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El Papa Francisco pide que «ayunemos de murmuraciones y chismes» durante la cuaresma

«Les recomiendo un ayuno, un ayuno que no les hará pasar hambre: ayunen de chismes y murmuraciones». Así se ha dirigido el Papa Francisco a los fieles en el segundo domingo de Cuaresma durante el rezo del Ángelus. «Es una forma especial. En esta Cuaresma no hablaré mal de los demás, no cotillearé…. Y esto lo podemos hacer todos, todos. Este es un buen ayuno. Y no olviden que también les será útil leer cada día un pasaje del Evangelio, llevar el pequeño Evangelio en el bolsillo, en el bolso, y tomarlo cuando se pueda, cualquier pasaje. Esto abre el corazón al Señor».

Las Luz de Jesús

El Papa ha reflexionado sobre el Evangelio, que nos invita a contemplar la transfiguración de Jesús en el monte. Esa «anticipación de luz», el rostro radiante de Jesús ante los discípulos asustados, a quienes había anunciado que sufriría mucho, sería rechazado y condenado a muerte, es una invitación para recordarnos, especialmente cuando atravesamos una prueba difícil, que el Señor ha resucitado y no permite que la oscuridad tenga la última palabra.

«Podemos imaginar lo que debió ocurrir en el corazón de sus amigos, esos amigos íntimos, sus discípulos: la imagen de un Mesías fuerte y triunfante entra en crisis, sus sueños se hacen añicos, y la angustia los asalta al pensar que el Maestro en el que habían creído sería ejecutado como el peor de los malhechores. Y precisamente en ese momento, con esa angustia en el alma, Jesús llama a Pedro, Santiago y Juan y los lleva consigo al monte».

El Santo Padre ha pedido que nos situemos en el lugar de la transfiguración, el monte, ese lugar «elevado, donde el cielo y la tierra se tocan», y donde Moisés y los profetas «vivieron la extraordinaria experiencia del encuentro con Dios», el Santo Padre señaló que el episodio de la transfiguración ofrece a los discípulos asustados, «la luz de la esperanza, la luz para atravesar las tinieblas», pues anticipa que «la muerte no será el fin de todo, porque se abrirá a la gloria de la Resurrección. Vivir esta ‘anticipación’ de luz en el corazón de la Cuaresma», dijo Francisco, es «una invitación para recordarnos, especialmente cuando atravesamos una prueba difícil, que el Señor ha resucitado y no permite que la oscuridad tenga la última palabra».

Necesitamos de esa otra mirada

Necesitamos, entonces, otra mirada, «una luz que ilumine en profundidad el misterio de la vida y nos ayude a ir más allá de nuestros esquemas y de los criterios de este mundo».

No podemos quedarnos en el monte y disfrutar solos de la dicha de este encuentro. «Jesús mismo nos devuelve al valle, entre nuestros hermanos y a nuestra vida cotidiana. Debemos guardarnos de la pereza espiritual: estamos bien, con nuestras oraciones y liturgias, y esto nos basta. ¡No! Subir al monte no es olvidar la realidad; rezar nunca es escapar de las dificultades de la vida; la luz de la fe no es para una bella emoción espiritual. No, este no es el mensaje de Jesús».

Estamos llamados «a vivir el encuentro con Cristo para que, iluminados por su luz, podamos llevarla y hacerla brillar en todas parte», pues es misión del cristiano «encender pequeñas luces en el corazón de las personas; ser pequeñas lámparas del Evangelio que lleven un poco de amor y esperanza».



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