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Homilía de Juan Pablo II en varios idiomas para el Domingo 10, C, del tiempo ordinario

Homilía de Juan Pablo II en varios idiomas para el Domingo 10, C, del tiempo ordinario

 Texto recopilado por fray Gregorio Vinuesa Cortázar

 NVulgata 1 Ps 2 EBibJer2ed (en) – Concordia y ©atena Aurea (en)

No he encontrado homilía. Os entrego algunos textos

1ª Lectura: Resurrección del hijo de la viuda de Sarepta

Juan Pablo II, Homilía en el Jubileo del mundo agrícula 12-11-2000 (ge sp fr en it po): «3. El “gemido” de la tierra nos lleva con el pensamiento a vuestro trabajo, amadísimos hombres y mujeres de la agricultura, un trabajo muy importante, pero también muy arduo y duro. En el pasaje que hemos escuchado del libro de los Reyes, se evoca precisamente una situación típica de sufrimiento debida a la sequía. El profeta Elías, que padecía hambre y sed, es protagonista y a la vez beneficiario de un milagro de la generosidad. Una pobre viuda lo socorre, compartiendo con él el último puñado de harina y las últimas gotas de su aceite; su generosidad abre el Corazón de Dios hasta el punto de que el profeta puede anunciar: “La vasija de la harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra” (1R 17, 14).

6. La actitud que debemos asumir nos la sugiere el evangelio con el ejemplo de la viuda pobre que echa unas pocas monedas en el cepillo, pero en realidad da más que todos, porque no da de lo que le sobra, sino “todo lo que tenía para vivir” (Mc 12, 44). Esa mujer desconocida imita así la actitud de la viuda de Sarepta, que acogió en su casa a Elías y compartió con él su comida. A ambas las sostenía su confianza en el Señor. Ambas encuentran en la fe la fuerza de una caridad heroica».

Juan Pablo II, Homilía en la parroquia de San Rafael arcángel 11-11-1979 (sp fr it po): «”Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos” (Mt 5, 3). Se puede decir que la liturgia de este domingo ilustra de manera especialmente sugestiva esta primera bienaventuranza del sermón de la montaña, permitiéndonos penetrar a fondo en la verdad que contiene. Efectivamente, nos habla en la primera lectura de la viuda pobre de los tiempos de Elías, que habitaba en Sarepta de Sidón. Poco después nos habla de otra viuda pobre de los tiempos de Cristo, que ha entrado en el atrio del templo de Jerusalén. Una y otra han dado todo lo que podían. La primera dio a Elías el último puñado de harina para hacer una pequeña torta. La otra echó en el tesoro del templo dos leptos, y estos dos leptos constituían todo “lo que tenía” (Mc 12, 44). La primera no queda defraudada porque, conforme a la predicción de Elías, “no faltó la harina de la tinaja, hasta que el Señor hizo caer la lluvia sobre la tierra” (cf 1 Re 17, 14). La segunda pudo escuchar las alabanzas más grandes de labios de Cristo mismo.

Mediante estas dos figuras se desvela el verdadero significado de esa pobreza de espíritu, que constituye el contenido de la primera bienaventuranza en el sermón de la montaña. Esto puede sonar a paradoja, pero esta pobreza esconde en sí una riqueza especial. Efectivamente, rico no es el que tiene, sino el que da. Y da no tanto lo que posee, cuanto a sí mismo. Entonces, él puede dar incluso cuando no posea. Aun cuando no posea, es por lo tanto rico».

2ª Lectura: Pablo sube a Jerusalén para conocer a Pedro

Juan Pablo II, Audiencia general 13-1-1993 (sp it): «7. Sabemos bien que para anunciar el Evangelio a los paganos fue llamado de modo especial el apóstol Pablo, doctor gentium. Pero él mismo reconocía la autoridad de Pedro como garante de la rectitud de su misión evangelizadora: iniciada su tarea de predicar a los paganos el Evangelio –narra él mismo–, “de allí a tres años, subí a Jerusalén para consultar a Cefas” (Ga 1, 18). Pablo estaba al corriente del papel que desempeñaba Pedro en la Iglesia y reconocía su importancia. Después de catorce años, vuelve de nuevo a Jerusalén para una comprobación: “Para saber si corría o había corrido en vano” (Ga 2, 2). Esta vez no solo se dirige a Pedro, sino también “a los notables” (ib.). Con todo, da a entender que considera a Pedro como jefe supremo, pues, aunque en la distribución geo-religiosa del trabajo, a Pedro se le confió predicar el Evangelio a los circuncisos (cf Ga 2, 7), seguía siendo el primero también en el anuncio del Evangelio a los paganos, como hemos visto en la conversión de Cornelio. En ese caso Pedro abre una puerta a todos los gentiles que por entonces podían tener contacto con ellos».

Evangelio: Jesús resucita al hijo único de la viuda de Naín

Juan Pablo II, Audiencia general 18-11-1987 (sp it po): «2. Una ojeada a algunos acontecimientos particulares, presentados por los Evangelistas, nos permite darnos cuenta de la presencia arcana en cuyo nombre Jesucristo obra sus milagros. Helo ahí cuando, respondiendo a las súplicas de un leproso, que le dice: “Si quieres, puedes limpiarme”, él, en su humanidad, “enternecido”, pronuncia una palabra de orden que, en un caso como aquel, corresponde a Dios, no a un simple hombre: “Quiero, sé limpio. Y al instante desapareció la lepra y quedó limpio” (cf Mc 1, 40-42). Algo semejante encontramos en el caso del paralítico que fue bajado por un agujero realizado en el techo de la casa: “Yo te digo… levántate, toma tu camilla y vete a tu casa” (cf Mc 2, 11-12). Y también: en el caso de la hija de Jairo leemos que “Él (Jesús)…, tomándola de la mano, le dijo: “Talitha qumi”, que quiere decir: “Niña, a ti te lo digo, levántate”. Y al instante se levantó la niña y echó a andar” (Mc 5, 41-42).

En el caso del joven muerto de Naín: “Joven, a ti te hablo, levántate. Se sentó el muerto y comenzó a hablar” (Lc 7, 14-15). ¡En cuántos de estos episodios vemos brotar de la palabras de Jesús la expresión de una voluntad y de un poder al que él apela interiormente y que expresa, se podría decir, con la máxima naturalidad, como si perteneciese a su condición más íntima: el poder de dar a los hombres la salud, la curación e incluso la resurrección y la vida!».

LA PALABRA DEL PAPA.– «Jesús, al dar a Simón (…) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968 fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964 it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones “ex cáthedra”, existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que así iluminen bien al pueblo cristiano» (Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993 sp it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la “piedra” en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005 ge sp fr en it lt po).

LOS ENLACES A LA NEO-VULGATA.– «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (…) como base segura para los estudios bíblicos» (Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979 ge sp fr en lt po). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C.E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012 ge sp fr en it pl po).

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