Anunciar el evangelio en la propia cultura es algo importante para el momento actual, en culturas tradicionales y modernas.
La Encarnación es el fundamento de la inculturación. Mientras no se llega a evangelizar la cultura no penetra el evangelio en la persona. San Pablo quería hacerse “judío con los judíos, griego con los griegos, para llevar a todos a Cristo”.
Al enjuiciar hoy la situación en las culturas ancestrales se considera con frecuencia la presencia del Evangelio como una colonización.
Hay dos actitudes ante esta realidad: – la de un estudioso de la “política de las religiones” que afirma que “sólo si es creíble en Europa, la Iglesia será creíble en el mundo” y – la del misionero, recogida en el consejo dado por Monseñor Alejandro Labaka, obispo misionero muerto con fama de martirio en la amazonia ecuatoriana.
Amar a quienes queremos evangelizar, creer sinceramente que el Espíritu de Dios está actuando en todas las culturas y aceptar que el Evangelio no es patrimonio exclusivo de una cultura sino que puede y debe ser acogido por todas, es lo que llenará de la alegría del Evangelio a todos los pueblos

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