Esta mañana el Papa Francisco se encontró en el Aula Pablo VI con los niños y sus familias, los médicos y voluntarios del Dispensario Santa Marta. Allí, con alegría, enfatizó que trabajar con niños «enseña mucho». «Para comprender la realidad de la vida, uno debe agacharse como cuando nos agachamos para besar a un niño. Nos enseñan esto. Los orgullosos, los soberbios no pueden entender la vida, porque no son capaces de agacharse», indicó.
Al servicio de los niños y las familias
La historia del dispensario de Santa Marta está vinculada a los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. Es el 8 de mayo de 1922: el Papa Pío XI bendice, en el corazón del Vaticano, esta estructura destinada a ayudar a los niños pobres. Desde ese día, el Dispensario, confiado a las Hermanas Hijas de la Caridad de San Vincenzo de Paoli, ofrece asistencia pediátrica gratuita a niños en edad neonatal y que no poseen la tarjeta nacional de servicios de salud.
Las familias que recurren al dispensario son cada vez más numerosas y provienen de todo el mundo. Los médicos especialistas ofrecen su profesionalidad con amor y dedicación. Además, También distribuyen productos para bebés, como leche en polvo, pañales, homogeneizados y, cuando estén disponibles, necesidades básicas para toda la familia. La hermana Antonietta Collacchi, directora del dispensario de Santa Marta, recuerda que las familias reciben todo lo que pueden donar. Entre los médicos voluntarios, agrega la hermana Colacchi, algunos están jubilados. Otros trabajan en varios hospitales y dedican su tiempo al dispensario. La asistencia está garantizada no solo a los niños, sino también a los padres.
