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General de las Hijas de la Caridad: «Nuestra razón de ser es estar lo más cerca posible de nuestros hermanos necesitados»

Sor Françoise Petit ha sido reelegida superiora general de las Hijas de la Caridad. Reunidas en la Asamblea General hasta el 21 de noviembre en su Casa Madre de París, en Rue du Bac, las hermanas han buscado juntas cómo responder mejor a los grandes desafíos. El respeto de los derechos humanos y el desarrollo integral de los más desfavorecidos de la sociedad, la salvaguarda de la «casa común», la mística de «vivir juntos», la transmisión de la fe y de los valores cristianos a las nuevas generaciones… en fidelidad a la Iglesia y a su carisma.

La elegida ya ha estado ejerciendo este servicio desde el 1 de abril del pasado año 2020, tras el fallecimiento de la anterior superiora general, sor Kathleen Appler. Esta Hija de la Caridad, nacida en Tours, en Francia, en 1957 ingresó en la Compañía con 32 años. Ha ejercido como trabajadora social para la protección del menor, ha sido responsable del servicio de acogida de personas sin hogar o como formadora de postulantado.

Ahora, elegida superiora en la Asamblea, ha destacado para ECCLESIA que estos días se han vivido en un clima «fraterno y alegre» que ha propiciado el trabajo bajo el lema que cohesiona sus desafíos: «¡Ephata! Franquear la puerta… Ir hacia… Encontrarse…».

El mismo Papa Francisco quiso enviar un mensaje a las hermanas para recordarles en su Asamblea que «Dios os ha confiado a los pobres, sus elegidos, vosotras sois madres y hermanas para ellos». Madres, explicó, «porque con vuestro amor, vuestra atención a todas sus necesidades, les generáis al Amor de Dios reabriéndolos a la belleza de la vida». Hermanas, «porque los apoyáis en su condición y los acompañáis a redescubrir la dignidad en los múltiples caminos de la vida que recorréis con ellos». Dios os llama, les dijo, «a caminar en la historia, a caminar juntas para compartir los asuntos de la humanidad».

Precisamente, para caminar en la historia de la Compañía en España, la superiora de las Hijas de la Caridad visita Madrid del 25 al 27 de noviembre para asistir al nacimiento de la nueva provincia España Centro. Bajo esta denominación y con la elección de la hermana sor Concepción Monjas como visitadora, esta provincia surgida de la unificación de las anteriores Santa Luisa y San Vicente, en la que asisten más de 17.000 alumnos a clase, 600 mayores atendidos en residencias y más de 1.400 personas atendidas en centros sociales.
Todo este servicio, en un tiempo, que tal y como hemos hablado con sor Francoise, está marcado por «tantas contradicciones y tantas formas de marginación», donde las Hijas de la Caridad tienen un papel histórico como mujeres.

Lo que nos hace vivir juntas

—¿Cómo acoge este nuevo servicio que se le pide?
—Cuando recibí este nuevo servicio, lo viví como una llamada a la que me atreví a responder «sí» con lo que soy. Mis sentimientos están divididos entre un cierto miedo, un deseo de responder a la confianza concedida, la profunda certeza de no estar sola. El Señor está ahí, pero también todas las hermanas y las consejeras generales con las que voy a colaborar durante estos seis años. No sé lo que vamos a vivir juntas. La Compañía es grande, diversa y la unidad es un desafío siempre que hay que renovar. Dicho esto, pienso que la pasión de las Hijas de la Caridad por servir a sus hermanos y hermanas es la misma en todas las partes del mundo. Es nuestra fuerza y nuestra fragilidad, también porque siempre nos afecta el sufrimiento. Pero eso es lo que nos hace vivir juntas.

—Las Hijas de la Caridad tienen una larga trayectoria trabajando con los más necesitados. ¿Cuáles son hoy las nuevas pobrezas que prioriza la Compañía?
—Las pobrezas de hoy no son necesariamente nuevas, pero están amplificadas por la situación del mundo, tanto a nivel económico, político, social, ambiental y sanitario, con la pandemia. Las Hijas de la Caridad se comprometen especialmente en todo tipo de periferias y, en particular, con los migrantes, los detenidos, los niños de la calle, las personas que viven una gran soledad y dondequiera que estén cuando se violen los derechos humanos, siempre con los más frágiles.

Responder a los desafíos

—Hablando del lema de la Asamblea, «Salir, franquear la puerta, ir hacia, encontrarse…», ¿cuáles son las prioridades para los próximos seis años?
—Nos orientamos hacia posiciones fuertes y, sobre todo, concretas para responder a desafíos que hemos calificado de mayores y urgentes: La transmisión de los valores cristianos a las jóvenes generaciones, el cuidado de la Casa Común, el «vivir juntos» y el respeto de los derechos humanos.

—La Asamblea ha trabajado sobre cómo continuar el servicio en «las periferias existenciales», marcadas por la pandemia. El secretario de la Congregación vaticana para los Institutos de Vida Consagrada, José Rodríguez Carballo, clausuró la Asamblea General de CONFER y aseguró que «la vida consagrada sigue contando en España y en Europa». ¿Tenemos a veces la tentación de victimismo por el tema de los números? Con 12.800 hermanas en los cinco continentes, las Hijas de la Caridad son «la sociedad femenina» más numerosa de la Iglesia. ¿Cuál es el horizonte?
—El número global de hermanas en el mundo está en disminución desde hace ya varias décadas. Esto va a continuar, pero estamos invitadas a tener la mirada de Cristo sobre esta realidad. Él no «cuenta», sino que, por el contrario, nos muestra el camino a seguir. Vivir donde estamos con generosidad, con alegría, amar a la humanidad y ser inventivas para estar lo más cerca posible de nuestros hermanos y hermanas más necesitados. Es nuestra razón de ser, nuestra prioridad, nuestra esperanza para el futuro.

Volver más al Evangelio

—De que caminemos todos juntos, en sinodalidad, depende, en buena medida, el futuro de la Iglesia. ¿Lo cree también aquí?
—El Sínodo iniciado en la Iglesia es una oportunidad que hay que aprovechar para volver más al Evangelio, a la noción de comunidad eclesial, al intercambio entre los bautizados y con otros grupos de personas, a la revalorización de la caridad tal como Cristo nos ha enseñado. A cada uno y a cada una nos toca comprometernos plenamente sin miedo y mirando hacia adelante.

—Durante estos días ustedes han trabajado desde un deseo de renovación del carisma, con fidelidad creativa, pero con la mirada puesta en san Vicente y santa Luisa de Marillac. ¿Cómo podemos trasladar este mensaje a una sociedad tan secularizada como la que vivimos?
—La secularización no es universal, pero es verdad que afecta fuertemente a algunos de nuestros países de Europa. Entonces, ¿cómo transmitir nuestro carisma? Es una cuestión que hemos abordado en esta Asamblea. En los intercambios se ha puesto de relieve la importancia del testimonio de comunidades coherentes con el Evangelio y nuestro carisma. La reflexión sobre la dimensión de la fraternidad ha estado muy presente durante estos días de trabajo. ¿Cómo podríamos vivir mejor la fraternidad en su sencillez a nivel del estilo de vida, en nuestras relaciones dentro y fuera de la comunidad? En Europa, y especialmente en España, se manifiesta la voluntad de reforzar la presencia de pequeñas comunidades situadas en lugares de pobreza, comunidades decididamente misioneras con Hijas de la Caridad, discípulos de Jesús. En definitiva, nuestro horizonte es Cristo, y con nuestro entusiasmo, pero también con nuestra fragilidad, intentamos escucharlo para seguirlo.



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