“Cada uno de nosotros es un elegido, una elegida de Dios. Cada uno de nosotros lleva una promesa que el Señor hizo: ‘Camina en mi presencia, sé irreprensible y yo te haré esto’. Y cada uno de nosotros hace alianzas con el Señor. Puede hacerlas, si no quiere hacerlas, es libre. Pero esto es un hecho. Y también debe ser un interrogante: ¿Cómo siento yo la elección? ¿O me siento cristiano de casualidad? ¿Cómo vivo yo la promesa, una promesa de salvación en mi camino, y cómo soy fiel a la alianza? ¿Cómo Él es fiel?”.
De manera que ante “la misma fidelidad” que es Dios, a nosotros – añadió el Santo Padre – nos corresponde interrogarnos: ¿La sentimos como una “caricia suya”, al igual que el hecho de que Él se ocupe de nosotros y nos busque cuando nos alejamos?
El Papa Bergoglio prosiguió refiriéndose a San Pablo en cuanto a la elección de Dios. Y dijo que el Apóstol usa “cuatro veces” dos palabras: “desobediencia” y “misericordia”. A la vez que añadió que donde está una, estuvo la otra, porque éste es nuestro camino de Salvación:
“Esto quiere decir que en el camino de la elección, hacia la promesa y la alianza, se producirán pecados, habrá desobediencia, pero ante esta desobediencia siempre está la misericordia. Es como la dinámica de nuestro caminar hacia la madurez: siempre está la misericordia, porque Él es fiel, Él jamás revoca sus dones. Está relacionado: esto está relacionado con el hecho de que los dones son irrevocables. ¿Por qué? Porque ante nuestras debilidades, ante nuestros pecados, siempre está la misericordia y cuando Pablo llega a esta reflexión, da un paso más – pero no nos da una explicación a nosotros – de adoración”.
Adoración y alabanza silenciosa, por lo tanto, ante “este misterio de la desobediencia y de la misericordia que nos hace libres”, y ante “esta belleza de los dones irrevocables como son la elección, la promesa y la alianza”, fue la invitación final del Papa Francisco:
“Pienso que puede hacernos bien, a todos nosotros, pensar hoy en nuestra elección, en las promesas que el Señor nos ha hecho y en cómo vivo yo la alianza con el Señor. Y cómo me dejo – permítanme la palabra – ‘misericordiar’ por el Señor, ante mis pecados, ante mis desobediencias. Y al final, si yo soy capaz – como Pablo – de alabar a Dios por esto que me ha dado a mí, a cada uno de nosotros: alabar y hacer aquel acto de adoración. Pero sin olvidar jamás que los dones y la llamada de Dios son irrevocables”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
El Papa Francisco celebra la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta.
(RV, 6-11-2017).-

Añadir comentario