Revista Ecclesia » Homilías papales para el domingo 25-B del tiempo ordinario (23-9-2012)
La familia según Benedicto XVI
Rincón Litúrgico

Homilías papales para el domingo 25-B del tiempo ordinario (23-9-2012)

Trabajo recopilado por fray Gregorio Cortázar Vinuesa, OCD

NVulgata 1 Ps 2 EBibJer2ed (en) — Concordia y ©atena Aurea (en)

(1/3) Juan Pablo II, Homilía en Lecce 18-9-1994 (it):

1. “Quien quiera ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9, 35).

Las palabras de Jesús, en el pasaje evangélico que se acaba de proclamar, trazan el camino real de una santa ambición, propia de cuantos conocen y aman a Dios: es el camino de un primado espiritual que, paradójicamente, se realiza poniéndose en el último lugar, el del servicio generoso y sin reservas, imitando el ejemplo de Jesús que vino para servir y no para ser servido.

Sus discípulos lo habían comprendido muy poco, pues a lo largo del camino a Cafarnaúm discutían acerca de “quién era el mayor” (Mc 9, 34). De esta ambición completamente humana habla de forma eficaz el apóstol Santiago, señalándola como origen de “guerras y contiendas” que devastan la sociedad: “Codiciáis, y no poseéis; matáis, envidiáis, y no podéis conseguir. Combatís y hacéis la guerra” (St 4, 2). Se trata del espectáculo de un mundo dominado por las pasiones que luchan en los miembros y en el corazón del hombre.

¡Cuán realista nos resulta este mensaje cuando observamos nuestra sociedad actual! La disputa que describe el pasaje evangélico nos da a entender que también entre los hijos de la Iglesia puede introducirse la carcoma del orgullo, quizás camuflado, y de ambiciones inconfesables, que alteran la obra de Dios. Frente a esa tentación, las palabras de Jesús son categóricas, y hay que tomarlas en serio: “Quien quiera ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos”.

2. “Servidor de todos”. Servir es imitar a Cristo, que se entregó a sí mismo en sacrificio por nosotros. Servir es vivir en relación de solidaridad concreta con nuestros hermanos, especialmente con los más pobres. Servir es amar generosa y gratuitamente, sin esperar nada a cambio.

Si la Iglesia quiere ser hoy signo de esperanza para la sociedad, debe vivir profundamente la lógica del servicio. El mundo de hoy –escribió mi venerado predecesor Pablo VI– “escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan” (Evangelii nuntiandi, 41). Esto vale, sobre todo, en el servicio de la caridad, que, practicada generosamente, es camino real para la evangelización (…).

Es preciso ser verdaderos testigos de la caridad, y serlo por doquier: en las familias, en las parroquias y en los lugares de estudio y de trabajo (…). Ese compromiso es más necesario que nunca en una sociedad que presenta todavía tantas formas antiguas y nuevas de pobreza material y espiritual.

Es necesaria una cultura de la solidaridad. Los padres y los educadores han de esforzarse sobre todo por formar a las jóvenes generaciones en el espíritu de servicio, en la apertura, en el diálogo y en la superación de toda tentación egoísta y hedonista. Nada es más meritorio que esa labor formativa de gran alcance, que ha de llevarse a cabo más que con palabras con el ejemplo constante y convincente.

3. Hay, además, un servicio especial que los creyentes están llamados a prestar a la sociedad: se trata de infundir en ella un suplemento de alma que permita al hombre contemporáneo, desconcertado por numerosas seducciones, conservar los valores fundamentales del espíritu.

El apóstol Santiago nos ha recordado las características de la “sabiduría que viene de lo alto”: es “pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión” (St 3, 17). El testimonio de esa sabiduría no puede menos de impulsar a la persona que lo contempla a mirar hacia lo alto. Y hoy muchos experimentan esa llamada intensa de Dios.

En la niebla que envuelve con frecuencia a la humanidad se siente la necesidad de la luz divina, que los cristianos están llamados a testimoniar de manera muy especial. Han de ser hombres de lo sobrenatural, y lo serán de modo cada vez más creíble si saben conjugar en una síntesis equilibrada la contemplación y la acción, mostrando con los hechos cuánto puede contribuir la fe a la construcción de un mundo digno del hombre.

4. Amadísimos hermanos y hermanas (…). Llevad a todos el mensaje alegre y exigente de Cristo, Redentor del hombre.

5. “Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida” (Sal 53, 6). Con esta confianza ponemos ahora sobre el altar nuestros deseos y anhelos. Sobre la mesa eucarística se hace presente nuevamente el sacrificio de Cristo, misterio de amor, fulcro de la vida de todo creyente y del pueblo de Dios. La Eucaristía es el don supremo que nos dejó el Salvador; debemos acercarnos a ella como a un manantial de salvación perenne.

Amadísimos hermanos y hermanas. Que toda vuestra liturgia sea viva, activa y participada, según las indicaciones del concilio Vaticano II y de los documentos posteriores para su aplicación. Una liturgia vinculada a la vida, una liturgia que cambia la vida.

Con estos sentimientos de un compromiso evangélico renovado y de una conversión íntima, dispongámonos a elevar el cáliz de la salvación (…). Lo haremos ensanchando la mirada hacia los pueblos de toda la tierra, conscientes de que el sacrificio eucarístico es el vínculo que hermana a los hombres, porque es signo e instrumento eficaz del amor salvífico de Dios.

“El Señor sostiene mi vida” (Salmo responsorial). Que nunca falte el entusiasmo de servir al Señor, a la Iglesia y a nuestros hermanos, confiando siempre en la presencia activa del divino Maestro.

Como María, a quien tanto amáis y veneráis (…), es necesario saber ser servidores humildes (cf Lc 1, 48), porque el Padre revela los misterios del reino de los cielos a los pequeños (cf Aleluya). La Santísima Virgen ayude a todos a comprender que “quien quiere ser el primero, debe ser el último de todos y el servidor de todos”.

A la Madre de Dios encomiendo vuestra ciudad, llamada Civitas mariana (…). Ella os impulse a estar dispuestos a servir y anunciar el Evangelio, sin ceder al cansancio ni a compromisos de ningún tipo. María Santísima esté siempre junto a vosotros, a vuestros enfermos y a vuestros jóvenes. Sea signo de consuelo y de esperanza segura para todo este pueblo. Amén».

(2/3) Benedicto XVI, Ángelus 20-9-2009 (ge hr sp fr en it po)

(3/3) Juan Pablo II, Homilía en la clausura del Congreso mariológico-mariano internacional 24-9-2000 (ge sp fr en it po): al inicio el Papa habla del Evangelio de hoy; lo demás es precioso sobre la Virgen.

LA PALABRA DEL PAPA.- «Jesús, al dar a Simón (…) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968 fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964 it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones “ex cáthedra”, existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que, por el contrario, iluminen bien al pueblo cristiano» (Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993 sp it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la “piedra” en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005 ge sp fr en it lt po).

LOS ENLACES A LA NEO-VULGATA.- «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (…) como base segura para los estudios bíblicos» (Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979 ge sp fr en lt po). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C.E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012 ge sp fr en it pl po).

 



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