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Fray Vicente de Requejada. Biografía y mito de un agustino quijotesco, por Fernando Campo del Pozo

El día 11 de octubre se ha presentado en Tunja (Colombia)  la obra  titulada  Fray Vicente de Requejada. Biografía y mito de un agustino quijotesco, escrita por el P. Fernando Campo del Pozo.

Ha sido publicada por la  Academia Boyacense de la Historia, en la Editorial  Jotamar, Tunja 2012, 270 pp.   Ha prestado una valiosa colaboración la Academia de Historia Eclesiástica de Boyacá y Mons.  José Ramón Páez, porque el fray Vicente de Requejada fue su primer párroco, además de capellán de conquistadores, doctrinero y encomendero. Fue el primer agustino que salió  a la conquista espiritual de las Indias recién descubiertas, como un caballero andante a lo divino, siendo prototipo quijotesco de un  ideal misionero desarrollado por la orden de san Agustín en América.

Para completar esta obra  ha sido necesario revisar varios archivos, además de los 182 folios de su mortuoria, que reposan en el Archivo Histórico Tunja, antiguo convento de san Agustín.  El benemérito  historiador  Ulises Rojas, autor de la mejor biografía de Juan de Castellanos, le pidió hacer esto al P. Fernando Campo del Pozo cuando fue incorporado como  correspondiente de la Academia Boyacense de la Historia  en 1969, después de haber publicado la Historia documentada de los Agustinos en Venezuela, por la Academia de la Historia de Venezuela, Caracas 1968, donde aparece su testamento y algunas de sus andanzas como capellán de conquistadores, su participación en la fundación de Tunja  y su labor pastoral, junto  con el inventario de algunos de sus  bienes.

Con este  un libro se llena un gran  vacío y se orienta acerca de muchos sucesos y del perfil quijotesco  del P. fray Vicente de Requejada dentro de  los mitos y leyendas de la encantadora Tunja. Tenía razón  Luis Astrana Marín, uno de los mejores conocedores  de Cervantes y su obra, al defender que “Don Quijote fue fraile agustino”. No nació en Esquivias, ni fue profesor  del convento de San Agustín de Toledo, como afirmó  Luis Astrana Marín. Su arquetipo nació en Zaragoza hacia el 1500.  Después de profesar y ordenarse sacerdote en el convento san Agustín, fue con el factor Juan de Ampíes hasta Venezuela, donde  asistió a una misa en día 23 de noviembre de 1528  en Coro. Acompañó en1530 aNicolás de Federman en su expedición  por el Lago de Maracaibo y los Llanos, donde se enfrentó a un tigre cuando huían hasta los mismos soldados. Fue también con Federman hasta Bogotá llevando un burro llamado Mazubare. Después de  asistir a la fundación de Tunja el 6 de agosto de 1539 ser nombrado primer párroco de Tunja  en ese mismo año,  fue en busca del Dorado en 1541, con Hernán Pérez de Quesada, sufriendo  grandes  penurias hasta el punto de tener que matar a su burro  Mazubare para no morir de hambre. Como afirmó Juan de Castellanos, “el cuero le quitó de las costillas y convirtió sus tripas en morcillas”. Le acompañó la india Isabel y volvió totalmente arruinado y  sin hábito religioso  por lo que  empezó a usar  la sotana clerical.  Logró nueva documentación de sus posesiones, como  cofundador de Tunja, y, con la compañía que hizo con  Juan  Valenciano.  Tuvo su encomienda y varias casas o aposentos en Tunja y Villa de Leiva. Además de ser párroco de Tunja era vice-provisor del obispo de Santa Marta con jurisdicción  hasta  Bogotá.  Se le premió con solar y caballería en Tunja, junto con otras prebendas..

Como había salido de Zaragoza  sin permiso y podía haber incurrido en penas canónicas, por mediación de una bula papal pasó a incorporarse  el 15 de febrero de 1551 ala orden canonical  de comendadores del Espíritu  Santo, que tenían la Regla de San Agustín, en el monasterio de Triana, en las afueras Sevilla.  Así podía tener una  encomienda siendo religioso. Esto se le concedió por 20 años, llevando  como distintivo la cruz de dicha orden, sin los capisayos canonicales y con sotana. Parecía un simple clérigo. Volvió  de nuevo a la orden de San Agustín en 1572 mediante otra bula, por lo que en sus últimos años vistió el hábito agustiniano.

Pasó sus últimos días de su vida en Villa de Leiva, donde tenía una buena casa con su hacienda y   escribió una memoria para hacer el testamento ante escribano,  que dio fe de cómo murió mientras hacía el testamento, donde consta   que  era  “de la orden de San Agustín, natural de Zaragoza” y que hacía  48 años que estaba en las aquellas partes de las Indias, los seis primeros en Venezuela. Demostró su hidalguía remunerando a su servidumbre y hasta a los aborígenes  por las ausencias  en su adoctrinamiento. Dejó sus bienes a la orden de San Agustín y en parte sirvieron para la fundación del convento de Bogotá en 1575. Las casas de Tunja pasaron a la iglesia, que él había comenzado, donde fue enterrado, como lo había exigido en su testamento.

Con la publicación de esta biografía se clarifica su figura  y se coloca en un puesto relevante en  la historia de la colonización  y evangelización de Nueva Granada (Colombia y Venezuela). Se divide este libro en dos partes. En la primera está la biografía de su vida y obra  con sus bienes y pleitos subsiguientes; en la segunda, las fuentes documentales. En las  conclusiones  se hace un  balance y significado de su ideal  misionero y quijotesco, como caballero andante a lo divino

 

Ha tenido también una especial presentación en el  Instituto Histórico Agustiniano, con sede en Roma, con motivo del congreso celebrado en el mes de octubre, como ha manifestado el secretario del mismo, P. Luis  Marín,  que se ha llevado una sorpresa al leerlo con deleite,  como si fuese una novela, y al mismo tiempo  con interés, porque se trata de uno de los representantes más conspicuos de la Orden de San Agustín durante el siglo XVI en América, donde fue el precursor  las gran misión evangelizadora por parte de los agustinos. Al presentar esta obra se  procura dar a conocer y  hacer justicia a un agustino de Zaragoza que es  figura  preclara y quijotesca del siglo XVI en Venezuela y Colombia, antigua Nueva Granada o Nuevo Reino de Granada.

 

 



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