Se llama Arzoo Raja, es cristiana y tiene 13 años. El pasado 13 de octubre, mientras jugaba delante de su casa en Cant Station Railway, en Karachi, un vecino musulmán de 44 años llamado Alí Azhar se la llevó consigo. Al advertir su desaparición, sus padres y hermanos mayores se pusieron a buscarla desesperadamente por las calles y entre sus allegados. No tuvieron éxito. Horas después, ponían una denuncia en la comisaría de Frere.
Cuando por fin supieron de ella, los progenitores se llevaron una sorpresa. Les dijeron que Arzoo se había convertido ese mismo día al islam y se había casado con su secuestrador. Pero su pesadilla no había terminado aún. Dos semanas después, el 27 de octubre, un juez de Karachi daba por buena esa versión y avalaba con una sentencia el matrimonio forzado, llamando incluso a la muchacha con el nombre musulmán de Arzoo Fátima. Los padres no han podido ver a su hija en este tiempo.
El caso de Arzoo, uno más en la larga lista de secuestros y conversiones forzadas en Pakistán, ha conmocionado a la comunidad cristiana nacional, que ha salido a las calles en las principales ciudades para exigir justicia. En Karachi, entre 300 y 500 personas se congregaron ante la catedral de San Patricio el 28 de octubre. «La orden judicial que legitima el secuestro ha entristecido enormemente a la comunidad cristiana; según esta orden la niña tendrá que vivir con su secuestrador y la policía les garantizará protección», ha dicho el padre Saleh Diego, vicario general de la archidiócesis y responsable de su comisión de Justicia y Paz. «La niña secuestrada —añade— ya lleva dos semanas con su secuestrador y el tribunal ha fallado a favor del secuestrador. Es terrible. Haremos todo lo posible para hacer justicia».
Los activistas de derechos humanos también claman al cielo contra la sentencia. Una de esas activistas, Shema Kirmani, musulmana, ha recordado que la Ley de Matrimonio Infantil de la provincia de Sindh no permite los matrimonios de menores de 18 años. «Ninguna religión permite que nadie sea obligado a convertirse y casarse con el secuestrador. Esto es secuestro y violación», ha declarado a la agencia Fides. Christian Ghazala Shafiq, por su parte, ha denunciado que «el juez ni siquiera pidió el certificado de nacimiento» de la niña para comprobar su edad.
La Ley vigente en Sindh castiga con penas de «prisión de hasta tres años pero no menos de dos», y multa, a aquellos varones mayores de 18 años que contraigan matrimonio con una niña. La misma sanción tienen quienes «presidan, dirijan, celebren o faciliten de cualquier manera un matrimonio precoz».
El arzobispo de Karachi, cardenal Joseph Coutts, ha pedido «un juicio justo» para el caso de Arzoo Raja. «Esperamos que se adopten medidas severas para detener la creciente ola de secuestros y conversiones forzadas de niñas que pertenecen a las minorías religiosas en Pakistán. Por el momento, los ciudadanos de las minorías no se consideran seguros y con igualdad de derechos», ha dicho.
Contra las viñetas
Los asistentes a la concentración frente a la catedral de Karachi protestaron también contra la publicación de caricaturas ofensivas del profeta Mahoma, como ha ocurrido en Francia. El cardenal Coutts y su vicario general Diego han condenado en un comunicado la difusión de esas caricaturas así como la actitud de las autoridades francesas. Indican que no solo ofenden los sentimientos religiosos de los musulmanes, sino también los de los fieles de otras religiones.
