Carta Pastoral en el Día del Corpus Christi. Junio 2017, por Julián Barrio Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela
El signo del pan, por Julián Barrio Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela
Queridos diocesanos: La solemnidad del Corpus Christi nos motiva a agradecer la presencia real y verdadera de Cristo en la Eucaristía, realidad de un cuerpo entregado y una sangre derramada para nuestra salvación. Nos dice el papa Francisco que “la Eucaristía no es un mero recuerdo de algunos dichos y hechos de Jesús. Es obra y don de Cristo que sale a nuestro encuentro y nos alimenta con su Palabra y su vida”.
Es el sacramento de nuestra fe que nos lleva a anunciar la muerte de Cristo y a proclamar su resurrección, esperando su venida gloriosa. “La naturaleza sacramental de la fe alcanza su máxima expresión en la Eucaristía, que es el precioso alimento para la fe, el encuentro con Cristo presente realmente con el acto supremo de amor, el don de sí mismo que genera la vida”[1].
Es el alimento del pueblo peregrino que atraviesa el desierto de esta vida para llegar a la tierra prometida: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él” (Jn 6,54-56).
Es comunión como refiere san Pablo: “El cáliz de la bendición que bendecimos ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?” (1Cor 10,16). Al participar en la Eucaristía entramos en comunión con Cristo y entre nosotros. Viene a la memoria la imagen de otro tiempo cuando, reunida toda la familia en la misma mesa, el padre repartía el único pan a todos los miembros de la misma. Urge referirnos al signo de la unidad y de la fraternidad que nos ofrece la Eucaristía. Sólo así estaremos en condiciones de asumir el mandamiento nuevo del amor.
Día de la Caridad
El mandamiento del amor está íntimamente vinculado a la Eucaristía. “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor… Este es mi mandamiento que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15,9.12). Alimentarnos de la Eucaristía es compartir los sentimientos de Cristo, y sentirnos comprometidos a aceptarnos y comprendernos, perdonarnos y amarnos. “La Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse pan partido para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno”, reconociendo que “Cristo sigue exhortando también hoy a sus discípulos a comprometerse en primera persona: dadles vosotros de comer (Mt 14,16)”[2]. “No seríamos discípulos de Jesús, ni la Iglesia podría presentarse como su Iglesia, si no reconociéramos en el ejercicio y en el servicio de la caridad la norma suprema de nuestra vida”[3].
En nuestra sociedad nos encontramos con los necesitados, material y espiritualmente, que denuncian el egoísmo, la avaricia y la indiferencia. Cuando no se respeta la justicia y no actuamos en caridad, nos despersonalizamos, evadiéndonos en normas y auto-justificaciones. La comunión con Cristo nos motiva a construir un mundo más justo, solidario y fraterno, y a liberarnos de la inmoralidad, del egoísmo y de la insolidaridad. Estamos llamados a ser testigos decididos de que el amor verdadero, fiel, gratuito, universal, efectivo es posible en nuestra vida. ¡Repartamos el pan de nuestra fe, esperanza y caridad, viviendo la fraternidad como hijos de Dios!
Con frecuencia nos referimos a la solidaridad, concepto muy valorado, pero realidad no puesta suficientemente en práctica. Superar los individualismos, la avidez, la especulación desenfrenada, y poner en el centro a las personas siguen siendo la clave para interpretar nuestro compromiso cristiano a la hora de dar razón de nuestra esperanza. Con motivo de esta solemnidad os decía el pasado año que el amor es un lenguaje que nos habla de Dios; el testimonio cristiano suscita interrogantes; el compromiso caritativo promueve el desarrollo integral; y el acompañamiento a las personas ofrece posibilidad de diálogo.
Agradeciéndoos vuestra colaboración económica generosa para ayudar a los más necesitados, os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.
[1] FRANCISCO, Lumen fidei, 44.
[2] BENEDICTO XVI, Sacramentum caritatis, 88.
[3] CEE, Orientaciones morales ante la situación actual de España. Instrucción pastoral, 23 de noviembre de 2006, 78.

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