Feliz Pascua en este año en el que con gozo la Iglesua nos regala dos nuevos santos (I), por Eusebio Hernández Sola, OAR, obispo de Tarazona
Queridos hermanos y amigos: ¡Cristo ha resucitado! En este día de Pascua contemplamos nuevamente el triunfo del Señor sobre la muerte, ésta es la Buena Noticia: el amor ha vencido a la muerte y al pecado. La fuerza del mal no tiene la última palabra ya que Cristo resucitado es la palabra definitiva que da un nuevo sentido a la vida y nos da la paz. Por eso queremos anunciar a toda la humanidad la gran alegría de la Resurrección del Señor especialmente, siendo instrumentos de salvación para los niños y los jóvenes, para las familias y, de un modo especial, para los más pobres, los menos amados y para aquellos que buscan el sentido de sus vidas.
El próximo domingo, segundo de pascua o domingo de la Divina Misericordia, nos alegraremos por la canonización de dos testigos de la Resurrección del Señor: los papas Juan XXIII y Juan Pablo II. Los dos vivieron con pasión y total entrega su servicio a la Iglesia de Cristo siendo testigos de que, en medio de un mundo convulso y difícil como ha sido el siglo XX y los inicios del XXI, el amor de Cristo nos seguía urgiendo a anunciar a todos nuestra fe, esperanza y caridad para que tuvieran vida y vida en abundancia. Podemos decir que esta canonización es un gran regalo para la Iglesia que el papa Francisco ha querido darnos en esta Pascua.
Es difícil en unas pocas líneas resumir el mensaje de estos dos grandes gigantes de la espiritualidad cristiana, pero intentaré subrayar algunos aspectos que son su gran legado a la Iglesia.
Juan XXIII: la Iglesia, Madre y Maestra y Paz en la tierra.
Su pontificado fue breve pero de una gran intensidad. El 28 de octubre de 1958 con 77 años fue elegido el sucesor de Pedro, todos pensaban que su pontificado iba a ser transitorio y sin grandes novedades. Sin embargo, cuando muere el 3 de junio de 1963, nos deja una gran herencia, en primer lugar su misma persona que supuso el que todos lo conociéramos con el sobrenombre de: el papa bueno, por su gran bondad, su cercanía y sencillez.
Nos dejó también dos grandes encíclicas: Mater et Magistra (Madre y Maestra de 1961) y Pacem in Terris (paz en la Tierra de 1963). La Iglesia no es una institución que se desentiende de los problemas y dificultades de la humanidad, nada intenta imponer para mantener su “poder”, es fundamentalmente una madre que acoge, entiende y protege con amor y, a la vez, es maestra que intenta conducir y enseñar los verdaderos motivos que conducen al hombre a la verdadera felicidad y plena realización.
Cuando el mundo entero temblaba por la amenaza de diversas guerras y especialmente por los peligros de la guerra fría que enfrentaba a los países occidentales y al bloque comunista, Juan XXIII proclamaba con valentía la necesidad de una paz estable y justa.
Son dos encíclicas de un profundo contenido social por lo que fue admirado y apreciado por su insistencia en los derechos y deberes que se derivan de la dignidad del ser humano como criatura de Dios.
Pero si esto fue de una gran importancia, Juan XXIII pasará a la historia cuando el 11 de octubre de 1962 inauguró el Concilio Vaticano II que quería ser un acercamiento al mundo con todas sus problemáticas, impulsando un nuevo ardor por el anuncio del Evangelio en una nueva cultura del mundo moderno y, a la vez, buscar caminos de unidad de las iglesias cristianas en todo aquello que nos une y no en lo que nos separa.
En el año 2000 fue beatificado por el papa Juan Pablo II, durante el Gran Jubileo del año 2000. Finalmente el 5 de julio de 2013 el papa Francisco firmó el decreto que autoriza la canonización de Juan XXIII, que se efectuará conjuntamente con la de Juan Pablo II el día 27 de abril de 2014.
Con todo afecto os saludo y os bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona

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