Revista Ecclesia » El signo de la higuera
Rincón Litúrgico

El signo de la higuera

«Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para ignominia perpetua». Este anuncio del libro de Daniel es uno de los textos bíblicos que anticipan la fe en la resurrección (Dan 12, 1-3).

Según el profeta, es preciso estar atentos a la venida del Señor. En ese momento, se esclarecerán las actitudes de los hombres. Se descubrirá la verdad de nuestra vida. Y la fuerza de la mentira que mueve el mundo.

Ante ese futuro que se anuncia, es necesario un serio examen de conciencia sobre el coportamiento humano. Según el profeta, «los que enseñaron a otros el camino de la justicia brillarán como estrellas por toda la eternidad».

Todos hemos de hacer nuestra la oración que repetimos en el salmo responsorial: «Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti» (Sal 15). Además, nos apoyamos confiadamente en el sacrificio de Cristo, nuestro sumo sacerdote (Heb 10, 11-14.18).

ÁNGELES Y ASTROS

El evangelio de este domingo recoge en parte el discurso escatológico de Jesús. De hecho, nos exhorta a pensar en los últimos tiempos y a mirar confiadamente al futuro (Mc 13, 24-32). En el texto aparecen tres protagonistas que reflejan el juicio de Dios, la comunidad universal y la libertad del hombre ante los ídolos.

  • Sobre todo, se anuncia la venida del Hijo del hombre, que llega sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Esas imágenes significan su divinidad.Y su capacidad de convocar y juzgar a todos los pueblos de la tierra.
  • Además se menciona a los ángeles. Llegarán a convocar a los elegidos de los cuatro puntos cardinales. La venida del Señor será el signo y el inicio de una comunidad universal. Las gentes de todo pueblo y de toda lengua han de reunirse en la verdad y en el amor.
  • Y, por fin, se alza la mirada hacia el sol, la luna, las estrellas y los astros del cielo. Aquí no representan a divinidades. Están al servivio del único Señor y hacen evidente su majestad. Por tanto, los hombres y los pueblos han de rechazar toda idolatría.

ALEGRÍA Y FIDELIDAD

El relato evangélico pone en boca de Jesús una breve parábola: la de la higuera. La aparente dureza que presenta en el invierno se convierte en anuncio de vida cuando se acerca el tiempo de la primavera.  Así lo dice Jesús.

  • «Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca». No es verdad que a los creyentes no pueda interesarnos este mundo con sus dolores y su pandemia. También nosotros vivimos el invierno social como todos nuestros hermanos. Pero esperamos confiada y activamente una primavera.
  • «Cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta». La venida del Señor es cierta, pero es incierto ese momento que esperamos. Sin embargo, la aparición de los grandes valores humanos, por humilde que parezca a nuestra vista, es ya un signo de la presencia del Reino de Dios y de la manifestación del Señor de la historia.

Señor Jesús, al celebrar la eucaristía proclamamos nuestra fe en tu presencia y la esperanza de poder recibirte en nuestra vida. No permitas que perdamos el gran don de la esperanza. Queremos vivir con alegría la tenacidad de esa virud. Y estamos dispuestos a dar testimonio de ella con nuestra fidelidad a tu palabra. Amén.



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