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La urgencia de vivir la caridad, por Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo

La urgencia de vivir la caridad, por Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo

 Carta de monseñor Alfongo Carrasco ante la clausura del 50 aniversario de Cáritas de Lugo y 750 aniversario de la fiesta del Corpus

El próximo jueves, día 15 de enero, se celebra la clausura del 50 Aniversario de la fundación de Caritas en Lugo y el 750 Aniversario de la Fiesta de Corpus. A las 20 h en la catedral tendrá lugar la Eucaristía presidida por el Obispo para conmemorar estos dos actos.

En este año recién acabado hemos celebrado el 50º aniversario de la fundación de nuestra Caritas diocesana. Menos conocido quizá sea que también este año se cumplían 750 de la fiesta de Corpus Christi, instituida para toda la Iglesia por el Papa Urbano IV el 11 de agosto de 1264.

Es una coincidencia extraordinaria, sobre todo para nuestra Iglesia en Lugo, que había puesto desde muy antiguo al Santísimo Sacramento en el centro de su Altar mayor y de su existencia cristiana.

Por eso, queremos concluir este año del cincuentenario de Caritas con una celebración que recuerde también aquel hecho singular que estableció la tradición de la fiesta del Corpus. Será el próximo jueves, 15 de enero, en nuestra Iglesia Catedral de Lugo.

Los tiempos que vivimos y los acontecimientos a los que nos vemos obligados a asistir subrayan la urgencia de mantener viva la conciencia de esta unidad entre lo íntimo de nuestra fe y la caridad fraterna.

Somos testigos en nuestros días, y muy vivamente gracias a los medios de comunicación, de expresiones atroces de desprecio de la vida, la dignidad y la libertad de muchos hermanos nuestros. Se presenta ante nuestros ojos, como si fuese de nuevo un espectáculo, la persecución, el sufrimiento y el martirio de tantos cristianos. Es un hecho que interpela profundamente a todo hombre de bien. Nosotros, como cristianos, confiamos siempre en Dios, en cuyas manos está la historia, y nos alegramos por la victoria de los que han sabido defender su fe y su corazón ante la violencia destructora. Pero ninguno podemos quedarnos indiferentes ante estas expresiones de crueldad, defendidas incluso públicamente como forma correcta de ser hombre y de honrar a su Dios.

Los atentados sufridos en nuestra sociedad, y recientemente en Francia, nos han hecho sentir a todos además la profunda injusticia de esta violencia

Experimentar tan de cerca este dolor puede ayudarnos también a comprender el de muchos otros, que en otras partes del mundo, en Oriente Medio en primer lugar, pero también en África o Asia, ven sus casas y ciudades ocupadas militarmente o bombardeadas y destruidas; o se encuentran refugiados, entre mil penalidades y privaciones, o mueren incluso de hambre.

¡Qué importante es, pues, mantener la unidad entre nuestra fe en Dios y nuestra vida en la caridad fraterna! ¡Qué importante no olvidar que nuestras obras reflejan nuestra conciencia, quiénes somos y qué creemos!

En efecto, existe siempre una fe íntima, unas convicciones profundas en el corazón, que se refieren a Aquel o aquello que reconocemos como el valor verdadero que mueve nuestra vida y funda su dignidad. Esta fe y estas convicciones orientan nuestro modo de actuar, aun cuando no siempre seamos plenamente consecuentes con ellas.

Es un gran privilegio, por tanto, pertenecer a un pueblo que profesa su fe en Dios adorando al Santísimo Sacramento; es decir, al Dios que nos ha amado hasta entregarse completamente por nosotros y enseñarnos su camino de caridad. El ha hecho sagrada la persona de todos a los que ha amado así.

Celebrar el Corpus, poner ante nuestros ojos y los de la ciudad, esta presencia real de Dios con nosotros, es proclamar este amor, hecho de misericordia, de entrega y de victoria sobre la muerte; y es reconocerlo como el criterio de nuestra actuación, de la construcción de nuestra casa, de nuestra convivencia. ¡Ojalá todos los hombres pudiésemos guardar en el corazón el tesoro de esta convicción profunda sobre Dios y sobre la existencia humana!

Que la celebración de estas efemérides, el cincuentenario de Caritas y los 750 años de la fiesta de Corpus, reavive lo íntimo de nuestra conciencia en quienes nos confesamos cristianos y nos permita comprender la urgencia de nuestra presencia, del testimonio de nuestra vida para los hombres de nuestro tiempo.

Que todos podamos crecer en la percepción de la unidad radical existente entre la forma de la fe que profesamos y el modo de comportarnos con nuestro prójimo. La caridad vivida es, al final, un criterio ciertísimo y muy fácil de comprobar, para discernir la verdad de las convicciones que guían nuestra existencia.

De hecho, la caridad es nuestra única vía de salvación, de plenitud humana: la caridad de Aquel que nos ha amado y la de nuestras personas en la acción cotidiana.

Invito, pues, a todos a participar en esta celebración del próximo día 15, en la que queremos unir la adoración del Dios a quien reconocemos como el “Amor de los amores”, y el esfuerzo común, cotidiano y consciente, de vivir la caridad en nuestra tierra.

Alfonso Carrasco Rouco

Obispo de Lugo



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