Los “Misteris del Corpus de Valencia” se exportaron a México para la evangelización
El que fue catedrático valenciano de Literatura Española en la Universidad de California, Hermenegildo Corbató, investigó y publicó hace un siglo un interesante estudio sobre los “Misteris del Corpus” de Valencia, a raíz de hallar en archivos y bibliotecas de Estados Unidos y México obrillas de teatro religioso muy similares en el fondo y en la forma a los “misteris” valencianos.
Su trabajo de este profesor lo plasmó en el libro titulado “Los misterios del Corpus de Valencia”, que editó en español e inglés el año 1932 la Universidad de California y divulgado en Valencia en una conferencia en el Centro de Cultura Valenciana en 1949.
Una de las pistas que condujo a Hermenegildo Corbató en el camino de estas piezas teatrales fue la lectura de la Séptima Relación Histórica, de Chamalpain, datada en 1533, donde se da cuenta de la representación en Santiago de Tlatelolco de una obra de teatro religioso llamada “Fin del mundo”, que no era otra cosa que una adaptación a la lengua y cultura de los nativos del lugar del “Misteri Lo Jui Final” valenciano, fechada a los cinco años de llegar allí los misioneros franciscanos valencianos que fueron encargados de evangelizar aquel territorio, utilizando este tipo de teatro religioso como catequesis.
Descubrió posteriormente, siguiendo el hilo de la investigación, que las fiestas de Corpus en México seguían el patrón de las fiestas del Corpus de Valencia.
Uno de los libros que manejó fue el de fray Toribio de Motolinia, “Historia de los indios de Nueva España”, donde describe con minuciosas la fiesta de Corpus en Tlaxcala el año 1538. El relato que resultaba ser un fiel reflejo de cómo se celebraba en Valencia y sus pueblos la fiesta de Corpus.
Para Corbató, estos hechos dan cuenta de que el “esplendor, desarrollo y persistencia de las representaciones sagradas en la Nueva España deben no poco a la influencia de los misterios representados en monasterios, catedrales y procesiones del Corpus especialmente en Valencia, donde duraron más tiempo que en ninguna otra parte”.
Por Antonio DÍAZ TORTAJADA, sacerdote-periodista

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