Por Antonio DIAZ TORTAJADA, Sacerdote-periodista
“Una maravilla del Espíritu”, así calificó al concilio Vaticano II, el arzobispo emérito de Pamplona-Tudela, monseñor Fernando Sebastián, en la conferencia impartida en la Facultad de Teología de Valencia, con motivo del 50 aniversario de la conovatoria de tan importante acontecimiento eclesial.
“Hoy50 años después, señaló monseñor Fernando Sebastián, nadie puede negar que el Concilio supo leer con profundidad los signos de los tiempos y quiso poner a la Iglesia y a los cristianos en condiciones de resistir las actuales acometidas del laicismo y de anunciar a los hombres de nuestro tiempo, de manera comprensible y amable, el evangelio permanente de la única salvación universal, la salvación de Dios”.
La pretensión del concilio Vaticano II, dejó claro el conferenciante, fue poner al mundo entero en relación con el Evangelio de salvación.
La finalidad del Vaticano II fue renovadora y evangelizadora. Buscó terminar con el desencuentro entre la Iglesia y la cultura moderna. Valoró de forma nueva y positiva las realidades humanas, acercándose a ellas fraternal y humildemente, con una postura comprensiva y dialogante, que facilitase la acogida del Evangelio. En este encuentro con el mundo moderno no se trataba de “modernizar” la Iglesia, sino de cumplir mejor el mandato del Señor: anunciar el Evangelio de manera comprensible y atrayente.
Monseñor Sebastián comenzó subrayando un dato que contribuyó al clima de entendimiento y de diálogo, e hizo posible el cambio de “mentalidad pastoral” de la Iglesia: Durante la guerra europea, católicos, protestantes, judíos, ateos, masones, comunistas, convivieron en los campos de concentración y lucharon juntos en las trincheras. Se dio una hermandad en el dolor. Unos y otros se dieron cuenta de las bondades ajenas, vieron en el otro no a un enemigo, sino a un aliado. En España las cosas fueron de otro modo. Por eso, la recepción del Vaticano II no fue fácil para los obispos y fieles españoles.
“El concilio Vaticano II, sus documentos, su espíritu dialogante y evangelizador, su llamada a la unidad y la reconciliación, es todavía una meta para nosotros”, indicó monseñor Sebastián, y precisó que “aún queda mucho por hacer”, si bien “el laicismo español, en general, hasta hoy no ha valorado la renovación del concilio Vaticano II en la Iglesia y sigue sin enterarse de lo ocurrido; nuestros laicistas siguen oponiéndose a la poderosa Iglesia de los tiempos medievales”.
La iglesia en España “acogió el Concilio, no sin dificultades, con amor y esperanza, y trató de ponerlo en práctica”, en referencia, entre otras, a la reforma litúrgica “que fue muy bien acogida”, así como al nacimiento de “movimientos importantes que ayudaron a crecer a los fieles laicos y han sido principio de evangelización y apostolado”.
La conferencia de monseñor Fernando Sebastián, pronunciada en el salón de actos de la facultad san Vicente Ferrer de Valencia, se enmarcó dentro de la conmemoración del 50 aniversario del inicio o apertura del Concilio en 1962, por Juan XXIII y la apertura del Año de la Fe convocado por Benedicto XVI. Además con esta conferencia, del arzobispo emérito de Pamplona-Tudela se ha inaugurado el programa de formación permanente para sacerdotes que la Diócesis junto con la Facultad de Teología de Valencia ha programado conjuntamente para este curso.
Monseñor Sebastián manifestó que el concilio Vaticano II “fue realmente un concilio pastoral y profético”, y, “por ello mismo, no fue comprendido entonces por muchos cristianos en sus verdaderas intenciones”. A este respecto, ha precisó que “lo que algunos veían como un peligroso acercamiento a doctrinas erróneas y condenadas por la Iglesia, como el modernismo, el relativismo, etc. no era sino el esfuerzo de expresar las mismas verdades de siempre con una nueva comprensión y un nuevo lenguaje que fuera fiel a la fe de la Iglesia, más cercano a las fuentes, bíblicas, y por eso mismo también, más cercano a las nuevas fuentes de pensamiento antropológico, histórico, universal”.
De esta manera, el Concilio Vaticano II recogía “los mejores frutos de la reflexión teológica y de la experiencia pastoral de los últimos decenios, sobre todo en Europa”, un aspecto éste que el arzobispo Fernando Sebastián ha objetado asegurando que “una de las críticas que se pueden hacer es que el Concilio fue demasiado europeo y les venía un poco grande a las demás iglesias, incluso a la Iglesia española, que había vivido muchos años desconectada de la vida europea”.
De hecho, la recepción del Concilio en España estuvo muy politizada. Sobre todo resultó difícil aceptar el Decreto sobre la Libertad Religiosa, (Dignitatis humanae) que tuvo en Karol Wojtila a uno de sus promotores, ya que el texto favorecía la posición de la Iglesia frente al comunismo; en España este decreto se interpretó como una amenaza y una desautorización de un régimen calificado de católico. De ahí que se interpretara que estaban a favor del Concilio los que luchaban contra Franco; y eran contrarios al Concilio los partidarios de Franco.
Entre las novedades que más ha valorado monseñor Sebastián del concilio Vaticano II, ha subrayado que, “inauguró una manera nueva de hacer teología, partiendo del estudio intensivo de la Sagrada Escrituras, rescatando la primacía de la fe y la intención intrínsecamente evangelizadora de la teología” y también que “quiso superar la actitud condenatoria de la Iglesia ante la cultura moderna, dejando atrás como no operativas las posturas condenatorias que pudieron ser necesarias en años anteriores”. Sobre ello ha recordado cómo la constitución “Gaudium et Spes” “inaugura otra forma de valorar las realidades humanas y de acercarse a ellas en el nombre de Dios, ofreciendo positivamente, fraternalmente, amablemente, y humildemente el mensaje de salvación y estableciendo así una relación de servicio, no condenatoria, sino comprensiva, compasiva, dialogante, en definitiva, salvadora”.
En la actualidad “nos queda aún mucho por hacer”, según monseñor Sebastián, que ha precisado que “en la Iglesia española son todavía objetivos lejanos algunos objetivos conciliares importantes”, entre los que ha citado “la renovación espiritual de los cristianos, obispos, sacerdotes, religiosos, fieles laicos, tarea nunca concluida en la Iglesia”. Esta “renovación espiritual de la Iglesia” es necesaria y urgente (porque esa fue una pretensión del Concilio Vaticano II), Igualmente, ha expresó que “tenemos que vivir en penitencia y renovación permanente porque somos pecadores y, quizás, este mensaje de conversión no lo hemos recibido con suficiente humildad y realismo”.
Y terminó diciendo: “Es la hora del Concilio, lo que quiere decir: es la hora de la renovación, es la hora de la conversión, es la hora de la misión”.

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