La obra maestra, por José-Román Flecha Andrés, en Diario de León (30-5-2015)
En las audiencias de los miércoles 15 y 22 de abril de este año 2015, el Papa Francisco, comentando los textos iniciales del Génesis, ha reflexionado sobre la diferencia y la complementariedad entre el hombre y la mujer. He aquí un resumen de su pensamiento.
- Sólo en el hombre y en la mujer se encuentra la imagen y la semejanza de Dios. Esa diferencia no justifica la contraposición o la subordinación, sino que apunta a la comunión y la generación, siempre a imagen y semejanza de Dios.
- El hombre y la mujer están hechos para escucharse y ayudarse recíprocamente. Sin esta relación no es posible llegar a entender de verdad qué significa ser hombre y ser mujer.
- En este tiempo, la llamada teoría del género trata de cancelar la diferencia sexual. Pero ignorar la diferencia no es la solución sino el problema. Para encauzar su relación, el hombre y la mujer deben hablarse más, escucharse más, conocerse más, quererse más.
- Debemos hacer mucho más a favor de la mujer, para dar más fuerza a la reciprocidad entre hombres y mujeres. La mujer ha de ser más escuchada, de modo que su voz tenga un peso real en la sociedad y en la Iglesia.
- La crisis de confianza colectiva en Dios, que genera la incredulidad y el cinismo, está conectada a la crisis de la alianza entre hombre y mujer. La comunión con Dios se refleja en la comunión de la pareja humana, mientras que la pérdida de la confianza en el Padre celestial genera división y conflicto entre hombre y mujer.
- El relato bíblico de la creación de la mujer nos dice que Adán es libre y es señor, pero está solo. Con la creación de la mujer surge la reciprocidad. La mujer no es una «réplica» del hombre; viene directamente del gesto creador de Dios. El hombre y la mujer son de la misma sustancia y son complementarios.
- La mujer es creada mientras el hombre duerme. Eso significa que la mujer no es una criatura del hombre, sino del mismo Dios. Por otra parte, para encontrar a la mujer —y para encontrar el amor en la mujer—, el hombre primero tiene que soñarla.
- El pecado genera desconfianza y división entre el hombre y la mujer. Su relación se verá acechada por mil formas de abuso y sometimiento, de seducción engañosa y prepotencia humillante, hasta las formas más dramáticas y violentas.
- La devaluación social de la alianza estable y generativa del hombre y la mujer es una pérdida lamentable para todos. Según la Biblia, el hombre debe dejar a su padre y a su madre para encontrar a la mujer. Ha de comenzar un nuevo camino. El hombre es todo para la mujer y la mujer es toda para el hombre.
- Aunque hayan quedado heridos por el pecado, confundidos y humillados, desanimados e inciertos, el hombre y la mujer son amados por Dios. El relato bíblico dice que Dios les hizo unas túnicas de piel y los vistió. Esa imagen de ternura hacia la pareja ha de guiar nuestros sentimientos y compromisos. Dios mismo cuida y protege su obra maestra.
José-Román Flecha Andrés

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