El papa Francisco ha tocado durante el ángelus de este domingo el tema del perdón, al hilo del Evangelio que se proclama en la Eucaristía, en el que Jesús anima a sus discípulos a perdonar siempre, setenta veces siete.
«El mensaje de Jesús es claro: Dios perdona de modo incalculable, excediendo toda medida. Él es así, actúa por amor y gratuidad. Nosotros no podemos corresponderle, pero cuando perdonamos al hermano o a la hermana, lo imitamos. Por lo tanto, perdonar no es una buena acción que se puede hacer o no hacer: es una condición fundamental para quien es cristiano», ha explicado.
Para el Pontífice, fuera del perdón no hay esperanza ni paz. De hecho, ha dicho que el perdón «es el oxígeno que purifica el aire contaminado por el odio, el antídoto que cura de los venenos del rencor, la vía para desactivar la ira y curar tantas enfermedades del corazón que contaminan la sociedad».
«Intentemos, ahora, cada uno de nosotros, pensar en una persona que nos ha herido, y pidamos al Señor la fuerza para perdonarla. Y perdonémosla por amor al Señor: nos hará bien, nos devolverá la paz a nuestro corazón», ha recalcado.
En su alocución tras el rezo mariano, ha recordado que la semana que viene viajará hasta Marsella para participar en los Encuentros del Mediterráneo. «Una hermosa iniciativa —ha explicado— que se desarrolla en importantes ciudades mediterráneas, reuniendo a líderes eclesiales y civiles para promover caminos de paz, colaboración e integración en torno al Mare Nostrum, con especial atención al fenómeno migratorio».
Como cada semana, ha tenido palabras para el pueblo ucraniano, que sigue sufriendo las penalidades de la guerra.