La ley del Señor alegra el corazón, José Manuel Lorca Planes, obispo de Cartagena
Domingo XXVI. Ordinario. B. 2015
La Palabra de Dios vuelve a manifestar el cumplimiento de las promesas hechas por Dios a nuestros antiguos padres en Jesucristo. En Él vemos cumplidas las promesas y las intenciones de Dios que se muestra en el libro de los Números, la primera lectura de este domingo. Allí se nos dice que el Espíritu sopla donde quiere y no tiene fronteras, otorga sus dones a quien quiere y actúa libremente. Se ve claro cual es la voluntad de Dios, en boca de Moisés: “Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor”. La promesa está cumplida, porque desde el bautismo estamos llamados a ser profetas, a anunciar el amor y la misericordia entrañable de Dios. En el corazón de Dios cabe todo el mundo y el Espíritu de Dios sigue suscitando testigos y evangelizadores, hombres y mujeres que trabajan por la unidad de su pueblo, erradicando todo lo que nos divide y enfrenta.
Mucho ánimo, entonces, que la realidad que nos toca vivir nos está facilitando un ininterrumpido diálogo con Dios, el Señor nos ofrece y posibilita una invitación constante al interior de su amor personal. Pero no olvidéis que la iniciativa la lleva Él, no se puede monopolizar a Dios, no puedes “poseer” a Dios, no puedes dominarle. Sale a nuestro encuentro en todas las direcciones, ¿no recordáis las parábolas de Jesús, cuando dice que el Señor envía a los criados a todos los cruces de los caminos invitando a pasar al banquete preparado? Dios quiere nuestro bien, nuestro despertar de tantos letargos que nos mantienen paralizados. El Señor no hace una selección elitista de sus discípulos, separando a unos de otros, esa es una tentación humana. El Señor corta ese modo de proceder radicalmente cuando dice en el evangelio que “el que no está contra nosotros está a nuestro favor”. El Señor no se cansa de invitar a todos a ser testigos y profetas, “no duerme ni reposa el guardián de Israel” (Sal 121,4). La Palabra te interpela a tomar conciencia de tu misión, pero debes ser una persona de fe, tener experiencia de Dios, conocerle, sentirle vivo y cercano. “Quien diga que Dios ha muerto –dice un himno de la Liturgia de las Horas- que salga a la luz y vea si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto”. ¡Abrid los ojos y ved las obras maravillosasde Dios, que sigue despierto!: “decid, si preguntan dónde, que Dios está –sin mortaja- en donde un hombre trabaja y un corazón le responde”. Dios está aquí y ahora, pero desgraciadamente unos no lo ven y otros lo rechazan.
Nuestra asignatura pendiente es saber abrirle las puertas a Diospara que lo conozca todo el mundo, dejar a un lado nuestros miedos y temores, nuestra frágil debilidad que nos hace negarle en ocasiones,pero con lágrimas en los ojos, como Pedro arrepentido de su negación. Él no tiene prisa y nos espera: “Oye, Pastor, pues por amores mueres, no te espante el rigor de mis pecados, pues tan amigo de rendidos eres” (Lope de Vega). Nuestro especial cuidado no está en alcanzar nosotros placer o éxito, salud o vida, dinero o descanso…no, nuestra principal alegría debe ser esta: Señor, aquí estoy para hacer tu voluntad. El mayor gozo es dar gracias porque te sientes llamado por el Señor a una aventura que nos supera, a un oficio de amor.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

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