En medio del descanso dominical de la Asamblea Sinodal, Mons. Molina Palma nos atiende cordialmente.
P.- Excelencia qué nos puede comentar de la primera semana de la Asamblea Sinodal?
Mons. Molina Palma.- Está siendo una experiencia muy bonita. Estoy muy contento de haber sido designado por mis colegas de Guatemala para venir aquí. Es una experiencia de universalidad, de la variedad, de cuan variada es la unidad interna de la Iglesia. Lejos de la imagen de uniformidad que pueda uno tener, aquí uno se da cuenta -incluso hasta en las vestimentas que utilizamos los obispos- se da uno cuenta de la diversidad de pensamiento, de posturas, de enfoques, de preocupaciones. Todo en torno a la Evangelización, todo girando en torno a la preocupación de como hacer que el Evangelio de Jesucristo siga siendo una propuesta pertinente, atrayente y esperanzadora para el hombre y la mujer de hoy. Yo estoy pues como digo muy contento. Son sesiones muy cansantivas, sobretodo cuando tenemos toda una mañana como fue la mañana de ayer, de escucha…
P.- Ayer fueron en la mañana 26 intervenciones…
M. MP.- Sí 26 intervenciones hubo ayer si. Y escuchar 26 intervenciones es muy cansativo, pero todos queremos tener una palabra y liego el precio de decir nuestra palabra es escuchar la palabra de los demás. Naturalmente uno se da cuenta de inmediato de la diversidad de preocupaciones.
P. ¿Cuál es su preocupación personal?
M.MP.- Mi preocupación personal – y en esa línea fue mi intervención del miércoles pasado en el Aula Sinodal- es como en este mundo secularizado -porque la Nueva Evangelización tiene que ver con el como podemos hacer para que en estas circunstancias culturales que han cambiado, el Evangelio siga siendo una propuesta de vida, de esperanza, de luz y de amor de parte de Dios. Entonces para mí la preocupacion principal es cómo sensibilizar, cuáles son las perennes necesidades humanas, cuáles son las aperturas humanas, que están allí, quizás adormecidas, quizás sepultadas por los cambios culturales, cuáles son aquellos rasgos humanos en donde la Evangelizacion se hace pertinente. ¿Cuál es la necesidad humana que siempre necesita de ser salvada?. Y de ahí lo que he propuesto en mi intervención. que es el hecho de la muerte.
P. ¿Qué ha propuesto Ud. en su intervención?
M.MP.- Yo he propuesto en mi intervención que es el hecho de la muerte. La muerte nos hace pensar sobre el significado de la vida, la fragilidad de la existencia, que sentido tiene vivir si nos vamos a morir. Yo pienso que si queremos hacer a la gente sensible a las preguntas de fondo tenemos que hacerla sensible a las necesidades de fondo. Hoy en este Domingo se lee el Evangelio del joven que se acerca a Jesús y le pregunta ¿qué tengo que hacer para ganar la vida eterna?. Bueno el jóven de hoy ¿se hace la pregunta?. Es una pregunta de fondo. Una pregunta de fondo es aquella pregunta que nos nos cuestiona sobre el significado de la vida y sobre los referentes de la vida humana. Por supuesto el joven de hoy -pensamos- que no se hace la pregunta.
El joven no esta en condiciones de hacerse la pregunta, El joven está sepultado en las ofertas de la secularizacion, del mercado, de la tecnología, no tiene tiempo o no está en las circunstancias de hacerse la pregunta por la vida eterna, pero la pregunta por la vida eterna es una pregunta que surge de la experiencia de la fragilidad, de la temporalidad, de la mortalidad humana. Entonces ¿cómo hacer para sensibilizar a los jovenes de hoy para que vuelvan a hacerse la pregunta: ¿qué tengo que hacer para ganar la vida eterna?. Por eso para mi la preocupacion principal del Sínodo es -bueno si, hay que renovar el evangelio- pero ¿cuál es el enfoque? ¿a dónde tenemos que ir, a qué estrato, a qué dimensión, a qué angulo, a qué aspecto de la Humanidad tenemos que dirigirnos para que el Evangelio despierte la sensibilidad y nos abra a las realidades de trascendencia.?. Esa es mi preocupación.
P: En estos días, de todo lo que ha oído de labios del Romano Pontífice ¿qué es lo que más le ha impactado?
M. MP.- Lo que más me ha impactado es el tema del Conciliio. El Concilio como una propuesta de Iglesia, todavía vigente. Y la preocupación del Santo Padre que creo que es válida: hay que leer el Concilio sin quedarnos detrás de la letra y sin ir más allá de la letra, sino volver al Concilio tal como está escrito. Y también lo que dijo en la Homillía del 11 de octubre que el aggiornamiento es hacer vigente lo que la Iglesia siempre ha sido, hacerlo vigente para el día de hoy. Pienso que de eso se trata la Nueva Evangelización, de que el Evangelio de siempre, el Jesucristo de siempre, siga siendo pertinente para el hombre y la mujer de hoy.
P.- El tema de la santidad también ha sido tocado en las intervenciones de los padres Sinodales
M. MP.- Sí, ha surgido en tres o cuatro intervenciones la palabra santidad. Quizás se haya hablado del concepto de la santidad más veces, pero sin utilizar propiamente la palabra santidad. Pues se ha hablado de la coherencia del sentido de vida, de Jesús.Pero es que la vida cristiana es la llamada a la santidad. Entonces todo discurso en torno a la autenticidad y a la vigencia de la vida cristiana es en definitiva un apelo, una llamada a una vida en unión con Cristo, en referencia a Dios, con la fuerza del Espíritu y eso es la santidad
P. ¿Cómo se vive la Misión Continental propuesta por la Asamblea del CELAM en Aparecida en las diócesis de Guatemala su país?
M. MP.- Muy desigualmente. Las diversas diócesis han buscado distintos caminos. En las diócesis del oriente del país han buscado utilizar la metodología de las santas misiones populares y las han llevado adelante. A las diócesis del occidente no nos convenció mucho esa metodología, pero tampoco hemos tenido ninguna alternativa. y estamos en la búsqueda muy diocesana en cada una de las diócesis y todavía no se ha fraguando que es lo que tenemos que hacer, pero creo que hay una consciencia profunda de que tenemos que ser misioneros porque esto es parte integral de la vida de la Iglesia.

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