Presentación libro de Andrea Riccardi
Libro de Andrea Riccardi “El siglo de los mártires”
El miércoles 5 de julio, en el Colegio Mayor Universitario San Pablo, de Madrid se presentó el libro de Andrea Riccardi “El siglo de los mártires” que Ediciones Encuentroen una nueva edición acaba de publicar. Con una traducción revisada incluye un nuevo prólogo del autor y un nuevo capítulo con algunas de las historias de los cristianos del siglo XXI.
Intervinieron en la presentación por este orden: D.Alfonso Bullón de Mendoza, Presidente de la Fundación Universitaria San Pablo CEu, el editor D. Manuel Oriol,director de Ediciones Encuentro, D. Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, D. Carlos Osoro,cardenal arzobispo de Madrid, y el autor de la otra,D. Andrea Riccardi.
Alfonso Bullón de Mendoza,dio las gracias a Riccardipor la obra y a D. Juan Antonio Martínez Caminoque con sus insistencia hizo que el autor Andrea Riccardi estuviera presente en este acto. Asimismo agradeció a Ediciones Encuentro por la nueva edición y al cardenal Osoropor su presencia y presidir el acto.
Después de las palabras de agradecimiento de D. Manuel Oriol a los componentes de la mesa y a los asistentes, tomó la palabraD.Juan Antonio Martínez Camino, impulsor de los libros sobre mártires en Ediciones Encuentro. Dio las gracias a Riccardi«por un motivo particular», y que tiene que ver con mi persona y con la historia viva de la Iglesia: me refiero a su empeño a favor de la memoria de los mártires y, en particular, de los mártires del siglo XX y también del siglo XXI.
Un empeño, recordó, plasmado en este libro y en otras realidades, no menos relevantes, como la iglesia dedicada en Roma a los mártires del siglo XX, y encomendada por el Papa san Juan Pablo IIa la Comunidad de Sant’Egidio y que es la iglesia de San Bartolomé, en la Isla Tiberina de Roma. San Juan Pablo IIanimó a la Comunidad de San Egidio, el movimiento fundado porRiccardi, a crear un lugar especial con la Iglesia de los Nuevos Mártires.
El 22 de abril de 2017, el papa Francisco celebró una liturgia en al Iglesia de San Bartolomé y en su homilía dijo: “la Iglesia es Iglesia si es Iglesia mártir”. Benedicto XVI, el 7 de abril de 2008, recordó la memorable homilía que san Juan Pablo II había pronunciado el 2 de mayo de 2007 en el Coliseum (Roma), en conmemoración ecuménica de los testigos de la fe del siglo XX. Dijo el papa Juan Pablo II:“ …La generación a la que pertenezco ha conocido el horror de la guerra, los campos de concentración y la persecución. En mi Patria, durante la segunda Guerra Mundial, sacerdotes y cristianos fueron deportados a los campos de exterminio. Sólo en Dachau fueron internados casi tres mil sacerdotes; su sacrificio se unió al de muchos cristianos provenientes de otros países europeos, pertenecientes también a otras Iglesias y Comunidades eclesiales. Yo mismo fui testigo en los años de mi juventud, de tanto dolor y de tantas pruebas. Mi sacerdocio, desde sus orígenes, “ha estado inscrito en el gran sacrificio de tantos hombres y de tantas mujeres de mi generación”. La experiencia de la Segunda Guerra Mundial y de los años siguientes me ha movido a considerar con grata atención el ejemplo luminoso de cuantos, desde inicios del siglo XX hasta su fin, experimentaron la persecución, la violencia y la muerte, a causa de su fe y de su conducta inspirada en la verdad de Cristo.
¡Y son tantos! Su recuerdo no debe perderse, más bien debe recuperarse de modo documentado. Los nombres de muchos no son conocidos; los nombres de algunos fueron manchados por sus perseguidores, que añadieron al martirio la ignominia; los nombres de otros fueron ocultados por sus verdugos…”.
Sin embargo, los cristianos conservan el recuerdo de gran parte de ellos. Lo han demostrado las numerosas respuestas a la invitación de no olvidar, llegadas a la Comisión “Nuevos mártires” dentro del Comitédel Gran Jubileo, que ha trabajado con tesón para enriquecer y actualizar la memoria de la Iglesia con los testimonios de todas aquellas personas, también las desconocidas, que “han dado su vida por el nombre de Nuestro Señor Jesucristo” (Hch 15,26). Sí, como escribía – la víspera de su ejecución – el metropolita ortodoxo de San Petersburgo, Benjamín, martirizado en 1922, “los tiempos han cambiado y ha surgido la posibilidad de padecer sufrimientos por amor de Cristo…”. Con la misma convicción, desde su celda de Buchenwold, el pastor luterano Paul Schneider lo afirmaba ante sus verdugos: “Asídice el Señor, yo soy la Resurrección y la Vida…”
La sangre cristiana derramada no es sólo la de los católicos. En esa homilía que san Juan Pablo IIhabía pronunciado el 2 de mayo de 2007 en el Coliseum (Roma), indicó Juan Antonio Camino,el papa mencionó solo dos nombres, ninguno de ellos católico; menciona a el metropolita ortodoxo de San Petersburgo, Benjamínfusilado por los bolcheviques en 1922 y al pastor luterano alemánPaul Schneider, detenido por los nazis en 1937, torturado por ellos porque predicaba desde su celda y porque no rendía homenaje a Hitler. Fue asesinado con una inyección letal en 1939, dejando viuda y seis hijos.
Juan Antonio Caminoaludió a la referencia que el libro de Riccardihace a este obispo: Benjamín, quien en su última carta decía: “Han cambiado los tiempos y ha aparecido la posibilidad de padecer por amor a Cristo sufrimientos tanto por parte de los nuestros como de los extraños. Sufrir es duro, pesado, pero en la misma medida de nuestros sufrimientos sobreabunda también el consuelo divino…” Y sobre el pastor luterano alemán Paul Schneider, que fue deportado en 1937 a Buchenwald por su oposición al nazismo. En el campo de concentración fue sometido a maltratos y a trorturas particulares porque se negaba a rendir homenaje a la cruz gamada..un compañero de detención le ha recordado de este modo: “En el búnker donde se encontraban las celdas de aislamiento oscuro conocí al pastor Schneider…Todas las mañanas rezaba por nosotros, los prisioneros, una oración matutina, y por esa causa le apaleaban o torturaban cada vez”. Un exdetenido, que había decidido echarse contra el alambre de espino electrificado, contó que desistió de ello gracias al pastor Schneider cuando se les convocó en el patio del campo “…en aquel lugar de horror y desesperación, se oyó resonar, una voz fuerte y clara. Esta voz procedia de la claraboya de una celda del búnker: `Jesucristo dice: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en tinieblas´…Con aquel grito me salvó. Porque desde ese momento supe que ¡había Alguien a mi lado!”… En los días de fiesta, en medio del silencio del recuento, de pronto, desde las tétricas rejas del búnker, sonaba la voz potente del pastor Schneider…El domingo de Pascua, oímos de improviso estas potentes palabras: `Así dice el Señor: ¡’Yo soy la resurrección y la vida!´. En las largas filas de los prisioneros estaban todos atentos, profundamente turbados por el valor y por la energía de aquella voluntad indómita…Nunca pudo pronunciar más que unas pocas frases. Después oíamos abatirse sobre él los bastones de los guardias…”
D.Juan Antonio Caminorecomendó el libro de Riccardi por abarcar todos los países y las distintas confesiones cristianas. Libro con una nueva traducción, que mejora notablemente la anterior.
Señaló la importancia de los mártires españoles de los años 30, aunque se recuerden poco a nivel mundial, puesto que el gran libro “Historia de día persecución religiosa en España 1936-1949” de D.Antonio Montero, se queda con la referencia solo a España. No hay al contexto europeo. El libro de Riccardiencabeza, como número uno, la colección de “los mártires del siglo XX”. La obra refleja la historia viva y es el marco para entender que lo que sucedió en España en los años 30 no fue un punto y aparte, sino que está en sintonía con lo que sucedió en otros países. El siglo XX se presenta como “el siglo del martirio”. Basta con pensar que en la Unión Soviética fueron asesinadas un millón, tal vez millón y medio, a causa de su fe. El martirio es también la historia del siglo XXI.
El libro explora la crudeza y variedad de las persecuciones del “civilizado” y “tecnológico” siglo XX y principios del siglo XXI.
La persecución en los países de Europa oriental bajo regímenes comunistas; la persecución a los cristianos y misioneros en África, América. El martirio no se reduce solo a los capítulos de los regímenes totalitarios. También han caído los cristianos en países de misión, en guerras. No faltan los cristianos perseguidos y asesinados por pertenecer a comunidades minoritarias. La persecución en China. Y las categorías especiales: mártires de la caridad, de la justicia, bajo las mafias, bajo el terrorismo; las persecuciones sangrientas contra los católicos en los años 20 en México.
A continuación se dio la palabra el cardenal D. Carlos Osoro. Quien en primer lugar dio las gracias al autor, Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidiopor su presencia, asícomo la obra que ha escrito; dio lasgracias a D. Manuel Oriol,director de Ediciones Encuentro, a D.Alfonso Bullón de Mendoza, Presidente de la Fundación Universitaria San Pablo CEu. Animó a los presentes a afrontar las riendas de los desafíos que se nos plantean actualmente y poner en el centro al ser humano.
Después de leer el libro, destacó el cardenal, me siento invitado a ser protagonista de una nueva etapa evangelizadora. Es a lo que el PapaFrancisco«nos invita e insiste» En el fondo, explicó, este libro nos invita a construir la cultura del encuentro; Dios es el fundamento de la cultura del encuentro. Nosotros, somos un pálido reflejo del amor de Dios. Es necesario que cojamos este amor como aquí se manifiesta, en nombre de los mártires que «no mueren matando, mueren dando la vida por nuestro Señor».
Seguidamente tomó la palabra a Andrea Riccardi,profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Bari,en La Saienza de Roma, y en la de Roma III. Gran analista de la historia de la Iglesia contemporánea. Fue ministro en el gobierno italiano de Mario Monti. En 1968 fundó la Comunidad de Sant´Egidio. San Juan Pablo IIlo nombró miembro de la Comisión de los testigos de la fe o Nuevos Mártires con motivo del Gran Jubileo del 2000. Esto le impulsó a escribir este libro “El Siglo de los Mártires”. Y en estos días se presenta la nueva edición española.
El libro responde a la demanda de san Juan Pablo IIde redescubrir los testimonios de martirio no como una reivindicación o por deseo de «una revancha hacia los perseguidores, sino para que quede de manifiesto el extraordinario poder de Dios.
Agradeció la acogida de la Fundación Universitaria San Pablo CEu. Agradeció al Director de Ediciones Encuentro por la valentía de volver a publicar un libro ya publicado. Agradeció también a Mons. Juan Antonio Martínez Caminoa quien conoce desde el encuentro en Augustinianumde Roma, encuentro que nos hizo comprender, dijo, que los mártires españoles son algo que tienen que ver con toda la Iglesia Universal. Agradecimiento también al Cardenal Osoro Sierra.
En alusión a la obra que se presenta, la define como un «conjunto de historias diferentes que componen una única historia: la de la fuerza que pueden llegar a tener los más débiles y recalcó que el testamento de los mártires está todavía por abrir. Hay mucho que comprender, hay un tesoro que descubrir, hay mucho que estudiar. Este libro rescata una historia de cristianos asesinados en el siglo XX por ser creyentes.
El testamento de los mártires es algo que debemos abrir, una gran herencia», y es significativo que tres Papas tan distintos como san Juan Pablo II,Benedicto XVI y el Papa Franciscohayan “tocado” el tema del martirio. Porque los mártires no dividen, sino que unen y crean –como ha dicho el cardenal Osoro– el encuentro, la unidad y el amor.
San Juan Pablo IIafirmó, durante la conmemoración de los testigos de la fe del siglo XX, a propósito de la herencia de los nuevos mártires:“Si nos enorgullecemos de esta herencia no es por parcialidad y menos aún por deseo de revancha hacia los perseguidores, sino para que quede de manifiesto el extraordinario poder de Dios, que ha seguido actuando en todo tiempo y lugar. Lo hacemos perdonando a ejemplo de tantos testigos muertos mientras oraban por sus perseguidores”.
Los mártires no son banderas en la lucha contra un enemigo, una religión. No dividen, crean encuentro, unidad y amor. Y recordando a san Juan Pablo II que vivió bajo el régimen comunista en Polonia y se dio cuenta que la Iglesia es un pueblo de mártires.
Juan Pablo II animó a la Comunidad de San Egidio, a crear un lugar especial con la Iglesia de los Nuevos Mártires en la Isla Tiberina de Roma. Pero no es un museo. Una iglesia nunca es un museo. Es la fe del pueblo que reza. Allí hay reliquias y memoria. Allí está el pastoral del arzobispo Posadas Ocampo, de Guadalajara (México), asesinado por mafias en 1993. Hay reliquias de un joven cristiano ruandés, asesinado en las matanzas de hutus y tutsis de 1994. Está el misal de monseñor Romero…”.
SanJuan Pablo IIfue el que hizo pensar seriamente en la transcendencia de los mártires en la Iglesia.Fue testigo de la persecución bajo el comunismo y se dio cuenta de que la iglesia es un pueblo de mártires. Le preocupaba que muchos mártires desconocidos no llegarían a los altares públicamente. Esa fue una de las razones que me llevaron a contar en este libro las historias de los sin nombre, los desconocidos. Cada historia es un mensaje y todas juntas son un gran mensaje. Es una gran herencia. Ciertas historias me han impresionado muchísimo. No creía en un mundo tan cruel, señaló Andrea Riccardien la presentación. Este libro es como un mosaico, donde cada historia es un mensaje. Es un libro de historias diferentes, pero una única gran historia.
La memoria de los mártires era un campo imposible porque la mayor parte de los católicos estaba convencido de que nuestra historia es de perseguidores y no perseguidos, y había una concepción del martirio muy fragmentaria, vinculada a algunas memorias, más allá de lo que era una cultura del martirio. Yo creía, dijo Riccardi, conocer la historia del cristianismo en el s.XX… pero escribir este libro fue como bajar a las catacumbas de la historia.
He encontrado hombres y mujeres fuertes, que siendo débiles han encontrado dentro de ellos una fuerza increíble en la fe. He conocido mártires, nosotros hemos conocido mártires… y, sin embargo, “¡seguimos igual!”, dice, con remordimiento,Riccardi.
El cristianismo es una religión histórica, sus textos sacros están embebidos de historia. Hay que recuperar el gusto por la memoria, por la historia. Este estudio de los mártires me hizo descubrir dimensiones profundas. El mártir cristiano va por delante de todos nosotros. Él es un evangelio viviente. Estamos llamados a conocer y aceptar su testimonio, a conocer sus historias y hacer memoria.
El mártir cristiano perdona como Cristo perdonó. Muestra qué es lo que vive de verdad la Iglesia. Muestra una fuerza ‘débil’, una fuerza hecha de debilidad. La vemos en hombres, mujeres, niños, pobres, personas asesinadas sin defenderse ni ceder. Pienso en esas mujeres cristianas en el Imperio Otomano, amenazadas de muerte a menos que abrazasen el Islam, que optaban por mantenerse firmes en la fe. Pienso en monseñor Romero, en El Salvador, que resistía la presiones. La misma Iglesia católica, especialmente después del Jubileo del año 2.000, ha ensanchado su sensibilidad a los acontecimientos del martirio, como se ve en la reciente canonización de monseñor Romero.
El martirio de los cristianos continúa en el siglo XXI. Recordó al paquistaní Shahbaz Bhatti, asesinado por un grupo terrorista. Luchaba con la palabra contra la ley sobre la blasfemia. El martirio es la historia de muchos seres humildes, revela también la resistencia tenaz contra el mal. Esa es la fuerza ‘débil’ de la Iglesia. El papa Francisco comentó así la fuerza de los mártires: “…al leer las historias de ratos mártires de ayer y de hoy -en número mayor respecto a los primeros siglos-, nos quedamos sorprendidos ante la fortaleza con la que afrontaron la prueba…”. Recordó que la unidad de los cristianos debe partir de los mártires.
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8 de Junio de 2019
José Manuel Coviella C.

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