Hoy domingo, 27 de septiembre, la Iglesia católica celebra el Día Mundial del Migrante y del Refugiado, una jornada instituida por la Santa Sede en 1914 que quiere concienciar sobre la situación de las personas vulnerables que se ven forzadas a desplazarse y rezar por ellas. Este año, y bajo el lema «Como Jesucristo, obligados a huir», se nos invita a descubrir de manera especial la realidad de los desplazados internos, aunque el Santo Padre, en su mensaje, nos pide que no nos olvidemos de «todos aquellos que están experimentando situaciones de precariedad, abandono, marginación y rechazo» a causa de la pandemia de covid-19 que padecemos. La Organización Internacional de Migraciones calcula que en el mundo hay unos 260 millones de migrantes. De ellos, unos 50 millones serían desplazados; 25 millones, refugiados; y más de tres, solicitantes de asilo.
El cardenal jesuita Michael Czerny, subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del vaticano Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ha participado esta semana en un evento organizado junto al Servicio Jesuita al Refugiado (JRS) y la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), y en él ha vuelto a pedir que las migraciones sean vistas como una oportunidad. «Los desplazados internos —ha dicho— pueden ser una fuerza positiva de cambio. Demuestran un notable grado de esperanza, resistencia y fuerza. La determinación, las aptitudes y las capacidades con las que reconstruyen sus vidas pueden contribuir sustancialmente a mejorar las sociedades que se han convertido en sus nuevos hogares. La acción local para apoyar a los desplazados internos puede contribuir al bienestar de toda la comunidad. Atender las necesidades de los desplazados internos y apoyar sus redes e interacciones con los residentes locales ayudará a construir la comunidad y a avanzar hacia la recuperación, la cohesión social, la paz, la seguridad y el desarrollo».
El purpurado checo-canadiense recuerda que a los cuatro verbos del Papa Francisco de 2018 —acoger, proteger, promover e integrar— se incorporan este año otros seis pares de verbos más para llevar a aquellos a la práctica. Se trata —dice— de verbos «vinculados entre sí de una manera desafiante». Así, por ejemplo, «tienes que saber para entender; es necesario estar cerca para poder servir; para reconciliarse, hay que escuchar; para crecer, es necesario compartir; necesitamos estar involucrados para promover; y es necesario cooperar para construir».
Compartir nos hace más humano, nos hace creer más en Dios y sentirnos sus hijos, subraya.
Orientaciones pastorales
El pasado mes de mayo la Santa Sede hizo públicas unas «Orientaciones pastorales» para la atención pastoral de los desplazados internos. Czerny señala ahora que estos, los desplazados, deberían participar en el diseño y la prestación de las respuestas de protección y asistencia que realiza la Iglesia; en la planificación y aplicación de soluciones que les afecten; y en la elaboración de leyes, políticas y estrategias relacionadas con el propio desplazamiento interno.
El subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados recuerda, por último, que en cada una de esas personas obligadas a huir está presente Jesús. «En el rostro de los hambrientos, de los sedientos, de los desnudos, de los enfermos, de los forasteros y de los prisioneros, estamos llamados a ver el rostro de Cristo que nos suplica ayuda (cf. Mt 25, 31-46). Si lo reconocemos en esos rostros, seremos nosotros los que le agradezcamos por haber podido encontrarlo, amarlo y servirlo en ellos», dice citando al Papa Francisco en su mensaje para la Jornada.
