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Retiro sacerdotal sobre San Juan de Ávila (2)

La perseverancia en la dificultad

Texto bíblico.

“Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros” (2 Cr. 4, 7-12).

Textos de San Juan de Ávila.

“El corazón del Señor es misericordioso y hacedor de misericordia… mira con ojos de misericordia al pecador contrito y humillado… Que toma Dios por honra de su nombre el perdonar, y perdonar mucho” Audi Filia 21.

“¡Dejad, clavos, esas manos inocentes y atravesad mi corazón y llagadlo de compasión y de amor!… Vine aquí para curarme, ¡y me has herido! Vine para que me enseñases a vivir, ¡y me haces loco! ¡Oh sapientísima locura: no me vea yo jamás sin ti” Tratado del amor de Dios, nn. 8 y 11.

Reflexión.

Su ascendencia judía.

De familia de conversos del judaísmo al cristianismo, Juan de Ávila tuvo que afrontar durante toda su vida la marginación, en algunos momentos, y la sospecha a toda su obra. Parece que esto influyó en el asunto de su entrada o no en la Compañía de Jesús y algún autor indica que por este motivo no fue obispo; renuncia a canonjías, al obispado de Segovia, al arzobispado de Granada, a ser confesor de Felipe II y al capelo cardenalicio:

“[…] el racismo, el antisemitismo, de que estaba cargado su tiempo, golpeó a aquel hombre extraordinario. No le abatió ni endureció; le ayudó a forjarse, pero a costa sin duda de mucho dolor entrañable, de mucha sangre a veces del corazón […]”[1].

Su familia toma su apellido de la ciudad de su asentamiento y posteriormente     por alguna trasmigración fue a parar a Almodóvar del Campo, donde nació el Santo Maestro. Esto era muy frecuente entre los que no querían que resonase su apellido semita.

En 1547 se implanta enérgicamente en Toledo el estatuto de limpieza de sangre bajo la mano férrea del cardenal Siliceo; los estatutos de limpieza de sangre desde ese momento se van imponiendo en toda España. También fueron cristianos nuevos Melchor Cano, Francisco de Vitoria y Laínez: “[…] porque el P. M. Ávila dijo que por dos cosas se podría perder la Compañía: la primera, por admitir a ella mucha turba; y la segunda, por hacer distinción de linajes y sangre”[2].

 

Los primeros fracasos.

A los catorce años va a estudiar leyes a Salamanca, como lo haría Pedro de Alcántara. Se equivocó de carrera al haber elegido un saber contrario a su temperamento afectivo de orador y orante, de predicador y de contemplativo que solamente podrá saciar con las ciencias de los santos.

La facultad de Artes, con sus estudios filosóficos, era una de las cuatro carreras fundamentales de la época: derecho canónico y civil, medicina y teología. El derecho abría posibilidades de futuro en la administración civil y eclesiástica.

Después de cuatro años de estudios, que el llamaría de negras leyes en Salamanca, tuvo que retornar a Almodóvar con un prematuro hastío. El desengaño, la limpieza de sangre o los peligros y seducciones que allí encontró le determinaron a arrinconar los libros y a consagrarse en su casa a la oración y a la penitencia.

Quizá le cortó las alas su condición de cristiano nuevo, ya que la Universidad de Salamanca no había cerrado la puerta a los prejuicios de la época o quizá fue la peste de 1518 la que le desterró de allí como a otros estudiantes o, tal vez, fue el fracaso de los estudios o el rechazo de la carrera elegida por la familia, según opinan el P. Granada y algunos de sus biógrafos. Su retiro en Almodóvar del Campo se prolongó, al parecer, desde 1517-1518 hasta 1520.

La Universidad Salmantina, con ansias renovadoras, equivocó su ruta llamando a dos catedráticos de la Universidad Parisiense para que explicaran filosofía según el modelo decadente de París. Los catedráticos de filosofía nominalista venidos de las orillas del Sena fueron Fray Domingo de San Juan de Pie del Puerto y Juan Martínez del Siliceo.

En 1513 Nebrija, el patriarca de nuestro humanismo, huye despechado de las aulas universitarias de Salamanca, casi expulsado, en su lucha contra los gramáticos, juristas y escolásticos desfasados. Francisco de Vitoria, el Sócrates de la Teología española, tardará años en traer nuevos métodos que transformen y den vida e interés a los estudios teológicos de esta universidad.

Juan de Ávila creyó que su camino era la vida retirada y contemplativa. Un fraile peregrino de la Orden de San Francisco le apunta con el dedo la joven universidad complutense, que apenas había cumplido doce años de existencia y le propone ser sacerdote.

A veces se plantea la vida idealmente sin el contraste con la dura realidad; cuando vienen las dificultades y los aparentes fracasos van debilitando las aspiraciones más nobles. Los santos son los que han conocido el amor de Dios y han creído en Él, son los que pasando por la pasión y muerte de amor, han vencido con la resurrección de amor de Cristo pasando por las dificultades.

La Universidad de Alcalá de Henares.

Dos hechos fundamentales de orden académico y cultural crearon un lazo fecundo entre el humanismo y la teología en España: la nueva ordenación y clima interior propiciado por Cisneros en la Universidad de Alcalá de Henares (1508) y la sustitución del libro de las Sentencias de Pedro Lombardo, por la Suma Teológica de Sto. Tomás en la Universidad de Salamanca (1526ss).

La Universidad de Alcalá de Henares ostentaba en el siglo XVI la primacía de la modernidad y la capitalidad de la espiritualidad española. Esta Universidad se gloriaba de marchar en la vanguardia de los estudios humanistas; corrientes tan diversas y tan audaces como el biblismo, el erasmismo, el humanismo… se daban allí. El humanismo y la teología se unieron con estrechos lazos desde una recia base humanística. La teología no es concebida como un simple conocimiento de Dios a través de la revelación, sino como una transformación en Él. Los centros de vivencia espiritual corren paralelos con los centros del saber universitario.

El conocimiento de las lenguas sagradas que desarrollaron los estudios bíblicos, la valoración de la mitología, la apertura y la búsqueda de la verdad a través de extensos y precisos conocimientos, la confianza en la capacidad creadora del hombre, el afán de transmitir el don de Dios con análisis crítico y también con soltura, precisión y belleza, aplicar la luz de la revelación a los nuevos problemas políticos, económicos, religiosos y sociales, llevó a la teología a preocuparse de los problemas del hombre y de todos los hombres.

En Alcalá, Cisneros impulsó un plan de estudio basado por primera vez en tres vías teológicas (el tomismo, el escotismo y el nominalismo) y decretó que las cátedras no fueran propiedad de por vida. Tres profesores, a la misma hora y durante el mismo tiempo, con la misma dotación económica y los mismos derechos, explican tres sistemas teológicos distintos. Cisneros abre su universidad a todos los horizontes: el nominalismo, desterrado hasta entonces de las universidades de Salamanca y de Sevilla, estaba de moda en las facultades universitarias europeas de Artes, Teología y Derecho civil y canónico. Cada profesor podía explicar a su titular sin tener la obligación de atarse a su pensamiento; incluso podía refutarlo. El teólogo español se distinguirá por su alta personalidad de criterio: atender más al valor de las razones que a la persona que las dice.

El método cisneriano de enseñar la teología por las tres vías más famosas de la época, sació el hambre de universalidad y de apertura de la juventud española. No es una vuelta al pasado de los clásicos, es un esfuerzo confiado y decidido por superarlos basándose en la capacidad creadora del hombre para conseguir un progreso intelectual y moral; descubrir el mundo presente, exaltar a los nuevos argonautas, capitanes y héroes y buscar incansablemente la verdad: “[…] nada he tenido yo por más propio del hombre que buscar la verdad, oír la verdad, cultivar y amar la verdad, exponer la verdad; en una palabra, defender la verdad”[3]. Las fuentes del derecho y de la moral, a finales del siglo XV y principios del XVI, se encuentran en Dios y en la naturaleza humana no en meros consensos sociales. España alcanza en la segunda mitad del siglo XVI el mayor nivel europeo de universitarios por mil habitantes.

 

Juan de Ávila encontrará en esta universidad lo que buscaba; los años de Alcalá hicieron gran impacto en su alma y dejaron en ella una huella imborrable, de él hizo un gran intelectual, su buen talento allí se abrió a todos los saberes. Su gusto por la teología positiva que aprendió en Alcalá le acompañó toda su vida y la comunicó en su Universidad de Baeza; otra corriente cultural que le impactó fue el erasmismo.

 

Juan de Ávila será una de las primicias más destacadas de la universidad de Alcalá junto con Domingo de Soto, Francisco de Osuna y Tomás de Villanueva. Desde 1520 a 1526 Juan de Ávila estudia allí, recibiendo su formación; por eso se resintió de nominalismo, ciertas fluctuaciones doctrinales las encontramos en la primera redacción del Audi Filia.

 

Juan de Ávila enviará siempre a sus discípulos a estudiar a Salamanca y no a Alcalá a pesar de todo; ante las grandes posibilidades humanísticas y el desorden creativo de Alcalá, prefirió la teología más lograda de Salamanca.

 

En el caer y levantarse, en lo agridulce de la existencia, en las luces y sombras de la vida, Ávila siguió intentándolo. El que no deja de dar la vida por los demás con la fuerza de Dios, encuentra respuesta a sus ansias más profundas y recibe el ciento por uno.

 

Meditación personal y pensamientos para la oración.

 

Destaca las dificultades más importantes que has encontrado en tu vida.

Destaca las grandes posibilidades que has encontrado en tu vida.

¿Qué medios has utilizado para superar las dificultades que has encontrado y los que te han llevado a cultivar tus cualidades particulares?

 

Adoración eucarística.

 

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ESQUEMA PARA LOS SACERDOTES

Retiro 2

La perseverancia en la dificultad

 

Texto bíblico.

“Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros” (2 Cr. 4, 7-12).

 

Textos de San Juan de Ávila.

“El corazón del Señor es misericordioso y hacedor de misericordia… mira con ojos de misericordia al pecador contrito y humillado… Que toma Dios por honra de su nombre el perdonar, y perdonar mucho” Audi Filia 21.

“¡Dejad, clavos, esas manos inocentes y atravesad mi corazón y llagadlo de compasión y de amor!… Vine aquí para curarme, ¡y me has herido! Vine para que me enseñases a vivir, ¡y me haces loco! ¡Oh sapientísima locura: no me vea yo jamás sin ti” Tratado del amor de Dios, nn. 8 y 11.

Reflexión.

De familia de conversos del judaísmo al cristianismo, Juan de Ávila tuvo que afrontar durante toda su vida la marginación, en algunos momentos, y la sospecha a toda su obra. Parece que esto influyó en el asunto de su entrada o no en la Compañía de Jesús.

 

A los catorce años va a estudiar leyes a Salamanca, como lo haría Pedro de Alcántara. Se equivocó de carrera al haber elegido un saber contrario a su temperamento afectivo de orador y orante, de predicador y de contemplativo que solamente podrá saciar con las ciencias de los santos.

 

Juan de Ávila creyó que su camino era la vida retirada y contemplativa. Un fraile peregrino de la Orden de San Francisco le apunta con el dedo la joven universidad complutense, que apenas había cumplido doce años de existencia y le propone ser sacerdote. Juan de Ávila encontrará en esta universidad lo que buscaba; su gusto por la teología positiva que aprendió en Alcalá le acompañó toda su vida y la comunicó en su Universidad de Baeza.

 

Meditación personal y pensamientos para la oración.

 

Destaca las dificultades más importantes que has encontrado en tu vida.

Destaca las grandes posibilidades que has encontrado en tu vida.

¿Qué medios has utilizado para superar las dificultades que has encontrado y los que te han llevado a cultivar tus cualidades particulares?

 



[1] JIMÉNEZ DUQUE, B., Juan de Ávila en la encrucijada, “Revista Española de Teología”, 29 (1969) 450.

[2] M. H. S. I., Rivaden., II, pág. 281 citado por JIMÉNEZ DUQUE, B., Juan de Ávila en la encrucijada, “Revista Española de Teología”, 29 (1969 ¿?) 450.

[3] SÁNCHEZ CIRVELO, o.c., fol. 71-72; JUAN DE CELAYA, In quartum Sententiarum, citado por ANDRÉS MARTÍN, M., Pensamiento teológico y vivencia religiosa en la Reforma española (1400-1600), en AAVV, Historia de la Iglesia en España. La Iglesia en la España de los siglos XV y XVI, T. III – 2, BAC, Madrid 1980, pág. 284.



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