Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida han querido fijar su mirada en la sociedad actual y reflexionar sobre cuál debe ser la respuesta de los cristianos en este momento donde se atentan contra el bien más elemental: la propia vida.
Imbuidos en la cultura del suicidio asistido y el aborto, agradecen «a todas aquellas personas que, movidas por su fe o por la solidaridad humana, desde el ámbito eclesial o civil, con valentía creativa, llevan a cabo todo tipo de iniciativas para promover la cultura de la vida». De esta forma, los obispos españoles invitan a no ceder «al derrotismo», a la convicción de que «no hay solución o de que no hay vuelta atrás».
Con este espíritu, las diócesis han organizado distintas celebraciones para recordar que la vida es digna de ser vivida, y que su valor, por tanto, «no puede medirse con criterios subjetivos y debe considerarse siempre como un fin en sí mismo y nunca como un medio para otros fines».
El trabajo de las diócesis durante esta Jornada
Así, por ejemplo, la delegación para la Familia de la diócesis de Huelva organizará en el día de hoy una charla formativa «Eutanasia vs Cuidados Paliativos». También la diócesis de Vitoria, entre otras actividades ha promovido «Un Rosario diario por la vida», del 19 de marzo y hasta el 25.
En Ávila, por otro lado, el santuario de Sonsoles acogerá una eucaristía para bendecir y acompañar a las mujeres embarazadas.
En Tui-Vigo, tal y como informábamos en el día de ayer, el filósofo Xosé Manuel Domínguez sentará los fundamentos que permitirán a los participantes enfrentarse al reto de vivir desde la vulnerabilidad para, acto seguido, compartir la Eucaristía con el obispo de la diócesis, Luis Quinteiro.
La Iglesia de Málaga, por su parte ha querido invitar a las familias a un «CAFÉ por la vida», acrónimo de los retos que tiene la Pastoral Familiar en la actualidad. «C» de coordinación frente a la fragmentación de la pastoral; «A» de acompañamiento frente a una pastoral que se centra solo en solucionar problemas; «F» de formación», para fijarse en lo verdaderamente esencial, lo que requiere más tiempo y esfuerzo; y «E» de encuentro, frente a un individualismo que busca familias-isla, sin poner el acento en una cultura del encuentro.
