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La Palabra de Dios es viva, eficaz y penetrante

La Iglesia está en camino al Sínodo de los Obispos del próximo mes de octubre, dedicado a la Palabra de Dios. Una reciente encuesta preparatoria del mismo y realizada en nueve países occidentales dejaba a España con farolillo rojo en conocimiento y en vivencia de la Sagrada Escritura. España es el último tanto en la lectura de la Biblia -un 20% en el último año- como en el uso de la misma para la oración, práctica efectuada tan solo por un 6% de personas. Asimismo el 22% de los españoles no ha leído ningún religioso en los últimos doce meses.

 Este monumental suspenso en Biblia ha de alertarnos a todos. Hay datos que hablan por sí solos y este uno de ellos. Además este suspenso en Biblia puede degenerar, tarde o temprano, en un suspenso en vida cristiana y en una situación de anemia y debilidad que nos hace muy vulnerables ante tantos acosos exteriores contra la fe y contra el cristianismo. Debemos, pues, paliar de modo inmediato y sistemático esta situación. Nunca como ahora los cristianos hemos de dar razones sólidas de nuestra fe y de nuestra esperanza. De ahí, la necesidad de conocer mejor la Palabra de Dios, de convertirla en el nutrimento de nuestra vida. Y es que “desconocer las Escrituras es desconocer a Jesucristo”, como afirmaba ya en el alba del cristianismo San Jerónimo.

 El autor del libro neostestamentario de la Carta a los Hebreos define y describe la Palabra de Dios de este modo: “La Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que espada de doble filo. Penetra hasta las fronteras del alma y del espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón”.

 La Palabra de Dios es, pues, y está viva. Y es asimismo eficaz. No es un legado milenario e inerte. Acompaña al hombre desde su creación y hasta el final de su peregrinación terrena. Nació para servir de comunicación entre el Creador y la criatura, para mostrarnos el camino de la salvación. Es Palabra para ti y para mí. Es Palabra de vida eterna. “¿Adónde iremos, pues, Señor: solo tú tienes palabras de vida eterna?” ¿Sabéis, amigos, a cuántas lenguas está traducida la Biblia? A 2.454. Ningún otro libro le iguala y ni siquiera se le aproxima.

 La Palabra de Dios es penetrante, interpeladora, transformadora. Nos muestra el camino, la verdad y la vida. Es sal y luz. Nos enseña el ideal de la vida, que son el Decálogo y las Bienaventuranzas. Nos inclina hacia el bien. Nos purifica de aquello que es pecaminoso, torcido y erróneo. Transforma a quien la escucha y la acoge como ha acontecido a lo largo de la historia del Antiguo y del Nuevo Testamento en tantas personas y como ha acontecido y acontece también en la historia de la Iglesia y en el presente.

Jesús de las Heras Muela

 



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