Revista Ecclesia » Retiro sacerdotal sobre San Juan de Ávila (3)
Especiales Ecclesia

Retiro sacerdotal sobre San Juan de Ávila (3)

“Donde hubiese más trabajo y más necesidad y menos honra y aplauso del mundo”

Texto bíblico.

“Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida¡ Y pocos dan con ellos. […] No todo el que dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad” (Mt 7, 13-14. 21-23).

Textos de San Juan de Ávila.

“El verdadero predicador, de tal manera tiene que tratar su palabra de Dios y sus negocios, que principalmente pretenda la gloria de Dios. Porque si anda a contentar los hombres, no acabará; sino que a cada paso trocará el Evangelio y le dará contrarios sentidos o enseñará doctrina contraria a la voluntad de Dios: hará que diga Dios lo que no quiso decir” Lecciones sobre la epístola a los Gálatas 8.

El secreto de su predicación queda resumido en esta afirmación: “Amar mucho a nuestro Señor” Biografía de fray Luis de Granada I, 2.

 

Reflexión.

Las misiones.

El descubrimiento de América suscitó un gran deseo de salir del propio territorio en busca de otros lugares y de otros pueblos; este espíritu sacudió hasta los más apartados rincones de la Península. Cambió muchos planteamientos de la sociedad y de la Iglesia española, convirtiéndola en esencialmente misionera. En esta era globalizada otros nos evangelizan, otros nos humanizan, otros nos muestran el rostro auténtico de Dios.

Las nuevas conversiones de América robustecieron el viejo tronco de la cristiandad; fortaleció al resto de la Iglesia católica europea, que casi había quedado en minoría sociológica por el desgarramiento protestante:

“El espíritu misionero fue uno de los componentes más decisivos del llamado cordón sanitario que libró a España de la herejía protestante. Lo completó la acción de los predicadores cuaresmales, con sus conferencias bíblicas desde Septuagésima hasta el Domingo in Albis, la seguridad doctrinal producida por las múltiples facultades universitarias de teología, por los colegios de humanidades que contaban casi siempre con una cátedra de Artes y otra de Teología y por las muchas y magníficas obras teológicas y espirituales publicadas en el siglo XVI, que alcanzaron en Valladolid el 30% y el 27% en Sevilla”[1].

El inicio de su obra reformadora.

Juan de Ávila comienza su labor apostólica en Sevilla hacia 1528, recién salido de la Universidad de Alcalá. Es ordenado sacerdote y celebra su primera misa sin tener ya a sus padres con él; sin dejarse prender en sofismas de relajación, repartió su hacienda con los pobres; así empezó su obra reformadora. Siempre los santos reformadores han puesto su piedra angular en la pobreza.

Su vocación misionera le llevará a intentar embarcarse a las Indias occidentales “[…] donde hubiese más trabajo y más necesidad y menos honra y aplauso del mundo”[2]. Cuantos misioneros se embarcaron para dar la vida como Cristo la dio por ellos, “la caridad de Cristo nos urge”; alcanzar el martirio y ser testigo de Cristo hasta la muerte era motor de sus vidas: “[…] aunque no convirtáis infiel alguno, sino que os ahoguéis en la mar u os maten los hombres u os coman las bestias fieras, habéis hecho vuestro oficio y Dios el suyo”[3].

Ávila fue a Sevilla, sede del Consejo de Indias y del tráfico marítimo con el Nuevo Mundo y contactó con el dominico fray Juan de Garcés, recién nombrado obispo de Tlaxcala, que preparaba una expedición de misioneros.

El camino de Dios en la vida de San Juan de Ávila.

D. Alonso Manrique, Arzobispo de Sevilla e Inquisidor General, gran amigo de Erasmo y de los erasmistas, le retuvo en España, por admiración a su talento de predicador o porque no toleraba que pasasen a las Indias cristianos nuevos; el arzobispo lo conoció a través de Fernando de Contreras, al ser su confesor, le oyó y le vio celebrar; también el Consejo de Indias era muy exigente con los conversos para asegurar al máximo en las nuevas cristiandades la limpieza de la fe. Juan de Ávila no pensaba evangelizar España pero la Providencia de Dios así lo quiso y él lo acepto.

Juan de Ávila vivió uno de los momentos más borrascosos de la historia civil y religiosa de España, por eso era necesario hacer un discernimiento de espíritus. Superó las indeterminaciones de su tiempo, consiguió una síntesis espiritual, siendo modelo de madurez y de mesura exacta, modelo de equilibrio ortodoxo, acogedor y amplio, seguro y sereno a la vez; ajustó de manera ejemplar los grandes principios teológicos a la vida cristiana. A esto le llevó su instinto ortodoxo, su ingenio y la gracia divina.

Acusado por la Inquisición tuvo que pasar por un proceso de años donde uno de ellos lo pasó en la cárcel; el Señor le concedió un profundo conocimiento del misterio de Cristo.

Alrededor de 1555 se retira a Montilla. Achaques y enfermedades van en aumento y le impiden desplazarse; su escuela sacerdotal se va desintegrando.  Sospechas y dificultades crecen a su alrededor, le defiende la pureza y la rectitud de su vida, la enorme veneración que se le tiene por toda España. Pero al Maestro Ávila se le arrincona y prácticamente se le olvida.

Se refugia en Montilla al abrigo de los Marqueses de Priego y para atender a la santa Condesa de Feria, ahora Sor Ana de la Cruz en las Clarisas de la villa, de una espiritualidad maravillosa y complicada. Allí escribe, aconseja y predica cuando puede. Su influencia sigue alcanzando a Santa Teresa de Jesús y al grupo sacerdotal que se mantiene en la ciudad de Ávila entorno a Gaspar Daza que viven pendientes de él. Vivirá hasta el último momento con sus inseparables Juan de Villarás y Juan Díaz.

Aparece el Audi Filia en los libros prohibidos del inquisidor Valdés al ser publicado sin su autorización; se entregará sus últimos años a preparar su segunda edición, más cuidada y precisa, y aparecerá después de morir.  Varios amigos y antiguos discípulos serán procesados por la Inquisición. Murió en Montilla el 10 de mayo de 1569 con enorme veneración. San Juan de Ávila es un símbolo de vida práctica y espiritual, de dogmática y de moral, de camino ascético sencillo y profundamente místico.

Meditación personal y pensamientos para la oración.

¿Has sentido alguna vez la inquietud de ser misionero?

¿Cómo se puede vivir la misión en las comunidades parroquiales?

¿Qué es lo que define tu vida sacerdotal?

Adoración eucarística.

 

——————————————————————-

 

 

ESQUEMA PARA LOS SACERDOTES

Retiro 3

“Donde hubiese más trabajo y más necesidad y menos honra y aplauso del mundo”

Texto bíblico.

“Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida¡ Y pocos dan con ellos. […] No todo el que dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad” (Mt 7, 13-14. 21-23).

Textos de San Juan de Ávila.

“El verdadero predicador, de tal manera tiene que tratar su palabra de Dios y sus negocios, que principalmente pretenda la gloria de Dios. Porque si anda a contentar los hombres, no acabará; sino que a cada paso trocará el Evangelio y le dará contrarios sentidos o enseñará doctrina contraria a la voluntad de Dios: hará que diga Dios lo que no quiso decir” Lecciones sobre la epístola a los Gálatas 8.

El secreto de su predicación queda resumido en esta afirmación: “Amar mucho a nuestro Señor” Biografía de fray Luis de Granada I, 2.

Reflexión.

El descubrimiento de América suscitó un gran deseo de salir del propio territorio en busca de otros lugares y de otros pueblos; este espíritu sacudió hasta los más apartados rincones de la Península. Cambió muchos planteamientos de la sociedad y de la Iglesia española, convirtiéndola en esencialmente misionera.

 

Juan de Ávila comienza su labor apostólica en Sevilla hacia 1528, recién salido de la Universidad de Alcalá. Es ordenado sacerdote y celebra su primera misa sin tener ya a sus padres con él; sin dejarse prender en sofismas de relajación, repartió su hacienda con los pobres; así empezó su obra reformadora. Siempre los santos reformadores han puesto su piedra angular en la pobreza.

 

Su vocación misionera le llevará a intentar embarcarse a las Indias occidentales “[…] donde hubiese más trabajo y más necesidad y menos honra y aplauso del mundo”[4]. Juan de Ávila no pensaba evangelizar España pero la Providencia de Dios así lo quiso y él lo acepto. San Juan de Ávila es un símbolo de vida práctica y espiritual, de dogmática y de moral, de camino ascético sencillo y profundamente místico.

 

Meditación personal y pensamientos para la oración.

 

¿Has sentido alguna vez la inquietud de ser misionero?

¿Cómo se puede vivir la misión en las comunidades parroquiales?

¿Qué es lo que define tu vida sacerdotal?

 

 

 

 



[1] ANDRÉS MARTÍN, M., San Juan de Ávila. Maestro de Espiritualidad, BAC popular, Madrid 1997, pág. 37.

[2] PIZARRO JIMENEZ, T., San Juan de Ávila: navegar a las indias, “Ecclesia”, 2792 (1996) 6.

[3] Ibid., 2792 (1996) 6.

[4] PIZARRO JIMENEZ, T., San Juan de Ávila: navegar a las indias, “Ecclesia”, 2792 (1996) 6.



O si lo prefieres, regístrate en ECCLESIA para acceder de forma gratuita a nuestra revista en PDF

HAZME DE ECCLESIA

Cada mes, en tu casa

Últimas entradas