En un tiempo en el que las distancias físicas nos envuelven en tristeza y que es difícil sonreír a través de la mascarilla, la hermana Josefina Catanneo, juniora de la Congregación de Hermanas Terciarias Mercedarias del Niño Jesús, ha abierto una ventana de esperanza a través de una red social en la que los protagonistas son los adolescentes. Un testimonio en medio de una realidad virtual cuyo uso ha crecido durante el confinamiento en más de un 70%: TikTok tiene 800 millones de usuarios activos al mes en todo el mundo.
La hermana «Jose», con solo 25 años, fue siempre consciente de que tenía «un Mensaje» para comunicar, el mejor, y decidió viralizarlo. Con ese objetivo, «la monja tiktokera argentina», acumula ya más de 100.000 seguidores a los que entre baile y risa, invita a rezar el Rosario o a ofrecer a Dios su día a día. «Estar donde están los jóvenes es la mejor estrategia de márketing que la Iglesia puede tener en práctica hoy», dice la hermana. La pandemia ha normalizado los encuentros online, y gracias a ello, ECCLESIA charló con Josefina a través de las pantallas. Natural y espontánea, nos contó que su llegada a TikTok se produjo en el momento en que peor lo estaba pasando Argentina respecto al coronavirus. Una oportunidad para ser apoyo de quien más lo necesita y de hacerse presente donde más falta hace, tal y como refleja el carisma de su congregación, «la caridad redentora expresada en distintos ámbitos», y uno de ellos es la educación. «Esto es un pilar de nuestra misión», dice la hermana. Muchos de sus vídeos están destinados a sus alumnos adolescentes. Los comparte con ellos porque no tienen clase presencial desde marzo. «Además de ser un recurso es una comunidad virtual que Dios va permitiendo para que todos los conozcan y muchos lo amen».
—Hermana Josefina, muchos jóvenes le siguen en TikTok. ¿Cómo llegó a esta plataforma?
—En TikTok estoy hace unos cuatro meses, es la red de moda, una aplicación muy creativa, dinámica y alegre. Creo que está diseñada justo para este momento en que estamos viviendo una situación tan difícil para el mundo. Aquí en Argentina hay mucha gente sola, con mucha angustia, que está muy triste. A través de los vídeos de esta red, reciben un poco de alegría, de esperanza, de entusiasmo. TikTok está fuera de los parámetros comunes, de Facebook o Instagram, que tienen un toque más serio. Al ser solo vídeos, música y bailes, permite dar un toque de espontaneidad. Yo nunca pensé aparecer en redes. Asociaba la misión a la vida real hasta que logré entender que también en el universo de lo virtual hay que anunciar a Jesús, ahí hay también un camino de conversión.
—¿Se imaginaba alcanzar los 100.000 seguidores?
—Lo vivo como una misión para mi vida y a veces siento que me queda un poco grande lo que Él me pide. Daros cuenta de que se trata de la fe de 100.000 personas y le pido cada día al Señor que me dé la gracia para hacerlo bien. Con la llegada de la pandemia me hice una pregunta: «¿Cómo podía anunciar a Jesús a través de los medios?». Al estar confinados me sentía como «atada de pies y manos» en el anuncio. En Argentina llevamos una cuarentena que se ha prolongado desde marzo, sin clases ni actividades presenciales, y esto nos ha llevado a no tener una vida de misión de manera presencial. Esto es lo que me fue movilizando, y en mis oraciones con Jesús le preguntaba cómo podía seguir anunciándole. Una religiosa que ama a Jesús no vive del descanso, lo que importa no es mi descanso sino mi cansancio por el Reino. Fue todo un desafío y un proceso de discernimiento durante el que en algún momento tuve miedo a la exposición. De hecho, al principio la gente me preguntaba si era monja de verdad o si estaba disfrazada. Pero es bueno que la gente se pregunte, y eso me anima a mostrar este rostro de Iglesia joven que necesitamos. Pero no estoy sola, ¿eh? Desde aquí quiero mostrar mi admiración por tantos religiosos, sacerdotes, jóvenes que se la juegan por dar la cara por una Iglesia nueva. No es que sea distinta, sino que es una Iglesia para este tiempo, más parecida a Jesús, que es quien importa.
—Es que hay muchos estereotipos asociados a la vida consagrada. ¿Se puede mostrar así la otra cara de la moneda?
—Esto también lo vivo como un servicio. Intento ir interactuando con la gente, compartiendo mi vida sin dejar de ser lo que soy, mostrando una armonía entre mi vida real y mi vida virtual. A veces, no sé cómo acompañar a las personas que me siguen… y medito antes de compartir. ¡Yo lo que quiero con mis publicaciones es llevarles a Jesús! Estamos llamados a ser santos y esto me exige poner el 100% de mi vida y confiar del todo en Jesús, en ser su testigo ante tanta gente que busca a Dios, que en todo puede hacer su milagro y su misión. Tengo la certeza de que Jesús está ahí, porque la gente está ahí y Jesús quiere estar con la gente. Podemos pensar que los jóvenes ya no buscan a Jesús y no es así. Los jóvenes nos van marcando el camino y ellos sí lo buscan. El Papa Francisco en la Chistus vivit nos dice que los jóvenes buscan a un Jesús vivo en este tiempo. Hay jóvenes que lo aman. Aunque nos parezca mentira el protagonista de este tiempo es Jesús.
—Vive en La Carlota, en el centro de Argentina, y hemos visto que sus hermanas de comunidad también participan en algunos de sus vídeos.
—A veces les cuesta, porque no todas tenemos el mismo don. Pero lo viven con mucho amor y ponen su «ser religiosas» para que el mundo crea. El TikTok también nos ha unido a la vida religiosa en general y he conocido a muchos religiosos gracias a esta red social. Me siento llamada a ser hermana con otros en el misterio de vivir la vida consagrada. Sentirme hermana de todas, como familia en medio de una familia gigante que es la Iglesia, que tiene que estar presente en el mundo de Internet.
—Y como ha dicho el Papa Francisco con respecto al Pacto Educativo Global, la educación no está solo en la escuela. La misión en las redes sociales también se concreta en evangelizar en ellas, ¿no es así?
—Es que tenemos un Papa «para este tiempo», que responde a este tiempo, y esto hay que agradecerlo. Yo me siento llamada a evangelizar y anunciar y la evangelización también es educación. En esto de las redes, en tiempos de la Fratelli tutti, justo descubrimos un santo de este tiempo: Carlo Acutis. Con su testimonio nos ha mostrado que realmente no hay excusas para no ser santo y no hay que perder tiempo para anunciarlo. Hay muchas maneras de anunciar a Jesús y cuando uno desea la santidad, Jesús no se hace «de rogar», quiere estar y Él mismo se convierte en nuestro primer seguidor.
Este tiempo de pandemia es también un tiempo de gracia, para plantearse sobre qué estamos construyendo nuestra vida, sobre roca o sobre arena. Es una magnífica oportunidad para volver a Dios, para centrar nuestra mirada en lo que es esencial. Además, en todo lo que estamos viviendo en el mundo también tenemos una cuota de responsabilidad, hagámonos cargo de esto que está pasando.
Por Sara de la Torre y Silvia Rozas FI
