Los obispos colombianos presentan claves para seguir construyendo la paz
En el marco de su Centécima Cuarta Asamblea Plenaria – Extraordinaria, los obispos presentaron al país unas claves para seguir construyendo la paz entre los colombianos. Los prelados, luego de profundizar en los mensajes que el Papa Francisco compartió en sus reciente visita, invitaron a los católicos y a todo el pueblo colombiano a tomar conciencia de la realidad nacional y asumir las responsabilidades frente a ellas.
El país vive un momento delicado que implica grandes desafíos, por tanto, debemos recordar lo que nos dijo el Papa: “hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los interese personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos; las tinieblas del irrespeto por la vida humana….; las tinieblas de la sed de venganza y del odio…, las tinieblas de quienes se vuelven insensibles ante el dolor tantas víctimas.”
Colombia afronta graves problemáticas como: la corrupción; inequidad; una salud deficiente para los más pobres; la expansión de cultivos de uso ilícito, que el papa llamó “drama lacerante de la droga”; la incertidumbre frente a la implementación de los acuerdos con las FARC y las negociaciones con el ELN, así como el resurgimiento de otros actores que generan violencia; la polarización política del país; atentados contra la vida y la familia desde la manipulación ideológica en la educación, el ámbito legislativo y judicial; la inestabilidad socioeconómica; la difícil situación de campesinos, afrodescendientes y de nuestros hermanos venezolanos.
Los obispos recalcan el llamado del Santo Padre: “Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es hora de desactivas lo odios y renunciar a las venganzas y abriese a la convivencia basad en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro”, para lo cual el Papa señala estas claves:
* Coloquemos “en el centro de toda acción política, social y económica la personas humana, su altísima dignidad y el respeto por el bien común.”
* Debemos ser responsables del rescate moral de la sociedad.
* Multipliquemos nuestra solidaridad con quienes más sufren. Al mismo pedir al gobierno que garantice el servicio de salud para los más pobres y ello no sea un negocio.
* Busquemos soluciones a la problemática del narcotráfico,
* Fortalezcamos los valores de la verdad, la liberad, la justicia, el perdón y la reconciliación, mediante lo que se puede lograr una paz auténtica e integral.
* Reconciliemos con la naturaleza, cuidando la creación de Dios, la casa común.
La Asamblea se cierra con la invitación a no tener miedo ante estos retos y que, con fe y esperanza, se pueden superar las dificultades y generar una cultura del encuentro que nos comprometa en la construcción de una nación reconciliada y en paz.
Enseguida entregamos el texto completo del mensaje presentado por los obispos:
MENSAJE PARA EL PUEBLO COLOMBIANO “NO NOS PODEMOS QUEDAR PARADOS”
Los obispos católicos de Colombia nos hemos reunido en Asamblea Plenaria para agradecer a Dios por la Visita Apostólica del Papa Francisco a nuestro país y para profundizar en el mensaje defe y esperanza que nos dejó.
Damos gracias al Gobierno, a las instituciones y medios de comunicación por haber ayudado a la realización de este acontecimiento, y sobre todo al amado pueblo colombiano por su entusiasta participación en la Visita del Papa.
“No nos podemos quedar parados”, nos ha dicho el Santo Padre. Por eso invitamos a los católicos y a todo el pueblo colombiano a tomar conciencia de la realidad y de la responsabilidad que todos tenemos frente a ella.
Consideramos que estamos atravesando un momento delicado e importante de la vida de nuestra nación, en el que encontramos fuerzas que nos impulsan a grandes ideales, pero también, como lo dijo el Papa, “hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos; las tinieblas del irrespeto por la vida humana…; las tinieblas de la sed de venganza y el odio…, las tinieblas de quienes se vuelven insensibles ante el dolor de tantas víctimas”.
No podemos negar estas dramáticas y preocupantes situaciones en nuestro país. Nos unimos al clamor del Santo Padre ante la realidad que vive el pueblo colombiano:
– La corrupción, que ha permeado las estructuras fundamentales de la sociedad y ha contaminado las ideas, los principios y los valores, generando una crisis de institucionalidad, ante todo en la justicia, la economía y la política.
– La falta de soluciones a la gravísima problemática del sector de la salud; situación que ha alcanzado dimensiones insospechadas y que afecta de manera particular a los más pobres y débiles.
– El fortalecimiento de las dinámicas que sustentan el cultivo de productos de uso ilícito y el tráfico de estupefacientes, problema al que el Papa llamó “drama lacerante de la droga”. Se constata con mayor fuerza y con impotencia, en los campos y en las ciudades, el incremento de la drogadicción que esclaviza a personas de cualquier edad o condición social.
– La incertidumbre frente a los procesos de implementación de los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC y frente al futuro de las negociaciones con el ELN, así como el resurgimiento de nuevas formas y actores de violencia.
– La polarización y la división, por cuenta de partidismos e intolerancias, que no nos dejan llegar al proyecto común que necesitamos en nuestra patria.
– Los atentados contra la vida y la familia, así como la manipulación ideológica de la educación, sustentados también desde los ámbitos legislativo y judicial. El país se está acostumbrando a recibir decisiones que tocan y afectan la dignidad de las personas y la identidad de la familia, que son valores fundamentales de la sociedad.
– La inestabilidad social manifestada, por ejemplo, en el desempleo, los frecuentes “paros”, el asesinato de líderes sociales y la difícil situación de campesinos, indígenas y afrodescendientes. Nos preocupa la crisis humanitaria en que se encuentran nuestros hermanos que han venido de Venezuela.
Los obispos hacemos un llamado urgente, haciendo eco de las palabras del Papa Francisco: “Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es hora de desactivar los odios y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro”. Para recorrer este camino, el Papa nos ha señalado estas claves:
– Coloquemos “en el centro de toda acción política, social y económica a la persona humana, su altísima dignidad y el respeto por el bien común”.
– Mantengamos la esperanza, que podemos vislumbrar en toda persona buena, en cada gesto de honestidad y búsqueda del bien común. Todos debemos ser responsables, con hechos de bondad y de rectitud, del rescate moral de nuestra sociedad.
– Multipliquemos la solidaridad con los más necesitados; el Papa nos pidió mirarlos a los ojos y perder el “miedo a tocar la carne herida de Cristo en el que sufre”; acerquémonos sobre todo a las víctimas de la violencia. Al mismo tiempo, pedimos del Gobierno soluciones eficaces frente a la crisis de la prestación de salud, especialmente por cuanto se refiere a la cobertura para los más pobres. La salud es un derecho, no un negocio.
– Aunemos esfuerzos y políticas claras frente al fenómeno del narcotráfico y la drogadicción. Se deben encontrar soluciones para las problemáticas sociales en que están involucrados cultivadores, traficantes y consumidores.
– Fortalezcamos valores esenciales como la verdad, la libertad, la justicia, el perdón y la reconciliación, sin los que no se llega a una paz auténtica e integral.
– Reconciliémonos también con la naturaleza, prodigando cuidado y protección a las maravillas que Dios nos ha dado en la biodiversidad de nuestra tierra.
No tengamos miedo; con fe y esperanza se pueden superar las dificultades y generar una cultura del encuentro que nos comprometa en la construcción de una nación reconciliada y en paz.
Colocamos bajo la mirada de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá nuestras luchas y anhelos.
+ Óscar Urbina Ortega
Arzobispo de Villavicencio
Presidente de la Conferencia Episcopal
+ Ricardo Tobón Restrepo
Arzobispo de Medellín
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal
+ Elkin Fernando Álvarez Botero
Obispo Auxiliar de Medellín
Secretario General de la Conferencia Episcopal
Bogotá, D.C., 3 de noviembre de 2017
Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia

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