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La mirada de Benedicto XVI sobre el mundo actual

En su discurso del pasado lunes al Cuerpo Diplomático

         Nada más concluir las fiestas navideñas, el Papa reúne cada año a los embajadores acreditados ante la Santa Sede para mantener un encuentro y ofrecer un repaso a los principales temas y retos presentes en la sociedad. Así aconteció el pasado lunes, día 8 de enero.

Benedicto XVI dirigía un espléndido discurso a los 175 embajadores de países de todo el mundo acreditados ante el Vaticano. El Santo Padre trazaba una panorámica certeza, iluminadora e interpeladora sobre situación actual del mundo, con especial referencia a la paz y a los derechos humanos.

Cuatro grandes sombras

         El retrato dibujado por el Papa está trazado en claroscuro, con sus luces y sus sombras. Cuatro son para Benedicto XVI las grandes sombras del mundo de hoy. El primero de ellos es “el escándalo del hambre”, que afecta especialmente a niños y a mujeres, que tiende a agravarse y que es tanto más inaceptable cuanto el mundo dispone de bienes, conocimientos y medios para subsanarlo. En el compromiso de la comunidad internacional por la erradicación del hambre, el Papa pide la anulación o reducción de la deuda externa y el establecimiento de reglas que hagan posible un comercio más justo y solidario.

         La proliferación de las armas -tanto las convencionales como la destrucción masiva- es la segunda gran sombra presente en nuestro mundo. Ello conlleva además el aumento de gastos militares. En tercer lugar, Benedicto XVI alerta sobre la descoordinación existente a la hora de atender a las crisis humanitarias y las respuestas ilusorias o egoístas que se ofrecen a los fenómenos migratorios.

         Por fin, el cuarto gran reto, la cuarta gran sombra son los continuos atentados contra la vida, desde el aborto a la eutanasia. Atentan también contra la vida leyes contrarias a la verdad del matrimonio y de la familia y determinadas investigaciones biomédicas, que pretenden legitimar la clonación humana para hipotéticos fines terapéuticos.

Otras cuatro luces

         La creciente toma de conciencia sobre la importancia del diálogo entre las culturas y las religiones es, según Benedicto XVI, uno de los signos luminosos de la hora presente de nuestra sociedad. Es también positivo el afán de los gobernantes y de los ciudadanos en favor del respeto por los derechos humanos y las iniciativas encaminadas a construir bases comunes para vivir en concordia.

         En el ámbito del desarrollo, el Papa se congratula de campañas como las del 0,7% del PIB en favor de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo y de todas las acciones destinadas a combatir la corrupción. Por último, Benedicto XVI afirma que “es necesario también fomentar y continuar los esfuerzos realizados con el fin de garantizar la aplicación del derecho humanitario a las personas y a los pueblos para una protección más eficaz de las poblaciones civiles”.

África y América

         El continente africano sigue siendo el más atormentado por las guerras y por la pobreza, tantas veces extrema. Los puntos “calientes” de la actual hora africana tienen epicentro en Darfur, República Centroafricana y en países del Cuerno de África, como Somalia, donde en septiembre fue asesinada la religiosa italiana Leonella Sgorbati, a quien el Papa evocó con palabras de gratitud.

         Frente a ello, ve ven signos de esperanza en las resoluciones de conflictos en la región de los Grandes Lagos y, sobre todo, en la voluntad de comunidad internacional de “mantener a este continente en el centro de su atención, y también de reforzar las instituciones continentales y regionales”.

         Benedicto XVI, que mira con esperanza su próximo viaje, previsto para el 13 de mayo, a América Latina, concretamente a Brasil, destacó los avances que se experimentan en esta región, con alusiones concretas a los esfuerzos y realizaciones llevadas a cabo en la lucha contra la droga y la corrupción, algunas mejoras económicas de la población y los esfuerzos en materia de educación y empleo.

         Con todo, el Santo Padre previno, a propósito de las elecciones celebradas en 2006 en varios países latinoamericanos, del riesgo de convertir la democracia en dictadura del relativismo, que proponga y hasta imponga modelos antropológicos incompatibles con la naturaleza y dignidad del hombre.

         Tres países de esta región merecieron mención especial del Papa: Colombia, Cuba y Haití. Sobre Colombia, el Papa urgió a la pacificación del país, devolviendo a las personas secuestradas a sus familias. Acerca de Cuba, Benedicto XVI recordó las palabras de Juan Pablo II en enero de 1998, en su memorable visita a la isla: “¿Que Cuba se abra al mundo y el mundo a Cuba”, abogando asimismo para que todos los habitantes del país puedean realizar sus aspiraciones legítimas en favor del bien común. Para Haití, el Papa pidió solidaridad internacional, consolidación de sus instituciones y la asunción de parte del pueblo haitiano de sus propias responsabilidades en pro del desarrollo en un clima de reconciliación y concordia.

Asía y Europa

         Al ofrecer sus consideraciones sobre Asia, el Papa reclamó la práctica del derecho efectivo a la libertad religiosa en los países que conforman el continente más poblado del mundo. “Este es un derecho primordial -subrayó- y al mismo tiempo una condición que les permitirá contribuir al progreso material y espiritual de la sociedad, actuando como elementos de cohesión y concordia. Asimismo, Benedicto XVI saludó la expansión económica que viven China, India y Vietnam, llamó a la solidaridad con Timor Oriental, pidió la reconciliación del pueblo coreano, urgió a la desnuclearización de Corea del Norte, deploró el aumento de la violencia en Afganistán y lamentó el fracaso de las negociaciones para una solución pacífica en Sri Lanka.

         Acerca de la crisis continua en Oriente Medio, el Papa recordó que la guerra no es nunca la solución de los problemas, sino su enconamiento, propuso la búsqueda de soluciones globales en las que no se excluya a nadie en la búsqueda del arreglo de los conflictos, reconociendo los derechos de todos. A Irán pidió que responda satisfactoriamente a las legítimas preocupaciones de la comunidad internacional sobre su programa nuclear.

         A Europa dedicó el Papa sus últimas reflexiones. En alusión a la entrada en la Unión Europa de Bulgaria y Rumanía, Benedicto XVI apeló al reconocimiento explícito y legal de las raíces cristianas del viejo continente, a la superación de las tensiones del pasado y la promoción de la amistad, la fraternidad y la reconciliación efectivas entre los todos países de Europa.

         Benedicto XVI pidió también a todos los que en el continente europeo son tentados por el terrorismo que “cesen toda actividad de este género, ya que tales comportamientos, que hacen prevalecer la violencia ciega y provocan el miedo en la población, constituyen una vía sin salida”. El Papa, por último, brindó por la estabilidad en la región de los Balcanes y pidió “flexibilidad y moderación” para encontrar una solución que respete los derechos de todos para Kosovo.

Escrito por Jesús de las Heras Muela – Director de Ecclesia y Ecclesia Digital (30 agosto 2007)



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