Del primero de septiembre al día 4 de octubre los cristianos somos invitados a celebrar el Tiempo de la Creación. Lo iniciamos con el Día Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación y lo concluimos el día de san Francisco de Asís, patrón de la ecología. Recordamos con devoción y alegría el canto de alabanza que él dirigía al Altísimo por todas las criaturas.
Con este motivo, en el mensaje conjunto del papa Francisco, del patriarca ecuménico Bartolomé I y del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, encontrábamos unas palabras que la Biblia pone en los labios de Dios: “Escoge la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Dt 30, 19). Es evidente que debemos elegir la vida.
Sea cual sea nuestra creencia, tenemos que examinar nuestro comportamiento y realizar sacrificios significativos por el bien de la tierra que Dios ha confiado a nuestro cuidado. Es evidente que tenemos que mantener abiertos nuestros oídos para escuchar un doble clamor: el de la tierra y el de los pobres.
- El mensaje nos recuerda que «la naturaleza es resistente, pero delicada». Basta vivir atentos a lo que ocurre en nuestro mundo: «Inundaciones, incendios y sequías generalizadas amenazan a continentes enteros. El nivel del mar sube, obligando a numerosas comunidades a trasladarse; los ciclones devastan regiones enteras, arruinando vidas y medios de subsistencia».
- Además, vemos que las personas que soportan las consecuencias más catastróficas de estos abusos son las más pobres del planeta y las que menos responsabilidad han tenido en causarlos. El agua se ha vuelto escasa y el suministro de alimentos inseguro, provocando conflictos y desplazamientos para millones de personas.
Ante estos datos, el mensaje sobre el Tiempo de la Creación nos ofrece una pequeña letanía de la fraternidad:
- Si pensamos en la humanidad como una familia y trabajamos juntos hacia un futuro basado en el bien común, podríamos encontrarnos viviendo en un mundo muy diferente.
- Juntos podemos compartir una visión de la vida en la que todos prosperen.
- Juntos podemos elegir actuar con amor, justicia y misericordia.
- Juntos podemos caminar hacia una sociedad más justa y plena con los más vulnerables en el centro.
- Juntos debemos cambiar de ruta y trabajar juntos para romper las barreras tradicionales entre los pueblos, para dejar de competir por los recursos y empezar a colaborar.
- “Juntos, en nombre de nuestras comunidades, apelamos al corazón y a la mente de cada cristiano, de cada creyente y de cada persona de buena voluntad”.
La fe y la razón nos dicen que, en este momento critico, el cuidado de la creación de Dios es un mandato espiritual que requiere la respuesta de un compromiso urgente y eficaz. Está en juego nuestro presente y el futuro de las próximas generaciones.
