Nos hemos reunido en este día de fiesta para honrar a nuestro santo patrón San Antolín. No me voy a extender contando la vida y muerte del santo, ya que bien sé que vosotros la conocéis mucho mejor que yo. Además, pocos son los datos históricos que nos han llegado de su vida. Pero hay un dato crucial en el que todos los historiadores concuerdan y que puede considerarse como históricamente indiscutible:
Antolín dio su vida por Cristo, padeció el martirio en la persecución de Diocleciano. El martirio es siempre un signo de fe cristiana vivida plenamente y un ejemplo perenne para todos los que quieran seguir a Jesucristo.
Por coincidir la fiesta de San Antolín con el aniversario de mi entrada en la diócesis de Palencia -apenas hay tres días de diferencia-, me gustaría establecer de ahora en adelante la costumbre de proponer en este día, en el que, al llegar el mes de Septiembre, vamos a comenzar un nuevo curso, los proyectos y propuestas evangelizadoras que el obispo propone al católico pueblo palentino para el próximo año pastoral.
Prioridades para el curso próximo. Dos son las prioridades pastorales que van a centrar nuestro interés en el curso próximo: la aplicación del Plan Pastoral 2011-2016 y la celebración que nos propone Su Santidad el papa Benedicto XVI del Año de la Fe. Ciertamente, en las parroquias y comunidades cristianas hay un trabajo ordinario que no se puede olvidar: las parroquias tienen su ritmo pastoral propio e igualmente la vida monástica y las comunidades religiosas de vida activa, bien se ocupen de la atención a los enfermos o a los ancianos, bien se dediquen a la enseñanza o a la promoción social de la juventud. Tanto el Plan Pastoral como la celebración del Año de la Fe no van a suponer una novedad radical, como si, además de todo lo que viene haciendo, se añadiesen nuevas tareas. Si se me permite la comparación, se trata, más bien, de poner determinados acentos sobre un texto que ya se ha venido leyendo anteriormente.
El Plan Pastoral Diocesano. Durante el curso 2010-2011, participaron en la elaboración de este Plan de Pastoral todos los miembros del pueblo de Dios que voluntariamente quisieron contribuir en esta acción comunitaria de reflexión y corresponsabilidad eclesial, es decir: sacerdotes, individualmente o por arciprestazgos, religiosos y religiosas de vida contemplativa y activa, y fieles laicos, especialmente miembros de movimientos de apostolado seglar y de los consejos de pastoral de las parroquias o unidades pastorales de nuestra diócesis. Aprobado por mí, el Plan Diocesano de Pastoral entró en vigor el 1 de Septiembre de 2011, hace ya un año. Este importante documento comprende tanto orientaciones del Magisterio de la Iglesia como propuestas votadas mayoritariamente por los organismos de participación diocesanos: el consejo presbiterial y el consejo diocesano de pastoral. En él se dan indicaciones muy precisas para dirigir la vida pastoral en los próximos cinco años, como, por ejemplo, instrucciones sobre la catequesis de la iniciación cristiana, la enseñanza religiosa escolar y la pastoral en la escuela católica, la presencia de la Iglesia en los medios de comunicación social, la celebración de la Eucaristía y de los restantes sacramentos, la religiosidad popular, la vida espiritual, o la pastoral familiar, la pastoral de la salud, la acción de Cáritas Diocesana y de las Cáritas parroquiales o la acción social de la Iglesia para con los discapacitados, los emigrantes, los presos, los excluidos, etc.
En resumen, todo un proyecto de acción evangelizadora que hemos comenzado a aplicar ya este curso y que debemos continuar aplicándolo en años sucesivos. Esta va a ser nuestra primera prioridad pastoral este año.
El Año de la Fe. El segundo acento o prioridad pastoral para el nuevo curso que comienza es responder a la invitación que nos ha hecho el Papa para este curso. De nuevo, no se trata de hacer más cosas, sino de subrayar algunos aspectos de la acción pastoral ordinaria relacionados con nuestra vida cristiana. En efecto, a través de la Carta Apostólica “Porta Fidei”, Benedicto XVI ha convocado el “Año de la Fe”, del 11 de Octubre de 2012 al 24 de Noviembre de 2013. Se convoca coincidiendo con el cincuenta aniversario de la apertura del concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Además, en Octubre de este mismo año, va a tenerse en Roma el sínodo especial de obispos dedicado a la “nueva evangelización” de los pueblos.
La celebración de este año debe tener una triple dimensión: catequética, celebrativa y caritativa. Estas dimensiones deben llevarnos a una renovación profunda de nuestra vida espiritual y a un decidido compromiso misionero, tal como se pretende con la llamada del Papa a la “nueva evangelización”, especialmente en los países antaño evangelizados.
En nuestra diócesis, los sacerdotes deberemos reflexionar sobre las grandes ideas de renovación eclesial contenidas en los documentos del concilio, algunas de las cuales todavía no se han puesto en práctica. Para muchos, ciertamente, debido a su juventud, el concilio es algo del pasado, como pueden serlo el Vaticano I o el concilio de Trento. Para otros, menos jóvenes, el concilio fue la ocasión de llevar a cabo cambios importantes en la Iglesia, pero cuyos textos no han vuelto a ser leídos. Y mientras tanto, han aparecido interpretaciones distorsionadas del mismo, que se han justificado apelando, no a los documentos promulgados, sino a un vago espíritu del Vaticano II, que no tiene en cuenta la tradición de la Iglesia.
Los seglares y religiosos, por su parte, deberán profundizar en los temas fundamentales de la fe cristiana, para conocerlos mejor y para vivir lo que el Papa ha llamado la “alegría de la fe”. Yo mismo, como “maestro auténtico de la fe que hay que creer y que hay que llevar a la práctica” (LG 25), dedicaré todas las semanas una breve carta pastoral, que será repartida en todas las parroquias y comunidades cristianas, para explicar los principales contenidos de la fe. Además tendremos cursillos y charlas en los arciprestazgos sobre el “Catecismo de la Iglesia Católica”
Pero también tendremos actividades celebrativas. Con la periodicidad que se anuncie, se celebrará los sábados por la tarde en la Catedral una Eucaristía centrada en la renovación de la fe bautismal y en el testimonio misionero, a la que se invitará a asistir a los distintos arciprestazgos. También los Encuentros Eclesiales de Mayo-Junio de 2013, presididos por el obispo, tendrán como tema común la reflexión sobre el Credo Apostólico, dentro de un ambiente de oración y celebración litúrgica. Además, se incluirán momentos de oración silenciosa ante el Señor Sacramentado en las vigilias diocesanas de oración, en los encuentros con los jóvenes y, en general, en todos los actos celebrativos del Año de la Fe. Finalmente, se programarán peregrinaciones a santuarios marianos de cada arciprestazgo con el fin de celebrar la alegría de la fe y de renovar las promesas bautismales.
Por último, también estará muy presente la dimensión caritativa. En efecto, nos recuerda el Papa: “El Año de la fe será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. San Pablo nos recuerda: «Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de ellas es la caridad» (1 Co 13, 13). Con palabras aún más fuertes —que siempre atañen a los cristianos—, el apóstol Santiago dice: «¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos de alimento diario y alguno de vosotros les dice: “Id en paz, abrigaos y saciaos”, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así es también la fe: si no se tienen obras, está muerta por dentro”. Para llevar a acabo esta dimensión se suguieren, entre otras, las siguientes acciones:
Con motivo de la visita pastoral del Obispo, en la Misa Estacional de cada parroquia o unidad pastoral, se hará una colecta especialmente dedicada a la Fundación “El buen Samaritano. Ayuda al parado” . Además, los párrocos podrán sugerir que, con motivo de la celebración de los sacramentos que van acompañados de gastos festivos (bodas, primeras comuniones, etc.), la familia entregue a Cáritas el importe de lo que se va a gastar con un invitado. Igualmente, las Cofradías y Hermandades, que de acuerdo con sus Estatutos deben de tener siempre una dimensión benéfica, entregarán a Cáritas Diocesana, con motivo del Año de la Fe, la aportación de una colecta especial entre sus afiliados. Finalmente, las Cáritas parroquiales invitarán a todos a realizar otras obras de caridad, visitando y ayudando a enfermos, discapacitados y personas necesitadas.
Conclusión. Que el “año de la Fe”, en sus tres dimensiones: catequética, celebrativa y caritativa, reavive nuestra comunión con el Señor, nos ayude a profundizar en el contenido de su revelación salvífica, nos impulse a dar testimonio de su mensaje en nuestra sociedad y nos mueva a un mayor compromiso en el mundo, aguardando “unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia” (2 Pe 3, 13).
Un nuevo curso pastoral comienza para nosotros. Dios nos acompaña en nuestro caminar hacia su reino de “Verdad, Justicia y Amor”. La alegría de la fe y la caridad hacia el prójimo pueden avivar en nosotros y ayudarnos a transmitir a toda la sociedad palentina la esperanza cristiana. Que así sea.

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