El presidente de la CEE, el cardenal Juan José Omella, ha participado este miércoles 17 de junio en el último Foro de Encuentros Interdisciplinares de la Fundación Pablo VI, junto con el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ministro de Economía en España de 2011 a 2016. Este coloquio estuvo moderado por el periodista Fernando de Haro, y se centró en la recuperación de la sociedad a todos los niveles tras la crisis del coronavirus, en la que según el cardenal Omella, «se necesitan líderes como el Papa Francisco, que “arrastran” por su coherencia». Un valor que según el presidente de los obispos españoles se necesita en la clase política española, donde la sociedad les reclama que «sean coherentes, y que lo que digan lo cumplan».
«¿Cómo es posible que algunos políticos se hayan subido sueldo?», se ha preguntado el cardenal. «Los obispos y los sacerdotes nos hemos bajando los sueldos para acompañar a los que más sufren». Si nos estamos «desenganchando» de la política, afirmó el arzobispo de Barcelona, «es porque hay políticos que no dan la talla, como también hay obispos que no la dan». A este respecto, ha explicado que cuando «un sacerdote comete un escándalo, la gente se aparta de la Iglesia… de la misma manera afecta esto a la política». Por su parte, Luis de Guindos ha explicado que la sociedad «ansía la búsqueda de soluciones comunes» frente a quien usa políticamente la tragedia, algo que el ex ministro asegura que se penalizará socialmente. Por eso, desde Europa «queremos ayudar a que esa crisis sea menos profunda y minimizar el impacto que esta tragedia dejará en la sociedad. Es importante que los ciudadanos europeos se den cuenta de esto. Es el mejor mensaje para acabar con el populismo».
Y frente a la crispación y el enfrentamiento, el cardenal ha alabado la función de la Iglesia, a la que comparó con los «curas de los pueblos» que siempre han sido «constructores de fraternidad». La Iglesia tiene que «crear espacios donde podamos decir las cosas sin insultarnos. Hacer pactos políticos, pero no solo entre partidos, ¡hay que abrirse a todas las iniciativas, tanto privadas como públicas, de la sociedad porque a todos nos interesa el bien común!». Además, ha insistido en no buscar ideologías, sino la unidad, «aportando ideas, corrigiendo pretensiones, escuchándonos. De verdad que no hay otro camino».
De Guindos se sumó a esta «receta» del cardenal para curar la sociedad ante la crisis que se presenta y animó a trabajar dejando a un lado «a quienes solo se miran el ombligo» y aprender de las lecciones de la historia. En este punto, ha puesto como ejemplo «la Europa unida e integrada» frente a la técnica populista de «buscar un enemigo fuera». El futuro de la «comunión» europea será decisivo porque «vamos a la peor crisis desde el fin de las guerras del siglo XX» y en ese entorno las instituciones deben «ayudar para que la crisis no sea más profunda». Para Omella, la aportación europea es «ilusión y amor a un proyecto común con las raíces y valores cristianos», que han estado presentes «como la savia de las raíces, que dan lugar a los árboles más fuertes».
El reto de la globalización
El director de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, introdujo también el tema de la globalización, no sin antes trasladar su apoyo a todas las personas que ha sufrido, y sufren, «los efectos devastadores de la pandemia». Avezuela ha destacado como la globalización debería ser «más humana» para llevar a cabo una «verdadera transformación del orden social». El vicepresidente del BCE destacó que la globalización también tiene «luces y sombras, pero muchas más luces. Millones de personas han salido de la pobreza gracias a ella. Es un fenómeno que estará ahí independientemente de la crisis del COVID, pero habrá modificaciones desde el punto de vista económico, porque nos hemos dado cuenta de que la proximidad también implica seguridad».
Omella ha afirmado que el coronavirus ha puesto de manifiesto que «nos necesitamos más, que necesitamos valorar a la persona» y esta situación nos ha mostrado «la importancia de la solidaridad entre nosotros». Además, prosiguió, «nos ha suscitado interrogantes sobre los valores trascendentes. En un mundo globalizado donde la economía nos puede llevar al egoísmo, nos hemos dado cuenta de la importancia de compartir».
«Fraternidad en la Casa Común»
Otro de los temas que ha sacado a la luz la pandemia es que está pendiente solucionar la problemática de la inmigración, un reto que, según el cardenal Juan José Omella, «no hemos sabido hacer bien». Se necesita ahora por parte de las administraciones «regularizar la situación de los que vienen» como alentar «el no tener que salir de los países de origen». El cardenal quiso destacar que «hay que aprender a vivir en fraternidad en nuestra Casa Común».
De Guindos ha unido esta problemática a la economía que surja tras la pandemia y que haga que se movilicen aún más los flujos migratorios. Por eso, añadió el trabajo del BCE para que «la crisis no se convierta en deuda, y “remar” de esta manera todos en la misma dirección, ya que si a un país le val mal, al conjunto de Europa no le puede ir bien. Estamos todos en el mismo barco». Por último, el cardenal ha pedido «no apartar la mirada de los más pobres» porque mientras nos preocupamos de que no todo el mundo tiene acceso a puntos wifi, «hay familias en el mundo que no tienen acceso ni al agua», ha destacado.
Por eso, ha instado a poner en el centro de la economía a la persona y al trabajo, porque «sin trabajo toda vida se pudre, pero bajo un trabajo sin alma, la vida se apaga». De esta manera, ha concluido, tenemos que ayudar a que todo el mundo «tenga las “3T” a las que se refiere el Papa» y que pondera la Doctrina Social de la Iglesia: Techo, tierra y trabajo». En este sentido, ambos alabaron la labor de Cáritas que «ha puesto de manifiesto todos los gestos de cercanía que mantiene la Iglesia», para caminar los unos con los otros, ha matizado el cardenal para concluir.
