. Y desde allí recordó en Europa se está talando la memoria histórica de la fe cristiana. “En ocasiones queda encerrada en piezas de museos que para muchos de nuestros contemporáneos les resultan incomprensibles y alejadas de sus inquietudes”, indicó ante los 32 participantes en la Asamblea y las autoridades religiosas y civiles de la ciudad.

“Aquí emergen nuestras raíces”, indicaba, refiriéndose a que “la memoria apostólica de Santiago de Compostela actualiza una historia secular que tiene que ver con nosotros. La memoria de Santiago y la historia secular de la peregrinación nos impulsan a recordar a nuestro Señor”.

 

Saludo del Presidente de la Conferencia Episcopal Española

En nombre de la Conferencia Episcopal Española les saludo a Uds. con respeto y afecto. Agradezco la hospitalidad que tanto el Arzobispo de Santiago de Compostela como el Alcalde de la ciudad y el Presidente de la Xunta de Galicia nos han dispensado. Estoy seguro de interpretar los sentimientos de los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa si afirmo que constituye para todos nosotros un motivo particular de satisfacción celebrar esta Asamblea Plenaria en la ciudad de Santiago de Compostela. Desde hace tiempo veníamos anhelando esta oportunidad que hoy gozosamente estamos inaugurando.

La ciudad de Compostela y su catedral conservan piadosamente la tumba y la memoria apostólica de Santiago, con quien está vinculada tradicionalmente la evangelización de España. Él fue discípulo, apóstol y mártir de nuestro Señor Jesucristo, mensajero y maestro del Evangelio, defensor de la Iglesia y guía de peregrinos. Hasta la tumba de Santiago desde el corazón de Europa han peregrinado incontables personas, siglo tras siglo, buscando la “gran perdonanza” y la renovación de la vida cristiana. “Europa nació peregrinando”, escribió Goethe. En el Occidente europeo, en este Finisterre, fue Santiago de Compostela un astro brillante de nuestros pueblos y nuestras gentes. La peregrinación desde hace decenios ha experimentado un crecimiento incesante y admirable. Como el número de peregrinos aumenta cada año, la Diócesis compostelana es consciente de la peculiar misión que ha recibido en el interior de la Comunión eclesial. En esta perspectiva se sitúa también la invitación que se nos ha hecho como Presidentes de Conferencias Episcopales de Europa.

Cada peregrino, cuando se pone en camino, lleva en su interior unas expectativas, que al final no se ven frustradas sino insospechadamente cumplidas. Buscan despertar y fortalecer la fe, reavivar la conciencia religiosa, levantarse de comodidades paralizantes, sacudir el sopor de la indiferencia, reavivar una historia secular, centrar la vida en lo verdaderamente importante, desembarazarse de prisas y cargas innecesarias, refugiarse en el silencio del camino largo, animar la solidaridad con otros hombres y mujeres; ayudar a los fatigados de la vida; y cuando se entra por el Pórtico de la Gloria en la basílica, redescubrir que la meta de la vida humana no está en este mundo y en la historia. Santiago como meta de peregrinos es parábola de otra meta adonde todo hombre, con mayor o menor reconocimiento, aspira.

Cerca o lejos de nosotros se están talando árboles y bosques, desertizando la tierra y haciendo más difícil el respiro de la vida. También en nuestra Europa se tala la memoria histórica de la fe cristiana. En ocasiones queda encerrada en piezas de museos que para muchos de nuestros contemporáneos les resultan incomprensibles y alejadas de sus inquietudes. Pues bien, la memoria apostólica de Santiago de Compostela actualiza una historia secular que tiene que ver con nosotros. Aquí emergen nuestras raíces. La memoria de Santiago y la historia secular de la peregrinación nos impulsan a recordar a nuestro Señor. Como escribió el apóstol Pablo a su discípulo Timoteo, escuchamos aquí en esta ciudad junto a la tumba de Santiago: “Acuérdate de Jesucristo”. Este lugar ayuda a anclar la fe cristiana y el sentido religioso en la persona de Jesús y en la trayectoria vital de nuestros pueblos.

El tema elegido para esta Asamblea Plenaria de Presidentes de Conferencias Episcopales de Europa que estamos comenzando, “¿Europa, tiempo de despertar? Los signos de la Esperanza”, tiene en Santiago de Compostela un ámbito muy apropiado para la reflexión y el diálogo. Reitero mi saludo a todos Uds. ¡Que el Apóstol oriente nuestros pasos! ¡Que descubramos sus huellas en el presente de Europa!



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