Revista Ecclesia » La Fiesta Nacional de María marcará el cierre del Año de la Misericordia en Puerto Rico
Especiales Ecclesia Internacional

La Fiesta Nacional de María marcará el cierre del Año de la Misericordia en Puerto Rico

La Fiesta Nacional de María marcará el cierre del Año de la Misericordia en Puerto Rico

La gran Fiesta Nacional de María, Madre de la Divina Providencia, será el marco para el cierre nacional del Jubileo de la Misericordia en Puerto Rico.

Con este motivo, la Conferencia Episcopal de Puerto Rico y la Diócesis de Fajardo-Humacao vienen convocando a todos los fieles a participar en esta celebración en honor a la Patrona del paìs centroamericano.

El evento se llevará a cabo el sábado, 19 de noviembre en el Coliseo Humacao Arena desde las 8:30 a.m. Para la ocasión se han preparado numerosas actividades, música y confraternización. Además, de la Puerta Santa, habrá sacerdotes para la Confesión y el gran cierre de esta actividad será con la celebración de la Santa Eucaristía.

El siguiente es el himno a la Madre de la Divina Providencia, patrona de Puerto Rico: www.youtube.com/watch?v=tGJMrZSrE1w

– Himno a la Virgen de la Divina Providencia

Virgen Santa de la Providencia
Madre de Clemencia,
Honor del Caribe.
Protectora, Borinquen te aclama.
Patrona te llama y a tu amparo vive.

Los Boricuas, tus hijos amados,
llegan confiados a buscar los bienes,
que les brinda con todo el cariño,
por tu mano, el niño,
que en tus brazos tienes.

Ese niño que reposa en calma,
despierto en el alma
en Borinquen sueña.
Y se alegra de que hayas querido
por trono escogido, tierra Borinqueña.

Puerto Rico, te tiende su brazo,
solo en tu regazo, descansar añora,
y te pide, que sigas constante,
siendo en cada instante
su fiel protectora.

– Oración a la Virgen de la Divina Providencia

Virgen María Inmaculada, Madre de la Divina Providencia, protege mi alma con la plenitud de tu gracia; gobierna mi vida y dirígela por el camino de la virtud al cumplimiento de la voluntad divina.

Alcánzame el perdón de mis culpas. Sé mi refugio, mi protección, mi defensa y mi guía en la peregrinación por este mundo. Consuélame en mis aflicciones, rígeme en los peligros, y en la tempestades de mi adversidad, ofréceme tu segura tutela.

Alcánzame, ¡Oh Maria!, la renovación interior de mi corazón para que se convierta en morada santa de tu divino Jesús. Aleja de mi que soy débil, toda suerte de pecado, de descuido, de pereza, de debilidad y de respeto humano.

¡Oh, dulcísima Madre de la Divina Providencia! Dirige hacia mí tu mirada maternal y si por fragilidad o por malicia he provocado las amenazas del eterno juez, y he amargado el corazón sacratísimo de mi amado Jesús, cúbreme con el manto de tu protección y seré salvo.

Tú eres madre misericordiosa; tú, la virgen del perdón; tú, mi esperanza en la tierra. Haz que pueda yo tenerte por madre en la gloria del cielo.

Amén.



O si lo prefieres, regístrate en ECCLESIA para acceder de forma gratuita a nuestra revista en PDF

HAZME DE ECCLESIA

Cada mes, en tu casa

Últimas entradas