II Sábado de Adviento, 12-12-2015, por Ángel Moreno de Buenafuente
(Ecco 48, 1-4. 9-11; Sal 79; Mt 17, 10-13)
La luz transfiguradora
El texto evangélico de este día es inmediato a la experiencia que tuvieron los discípulos en el monte alto, cuando fueron testigos del rostro transfigurado de Jesús. En este contexto se comprenden las alusiones a Elías, uno de los personajes que aparecen en la visión luminosa, y la antífona del salmo interleccional: “¡Oh Dios!, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve”.
Elías surge en los textos bíblicos como el profeta del fuego, tanto por la escena con los sacerdotes de Baal, como por su ascenso a los cielos en un carro encendido. Y también por el estilo ardiente de su predicación: “Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido”.
Estas referencias en el tiempo de Adviento evocan la expectación del Mesías. Su venida es luz y desde ella, para quienes la acogen todo se ilumina, Aunque cabe que nos cerremos a esta perspectiva luminosa de los acontecimientos, como sucedió en tiempos de Jesús: “Os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo”.
La Palabra Dios nos ofrece las claves para que los hechos no se queden encerrados en un significado intrascendente, sino que recuperen una perspectiva y horizonte luminosos.
El Adviento es tiempo de luz. En muchos lugares se adornan las calles con luces de colores, que prestan al paisaje un atractivo muy especial, y consuelan el ánimo un tanto entristecido por los rigores del invierno. En Alemania se vive el Adviento de una forma muy expresiva, y es frecuente la tradición de abrir cada día una ventana virtual o figurada, en la que aparece un mensaje esperanzador.
Jesús va a decir de Sí mismo: “Yo soy la Luz”. Y Zacarías canta que “por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo alto”, refiriéndose, sin duda, a Jesús.
Tengamos la sagacidad de ver la realidad a través la Palabra, y todo será diferente, porque todo quedará iluminado y colmado de sentido esperanzador, y al igual que nos valemos del artificio luminoso, si sabemos mirar la historia a través del acontecimiento del Nacimiento de Jesús, todo quedará transfigurado.

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