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Homilía del cardenal Rouco en la vigilia de la Inmaculada en la catedral de Madrid

El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, ha presidido esta noche una Vigilia en honor de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen, cuya festividad se celebra mañana. En su homilía, recordó que “el día de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, la Virgen María, comenzó la nueva y definitiva época del inequívoco y pleno ‘Sí del hombre a Dios’ en la historia humana. En esa época nos encontramos. En esa Época, la de la novedad definitiva y última, discurrió la historia de nuestra patria, España: ¡discurrió nuestra propia historia!”.

Para el Cardenal, “el Señor nos urge a que nos hagamos la pregunta de qué hemos hecho y qué estamos haciendo con ‘el tesoro de la fe cristiana’”. Más aún, “a la vista de la evidente apostasía explícita e implícita de muchos de nuestros hermanos, que reniegan, rechazan, olvidan o pasan de largo ante el anuncio y la verdad de Jesucristo, Redentor del hombre; que desprecian y/o ignoran el significado de las palabras ‘pecado’ y ‘gracia’ para los proyectos personales de su vida y su ‘estar’ y ‘comprometerse’ con el bien común en la cultural en la sociedad y en la comunidad política. El fenómeno contemporáneo de la increencia se agrava y agudiza con las experiencias y las consecuencias de ‘la crisis’ económica y social que tienen lugar, sobre todo, en las familias. Sus efectos destructores de los vínculos matrimoniales, de la unidad familiar, del desarrollo humano y espiritual de los hijos, descubren la profundidad moral y espiritual de sus causas, que nos remiten directamente a la crisis de la fe en Dios como su raíz última. Crisis ciertamente intelectual y, más aún, crisis vital y existencial: crisis del hombre y de su conciencia que se autoafirma en el orgullo personal y colectivo, negándose a reconocer dónde está y cuál es el futuro que le espera más allá de la muerte”.

“¿Qué estamos haciendo con nuestra fe? ¿Qué responsabilidad nos incumbe ante la crisis de la fe que produce tanto dolor, pobreza y miseria material y espiritual entre tantos hermanos nuestros? La Vigilia de la Inmaculada del presente Año 2012, a la espera de una nueva venida del Señor, ‘el fruto bendito de su vientre’, debe de suponer una fuerte llamada a la conversión personal, compartida entre y por todos los hijos de María, la Madre de la Iglesia, que nos conduzca al Sí de la fe plena, hecha arrepentimiento, dolor por nuestros pecados y propósito de la enmienda en ‘la confesión’ sincera ante el Ministro de Jesucristo en el Sacramento de la Penitencia”.

“Con María la Inmaculada se puede avanzar firmemente en el camino de la santidad cuidando la vida interior en la oración asidua, en la recepción de los sacramentos, atentos a la Palabra de Dios, siendo los testigos y portadores del amor de Jesucristo a nuestros hermanos en la vida privada y en ‘la plaza pública de la historia’, dijo haciendo alusión a las palabras de Benedicto XVI.

También, puso de manifiesto que debemos ser testigos de la Verdad, que es Cristo, “empeñándonos en que se abran y queden abiertas de un vez por todas, los cauces de la libertad de la educación y formación en la fe: de la libertad de proponerla y de testimoniarla en la vida de las familias, en los centros educativos, en los ámbitos de la cultura, los medios de comunicación, y en la sociedad en general. El testigo y el servidor de la Verdad del Evangelio encuentra en María Inmaculada el ejemplo sublime e insuperable y la protectora más delicada y eficaz discretamente para no decaer, ni equivocarse en el empeño evangelizador”.

Afirmó que “la llamada de la Virgen a la Iglesia hoy, en la Solemnidad de su Inmaculada Concepción, suena nítida e inequívoca, no distinta de la que se oyó en el siglo pasado en Fátima y no menos apremiante que en aquel momento tan dramático de la Europa contemporánea: ¡convertíos y confesad con nuevo vigor, con entrega y ardor apostólico, con sincera y humilde autenticidad ‘el Sí de la Fe’!! ¡Sed testigos y servidores de la Verdad! ¡Vivid vuestra fe ‘misioneramente’ en este Madrid, de profundas raíces cristianas, para que las vuelva más vivas y fecundas en este año tan crítico material y espiritualmente! ¡Irrádiala en España y en Europa, principalmente! No olvidéis la amplia y todavía extensa geografía de los que todavía esperan la primera Noticia del Salvador de los hombres”.

“Hablar de ‘la Misión-Madrid’ y asumirla seria, generosa y audazmente es ‘Voluntad de Dios’”. “Es lo que no pide ‘la Inmaculada’ en esta solemnísima Vigilia de su Fiesta en este nuevo Año de Gracia, que acabamos de comenzar en la Liturgia de la Iglesia, mirando ya la cercanía del Señor que de nuevo no nacerá para nuestra salvación”, concluyó.



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