Mi padre, por Francisco Vaquerizo Moreno
(Dedicado también a tantos labradores que se dejaron la vida junto al surco
y a quienes nadie entregó jamás una medalla ni dedicó nunca un aplauso).
Mi padre fue un labriego enamorado,
curtido de honradez y de paciencia,
sin más sabiduría ni más ciencia
que la que da la escuela del arado.
Nadie le conoció mayor pecado
– ni acaso lo hubo sobre su conciencia –
que amar con excesiva vehemencia
el oficio a que estuvo encadenado.
Buscó en el campo el pan de cada día,
al campo dedicó la vida entera,
el campo fue su amor y su agonía.
…Y una mañana azul de primavera,
mientras la sementera florecía,
hizo él, en Dios, su propia sementera.
Hoy hace treinta y seis años que murió mi padre. Con el soneto que escribí en su primer aniversario, os pido para él un recuerdo y una oración. Del largo centenar de sonetos que llevo rimados, este a mi padre lo considero entre los diez mejores. Gracias. Francisco.

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