La catedral de Sigüenza, soneto de Francisco Vaquerizo
“Ahí la tenéis, solemne y recatada,
ganándole al tiempo la partida;
ahí la tenéis, humilde y agresiva
como una adolescente contrariada.
Ahí la tenéis, jornada tras jornada
en un combate a muerte por la vida;
ahí la tenéis, como una flor prendida
en los ojales de la madrugada.
Venid a contemplar sus esplendores,
a ver cómo navega por la historia,
sin dudas, sin desmayos, sin temores.
Nunca olvidéis que es vuestra gran memoria
y que ella ha sido desde sus albores
-y será siempre- vuestra mayor gloria”.

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