El Instituto Secular Cruzados de Santa María lamenta hoy el fallecimiento de su cofundador, Abelardo de Armas tras una larga enfermedad.
Nació en Madrid en 1930 y a los veintiún años hizo una tanda de ejercicios espirituales con el padre Tomás Morales S.I. cuando su vida experimentó un gran giro: «de vivir para sí, puso su vida al servicio de los demás: campamentos de formación juvenil, conferencias a jóvenes trabajadores, clases de orientación profesional y moral a los botones de entidades bancarias», nos explican desde el Instituto. Más de doscientas tandas de ejercicios espirituales internos para jóvenes y adultos fueron manifestaciones de la conversión que experimentó en sus primeros ejercicios espirituales.
Además lo describen como un «auténtico líder natural por las numerosas cualidades innatas que tenía: sentido del humor, gran memoria, prodigiosa voz para el canto, grandes dotes de orador; fundamentó su fuerte espiritualidad en lo que él llamaba la mística de las miserias: subir bajando, las manos vacías.
Pidió para sí ─y para la institución─ la gracia de la infancia espiritual, el vivir y morir pobre y sin méritos, y parece que se le concedió lo que pedía porque, en sus últimos años, el Alzheimer le fue reduciendo a la dependencia total como al más pequeño de los niños.
Marcaron época aquellas intervenciones suyas en las Vigilias de la Inmaculada, enardeciendo a los asistentes con sus vibrantes charlas en defensa de los valores humanos y espirituales, y en el cálido, confiado y audaz amor a la Inmaculada.
