Revista Ecclesia » Intervención en el Sínodo de la Nueva Evangelización del español Julián Carrón, presidente de la Fraternidad Comunión y Liberación (13-10-2012)
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Intervención en el Sínodo de la Nueva Evangelización del español Julián Carrón, presidente de la Fraternidad Comunión y Liberación (13-10-2012)

No podemos seguir pensando que “este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado” (Porta fidei, 2) Leyendo el Instrumentum laboris (142) quedé impresionado ante esta observación: “es causa de preocupación en muchas respuestas la escasez del primer anuncio en la vida cotidiana”.

Todo este esfuerzo hecho hasta ahora tiene problemas para generar una novedad de vida que despierte la curiosidad por lo que viven los bautizados. ¿Cómo superar esa fractura entre la fe y la vida que hace que le sea más difícil a la fe ser encontrada de manera razonable y, por tanto, atractiva? Sin descubrir y acoger nuevamente el don valioso que es la fe, la nueva evangelización corre el riesgo de verse reducida a una cuestión de expertos.

Para suscitar este interés tenemos un aliado dentro del corazón del hombre de cualquier cultura y condición. Sabemos que el corazón del hombre está hecho para lo infinito. Permanece en él la expectativa de su cumplimiento. Porque ningún falso infinito logra satisfacerlo: “¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? (Mt 16, 26).

A esta expectativa no pueden responder ni una doctrina, ni un conjunto de reglas, ni una organización, sino un acontecimiento. Como dijo don Giussani durante el Sínodo de 1987: “lo que falta no es tanto la repetición verbal o cultural del anuncio cristiano. El hombre de hoy espera, quizás inconscientemente, la experiencia de un encuentro con personas para las que Cristo es una realidad tan presente que ha cambiado su vida”. Un lugar donde cada uno pueda ser invitado a hacer la misma verificación que hicieron los dos primeros discípulos a orillas del Jordán: “Venid y lo veréis”, porque “una fe que no pudiera percibirse y encontrarse en la experiencia presente, que no pudiera verse confirmada por ella, que no pudiera ser útil para responder a sus exigencias, no podía ser una fe en condiciones de resistir en un mundo donde todo, todo, decía y dice lo opuesto a ella”.



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