El observador permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA, Fernando Chica Arellano, fue el encargado de comunicar las conclusiones del Seminario de Estudio «Erradicar el trabajo infantil, construir un futuro mejor».
Fernando Chica ha comenzado afirmando que «erradicar el trabajo infantil significa construir un futuro mejor por dos razones. En primer lugar, porque liberando a los menores de la explotación laboral permitimos que germinen provechosamente todas sus capacidades a su debido tiempo, sin acelerar forzosamente su maduración. De los agricultores y labradores aprendemos el valor de la paciencia y la espera. Para que la cosecha sea abundante, la semilla tiene que ser cuidada tras la siembra. Debe estar rodeada de las mejores condiciones para que crezca y germine, hasta que se abra en flor y haya frutos en su sazón. En segundo lugar, sin explotación se logrará un porvenir mejor no solo para los propios menores, sino también para toda la sociedad, dado que los niños y jóvenes de hoy serán nuestros gobernantes del mañana, los futuros administradores de nuestra casa común. Por lo tanto, respetar el tiempo de formación de los pequeños, su crecimiento adecuado y no obligarlos a trabajar tempranamente significa proteger su dignidad y promover la prosperidad de nuestra sociedad».
Defender los derechos fundamentales de los niños
«Poner fin al trabajo infantil es una cuestión que conlleva defender los derechos fundamentales de los niños. Ellos no pueden ser explotados laboralmente. La infancia es un tiempo precioso para ir a la escuela y recibir una educación justa y esmerada, que permita el desarrollo armónico y completo de su personalidad. La Convención de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas reconoce estos derechos y corresponde a cada uno de nosotros salvaguardar y favorecer su respeto para que cada niño crezca «en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión»2 . Se comprende, entonces, que la explotación laboral infantil sea la primera violación grave de los derechos fundamentales de la niñez porque impide el goce efectivo de los mismos».
«Debe garantizarse igualmente una educación gratuita y de calidad a todos los niños»
«El objetivo de todas estas iniciativas es que los niños sean correctamente inscritos en el momento de su nacimiento, que se les otorgue una identidad legal que les consienta gozar efectivamente de sus derechos. Debe garantizarse igualmente una educación gratuita y de calidad a todos los niños hasta la justa edad que les permita acceder dignamente al mundo laboral. Es necesario, además, asegurar un empleo decente a los jóvenes que lleve anejo un salario adecuado y no diversificado según el sexo, especialmente a quienes trabajan en los sectores de la economía informal. En definitiva, hay que implementar los instrumentos jurídicos y las oportunas leyes para la protección de la niñez y sus derechos fundamentales».
Fernando Chica finaliza sus conclusiones afirmando que «todos somos perdedores si no comprendemos que es imprescindible tutelar la infancia y librarla del yugo de la explotación laboral. Una explotación que nos remonta a períodos vetustos y oscuros de la historia, cuando la esclavitud era moneda de curso legal. Hoy, por el contrario, si queremos proclamar que hemos progresado, no solo hemos de mirar a los avances científicos o al desarrollo técnico. Hemos de pensar ante todo en nuestra talla ética, la cual va unida a la defensa de los derechos fundamentales de la infancia y a la serenidad y felicidad de los menores».
