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Monseñor Carlos Osoro: “San Juan XXIII y San Juan Pablo II, testigos atrevidos de Cristo”

Monseñor Carlos Osoro: “San Juan XXIII y San Juan Pablo II, testigos atrevidos de Cristo”

 

Monseñor Carlos Osoro Sioerra, Arzobispo de Valencia, califica a los dos nuevos santos Juan XXIII y Juan Pabnlo II como “testigos del evangelio”, en su última carta pastoral.

¡Ha sido una experiencia que no es fácil describir con palabras el acoger a dos santos: San Juan XXIII y San Juan Pablo II, escribe monseñor Osoro. “Fueron sucesores de San Pedro y nos han acompañado entre los dos una gran parte del siglo XX, abriéndonos las puertas para comenzar el siglo XXI. Nos han mostrado con sus vidas que no hay otra manera de transformar este mundo y de hacerlo humano, con el “humanismo verdad” que se nos revela en Jesucristo”.

“San Juan XXIII, tuvo el deseo y la audacia de abrir las puertas de la Iglesia convocando el concilio Vaticano II, para que dejásemos entrar y saliésemos, también, los discípulos del Señor a un mundo que estaba necesitado de la misericordia de Dios. Y, precisamente por ello, la Iglesia tenía que dialogar con ese mundo. A menudo he pensado que la encíclica de Pablo VI “Ecclesiam suam” era como una fotografía del deseo que el Papa Juan XXIII tenía y que tan bellamente fue formulado por su sucesor. Porque Juan XXIII tuvo una vida apostólica que le hizo ver heridas y ausencias: después de su experiencia vivida como secretario del obispo de Bérgamo, profesor del Seminario, más tarde como Visitador Apostólico en Bulgaria y en Turquía, como Nuncio en París y Patriarca de Venecia, sentía en su corazón que la Iglesia debía de reflexionar sobre sí misma para confirmar los planes que Dios tiene sobre ella, para buscar más luz y nueva energía, y un gran gozo en el cumplimiento de su misión, ya que la misión cristiana en el mundo es la de hacer hermanos a los hombres. Todo ello, además, en virtud del Reino de justicia y de paz inaugurado con la venida de Jesucristo al mundo. Él quiso dejarse guiar por el Espíritu Santo y, sin miedos, ver todas las situaciones de los hombres, para acercarnos a ellas y a cada ser humano, dando ese aceite sanador que solamente puede poner Jesucristo”

Por otra parte, añade el arzobispo de Valencia,  que “san Juan Pablo II, recorriendo todos los continentes, encontrándose con todas las razas y culturas, quería entregar y hacer ver a todos los hombres esa gran noticia que nos es revelada por Jesucristo y que él supo formular con esta belleza: “el hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo –no solamente según criterios y medidas del propio ser inmediatos y parciales, a veces superficiales e incluso aparentes– debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo”

“San Juan XXIII vivió una especial docilidad al Espíritu Santo. Así nos lo ha recordado el Papa Francisco en la homilía de su canonización. Una docilidad que hizo que su vida fuese una tierra buena y fecunda para hacer germinar la concordia, la esperanza, la unidad y la paz. Toda la humanidad percibió en San Juan XXIII, en su modo de vivir y presentar la fe en Jesucristo y su pertenencia a la Iglesia, un modo singular y atrayente que hizo mirar hacia la Iglesia a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Vieron en la Iglesia una madre y una maestra. Hizo ver a los hombres a un Dios cuya categoría fundamental era la misericordia, de la cual tan necesitados estamos todos los hombres”

No es menos maravilla, añade, al referirse a la vida de San Juan Pablo II que, con sus escritos y gestos, “expresó el gran deseo que tenía de difundir el Evangelio de Cristo en el mundo”.

“La vida de San Juan Pablo II, concluye monseñor Osoro Sierra, hay que leerla bajo el signo de Cristo Resucitado con el que mantenía una conversación íntima, singular, honda e ininterrumpida. Cuando le veíamos orar, descubríamos cómo se sumergía literalmente en Dios y parecía que de todo lo demás estaba ausente”.

Por Antonio DIAZ TORTAJADA, sacerdote-periodista



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