Mons. Alfonso Carrasco: “Es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, Él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra”.
Esta tarde en la Catedral de Lugo, el Obispo de la diócesis, Mons. Alfonso Carrasco Rouco, presidió la Eucaristía de comienzo de curso pastoral e inauguración del Año de la Fe. A esta celebración asistieron sacerdotes y agentes de pastoral de toda la diócesis para unirse a esta celebración que marca el comienzo de este año de gracia convocado por el Papa Benedicto XVI y sobre el que girará la labor pastoral de la diócesis.
En su homilía el Obispo de Lugo resaltó la importancia de esta convocatoria a vivir el Año de la Fe “como un impulso que nos lleve a reanimar nuestra relación personal y comunitaria con Nuestro Señor Jesucristo. Nos tiene que llevar a una reflexión sobre nuestra tarea evangelizadora en las circunstancias actuales de nuestra diócesis, para hacer posible una mejor transmisión de la fe y un fortalecimiento de nuestras comunidades, frente a un ambiente de secularismo y desnaturalización de nuestra fe cristiana”.
Mons. Alfonso Carrasco recordó que es necesario redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe: “Que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en Él tenemos la certeza de mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero”. “Al mismo tiempo,- siguió nuestro Obispo- renovamos la memoria agradecida por nuestra historia, por lo recibido de nuestra parroquias y comunidades, en que se nos ha transmitido la fe, de nuestros santos, de los maestros de vida que nos han guiado, de nuestras casas y familias en las que hemos aprendido a ser personas amadas, por sí mismas, a la luz y con la gracia del Evangelio”.
En referencia a la celebración del 50º aniversario del Concilio Vaticano II, el Obispo lucense, quiso animarnos a reflexionar sobre el camino hecho desde entonces, porque “nos ayuda a comprender el significado inmenso de la fidelidad, del testimonio de la fe que perdura a lo largo de los años, de la presencia con nosotros de Cristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre, y de la permanencia de su Iglesia en el medio del mundo”.
La necesidad de impulsar la acción evangelizadora y de convertirnos en sujetos activos de la misma fue otro de los puntos en los que incidió Mons. Alfonso Carrasco: “No podemos esperar, ni sería bueno siquiera desear que otros den forma a nuestras vidas y construya nuestras familias y nuestras casas; ceder a tal prerrogativa sería abandonar la propia responsabilidad ante la existencia, poniendo en juego libertad, dignidad y hasta el propio destino. De ahí al urgencia de la vigilancia y la energía de nuestro propio corazón que se despierta a la esperanza y al amor con la fe, al encuentro con Aquel que nos amó primero y cuya cercanía nos es testimoniada en la historia de muchas maneras. La convocatoria de este Año de la Fe es providencial, porque es una llamada de nuestros Señor a asumir el verdadero protagonismo en nuestras vidas, y a volver la mirada al Evangelio, a la gracia de Dios y a la comunión de los hermanos”.
Para finalizar, el Obispo de Lugo, quiso señalar las principales líneas de acción pastoral que nuestra diócesis deberá asumir durante este curso y a las que estarán dedicadas todas las iniciativas que se planifiquen este año: “Este año nuestra línea de acción fundamental será promover nuestra conciencia de ser creyentes, el sentido de nuestras como comunidades vivas, y el conocimiento de los contenidos de nuestra fe, que necesitamos recordar todos, pequeños y grandes, ya que vivimos en un mundo que los desconoce casi por completo”.
Bendición de la réplica de la Virgen de los Ojos Grandes
En la celebración el Obispo de Lugo procedió a bendecir la réplica de la imagen de Nuestra Señora de los Ojos Grandes, patrona de Lugo. Imagen que recorrerá las distintas parroquias este año: “la acogeremos especialmente este año de la fe en nuestras casas y comunidades, viendo en ella el miembro más excelso de nuestra Iglesia, la representante verdadera de nuestra parroquia y nuestra diócesis. En ella se ha ce visible y resuena la más íntimo y verdadero de nuestra tradición y de nuestra esperanza”.

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