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Homilías del Papa para el domingo 30 del tiempo ordinario (28-10-2012)

 NVulgata 1 Ps 2 EBibJer2ed (en) — Concordia y ©atena Aurea (en)

(1/2) Juan Pablo II, Homilía en la parroquia de San Pío V 28-10-1979 (sp fr it po):

«Hermanas y hermanos carísimos: “¡Gracia y paz sean con vosotros de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo!” (2Ts 1, 2).

1. Me alegra ciertamente encontrarme hoy entre vosotros, fieles de la parroquia dedicada a mi santo predecesor Pío V, Antonio Ghislieri, que ocupó la Cátedra de San Pedro desde 1566 hasta 1572 y es conocido principalmente como el “Papa del Rosario”, por el impulso que con su ejemplo y enseñanzas dio a la difusión de esta devoción, que tan dentro del corazón lleva el pueblo cristiano. Esta visita mía, efectuada casi al final del mes de octubre, especialmente dedicado a la Virgen del Rosario, quiere ser como un acto de obligada admiración por San Pío V y, al mismo tiempo, de ferviente veneración a María Santísima (…).

3. En esta ocasión, celebrando para vosotros el Santo Sacrificio, deseo meditar junto con vosotros, preguntándome y preguntándoos: ¿Qué nos dicen (…) las lecturas litúrgicas de hoy? (…). Ante todo, esas lecturas nos hablan de Cristo que “es sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Hb 5, 6). La Carta a los Hebreos nos enseña que Cristo quedó hecho sacerdote como Hijo de Dios que tomó la naturaleza humana. Por Dios, su Padre, él es eternamente Hijo. Al hacerse hombre, precisamente como Hijo dedicado completamente al Padre, se hizo por ese mismo acto sacerdote. En efecto, sacerdocio quiere decir dedicación: dedicación de sí mismo a Dios y dedicación en sí de toda criatura a Dios. Jesucristo es la plenitud de tal dedicación. En él y por él, todo el mundo, la humanidad entera, todo hombre y todo lo creado, están del modo más perfecto dedicados y restituidos a Dios.

Una parroquia –vuestra parroquia– significa una comunidad de hombres que, comenzando desde el bautismo, están personal y socialmente ligados al sacerdocio de Cristo, a esa dedicación de Cristo a Dios Creador y Padre. Vosotros sois una parroquia gracias, ante todo, al hecho de que él esta aquí en medio de vosotros, con vosotros y en vosotros.

Este su eterno sacerdocio, que alcanzó su plenitud histórica en el sacrificio de la Cruz, se reviste de un signo visible: Cristo es sacerdote “según el orden de Melquisedec”.

Al igual que ese misterioso sacerdote-rey de los tiempos de Abraham, también Cristo celebra el memorial de su único sacrificio ofrecido en el propio cuerpo y sangre sobre la cruz; lo hace presente y lo renueva en la Iglesia como el sacrificio sacramental del pan y del vino. Este sacrificio marca el constante ritmo de la vida de la Iglesia, también de vuestra parroquia.

En ese sacrificio, Cristo crea esta parroquia, porque está con vosotros. Está con todos y con cada uno como Aquel que “compadece”; está también, por tanto, con “los ignorantes y extraviados” (Hb 5, 2) como Quien, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio por los pecados, puede y quiere acercar a todos a la fuente de la verdad y de la santidad.

Para terminar esta parte de nuestra reflexión sobre la lectura litúrgica de hoy, nos diremos así a nosotros mismos: nosotros, la comunidad de San Pío V, somos parroquia porque permanecemos en la viva unión con el sacerdocio de Cristo, porque participamos de él.

4. Continuemos nuestra meditación sobre la Palabra de Dios de la liturgia de hoy. Aquel mendigo ciego, Bartimeo, tras ser llamado por Cristo, pronunció la principal petición de toda su vida: “Señor, que vea”; y recibió la vista y la respuesta: “Anda, tu fe te ha salvado” (Mc 10, 50-51).

Pienso, queridos parroquianos de San Pío V, que vuestra parroquia es un lugar en que muchos de vosotros deben a Cristo el gran don de la vista espiritual: el don de la fe, mediante la cual conocemos a Dios y “las grandes obras de Dios” (Hc 2, 11) en la historia del hombre. Sí, la parroquia existe, porque nosotros, en este “ver” a través de la fe, por obra del Espíritu Santo, nos complementamos recíprocamente y recíprocamente nos ayudamos a educarnos.

Aunque este ver a través de la fe sea el fruto de la gracia del mismo Dios en relación con el alma humana, sin embargo, en relación con nuestro entender, está al mismo tiempo confiado también a nuestra humana solicitud y a nuestro celo. Está confiado a la tarea de la Iglesia, a sus enseñanzas, a su catequesis. Y esta es la principal función de la parroquia. En la parroquia, semejante tarea deben desarrollarla no solamente los sacerdotes como maestros de la fe, sino también las otras personas: las religiosas y los laicos.

Y especialmente fundamental en este campo es el deber de la familia. Precisamente, dirigiéndome a los padres de familia cristianos, en la Exhortación Apostólica Catechesi tradendae ge sp fr en it lt pl po [16-10-1979] (…) digo: “La acción catequética de la familia tiene un carácter peculiar y, en cierto sentido, insustituible. Esta educación en la fe, impartida por los padres –que debe comenzar desde la más tierna edad de los niños– se realiza cuando los miembros de la familia se ayudan unos a otros a crecer en la fe por medio de su testimonio de vida cristiana, a menudo silencioso, pero perseverante, a lo largo de una existencia cotidiana vivida según el Evangelio” (n. 68).

No podemos olvidar, sin embargo, que entre vosotros, en el ámbito de esta comunidad, que lleva el nombre de parroquia de San Pío V, hay ciertamente muchos que “no ven”, que “son ciegos” respecto a Dios y sus grandes obras. Y permanecen y se confirman en ese estado. Y quizás incluso hacen un programa de esta su falta de fe que quisieran inocular o imponer a los demás. Es verdaderamente enorme la importancia de la parroquia como comunidad de fe, como comunidad de creyentes. Enorme también su misión, su vocación apostólica. Cristo Jesús nuestro Salvador “aniquiló la muerte y sacó a luz la vida y la incorrupción por medio del Evangelio” (2Tm 1, 10).

5. La parroquia es un lugar de evangelización. Es, por tanto, lugar de grande y múltiple trabajo, que es semejante al trabajo de ese agricultor, del que habla la liturgia de hoy en el salmo responsorial: “Van y andan llorando, los que llevan y esparcen la semilla… Los que con llanto siembran, en júbilo cosechan” (Sal 125/126, 6, 5).

En esta circunstancia tan agradable para mí, como es la visita a vuestra parroquia, quiero desearos ese múltiple trabajo, esa fatiga y quizás también esas lágrimas de que habla el salmista, para desearos, seguidamente, los frutos de ese trabajo: esa siega, esos haces que se recogen con humano y al mismo tiempo divino gozo. Amén».

(2/2) Benedicto XVI, Ángelus 29-10-2006 (ge hr sp fr en it po)

LA PALABRA DEL PAPA.- «Jesús, al dar a Simón (…) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968 fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964 it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones “ex cáthedra”, existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que, por el contrario, iluminen bien al pueblo cristiano» (Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993 sp it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la “piedra” en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005 ge sp fr en it lt po).

LOS ENLACES A LA NEO-VULGATA.- «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (…) como base segura para los estudios bíblicos» (Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979 ge sp fr en lt po). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C.E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012 ge sp fr en it pl po).

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