Aunque el congreso daba inicio en la tarde del lunes, ha sido en esta jornada cuando nos hemos adentrado de lleno y sin más formalidades en la temática del Congreso. Una jornada en la que en cinco conferencias se han abordado cuestiones relativas al texto y a su contexto.
La primera conferencia fue asumida por el reconocidísimo especialista teresiano, el P. Tomás Álvarez. Lamentablemente, por problemas de salud, no pudo hacerse presente, aunque sí pudo enviar por escrito su aportación con el tema: “El autógrafo del libro de las Fundaciones, en el Escorial”. La ponencia fue magistralmente leída por el P. Rómulo Cuartas. Y aunque la ausencia del P. Tomás parecía dejar un sinsabor en los asistentes, a medida que se iba leyendo su ponencia, el texto hizo olvidar por un momento su ausencia física. En su texto el P. Tomás, como editor del fac-simil de esta obra, nos fue introduciendo en todos los entresijos físicos del libro: desde la elección del papel, la tinta, la escritura, las censuras y tachones…, que iban ilustrando mucho de su autora y de la mentalidad que la rodeaba. También los porqués del paradero del manuscrito en el Escorial y su conservación.
Las otras dos conferencias de la mañana nos ofrecieron dos perspectivas de acercamiento al texto teresiano en clave filológica y literaria. El Profesor de la Universidad de Comillas de Madrid, P. Juan Antonio Marcos, entusiasmó a los asistentes introduciéndonos, de una manera práctica, en el arte de narrar que Teresa demuestra en esta obra de las Fundaciones. Tomó como referencia el capítulo último, dedicado a la Fundación de Burgos –la benjamina de las fundaciones teresianas- , resaltando el modo de proceder de Teresa, capaz de implicar al lector en los entresijos de su aventura fundacional.
La Dra. Cristina Fiallega, profesora de literatura hispano-americana en la Universidad de Boloña (Italia) confeccionó su discurso desde la “semiótica”, tal como la entiende el escritor Umberto Eco, es decir, como un sistema de significación donde los fenómenos culturales se entrelazan como signos. En este sentido, fue desgranando su discurso relevando, como clave de lectura de la obra teresiana, el hecho de encontrarnos frente a una historia en la que la narración de los hechos se une a la interpretación de los mismos. Para concluir o demostrar (-en la intención de Teresa autora de este libro-)la acción de Dios en la Historia. Una historia en la que emerge como valor una “obediencia que da fuerzas”, palabras de Teresa que dieron título a la ponencia.
Las dos conferencias que tuvieron lugar en la tarde, centraron su mirada en la perspectiva histórica, desde dos aspectos novedosos e iluminadores en la comprensión de las Fundaciones.
La primera palabra la pronunció la historiadora y profesora de la Universidad de Comillas, la doctora Mª Mar Graña Cid. En su intervención presentó, en primer lugar, el contexto “conventual femenino” más cercano a Teresa, y frente al cual se puede comprender la originalidad y continuidad de la reforma teresiana. Seguidamente acentuó también los aspectos originales de la obra teresiana. Como experta medievalista fue desgranando las diversas corrientes reformistas, descalzas y rigoristas que surgieron en el ámbito de la Orden de las Clarisas, y que Teresa pudo conocer de primera mano. Una de las conclusiones más sorprendentes de su investigación fue poner de relieve como frente al acento rigorista y ascético de estas corrientes, Teresa fue capaz´, al igual que Clara de Asís, de comprender y leer con sensibilidad femenina la actualización y vuelta al Evangelio. Aspecto que no supieron rescatar esos movimientos reformistas, más preocupados del rigor y de las formas externas.
La última de las conferencias llevaba por título: “Las primeras carmelitas. Colaboradoras de Teresa”. De las relaciones con ellas, así como de la importancia y valor que Teresa les daba Teresa de Jesús, nos habló la Carmelita Descalza, la Hna María Inés de Jesús, del Carmelo de Sevilla. Resultó fascinante constatar la empatía de la conferenciante con todas esas “colaboradas” de la puesta en marcha del Carmelo Teresiano, y a las que Teresa supo cuidar y valorar.
Fco. Javier Sancho

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